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...Egipto...

Hace tanto tiempo que te sueño, que me cuesta creer que vayas a hacerte realidad. Son tantas las horas que paso imaginándote, que los días que nos separan me resultan eternos. Tengo la sensación de que los relojes y calendarios se han aliado para hacer de esta espera una agonía insoportable. Te siento tan cerca que ya casi puedo respirar tu aire cálido y acariciar tus reliquias históricas con mis dedos. No puedo dejar de pensar en lo maravilloso que resultará nuestro encuentro y en todas las cosas que podrás ofrecerme. No puedo evitar sentir un cosquilleo en el estómago cuando me imagino caminando entre tus templos sagrados; y mi corazón late desovocado cuando me confirmo a mí misma que esta situación ya no es sólo un deseo.
Necesito acariciarte, mirarte, olerte...necesito vivirte...Son tantas las cosas que puedes regalarme, que tengo miedo de que la vuelta a la realidad sea tan cruda como un invierno en las montañas.
Sólo me queda decirte que aún no te conozco...pero ya te quiero...



Dicho por Lyzzie el 14 de Septiembre de 2008 | Huellas (1)
A Corazón abierto

Hoy, en un día tan especial para ti, me gustaría poder dedicarte estas líneas, con la esperanza de que no resulten pedantes o superfluas. Bien sabes que me cuesta expresar sentimientos a viva voz, que la única forma que conozco de hablar con el corazón es mediante las palabras que dibujo en el papel.
Recuerdo que cuando nos conocimos yo era una niña tímida y asustada, aislada del mundo en una burbuja de cristal. Tú te dedicaste a arañar esa burbuja y ayudarme a salir. Me ayudaste a comprender que el mundo no es tan feroz como lo pintan; y que a pesar de las decepciones, aún existen personas por las que vale la pena seguir luchando. Sin darte cuenta, me enseñaste a quererme un poquito y a ahuyentar los fantasmas de mi mente.
Poco a poco fui sintiéndome como en casa. Me sentía arropada. Sabía que mis palabras eran escuchadas y que no se quedaban en el aire vagando, sin rumbo.
Eres de las pocas personas con las que me he atrevido a ser yo misma, sin miedo a se juzgada, con mis sueños, con mis ilusiones, con mis arrebatos y mis payasadas. Sé que contigo puedo compartir buenos y malos momentos, porque siempre tienes una sonrisa que regalar y consejos reconfortanes para apacigüar la tristeza.
Con esta parrafada solo quiero darte las gracias. Gracias por todo lo que me has brindado. Gracias por estar sin necesidad de llamarte, por aguantar mis tormentas y locuras.
Simplemente, GRACIAS POR SER TÚ.



Dicho por Lyzzie el 11 de Agosto de 2008 | Huellas (0)
Va por ti, Sarita

Mamá, hoy quiero contarte un cuento de hadas en el que tú eres la princesa y yo la pócima mágica de la felicidad.
Siento que mis palabras aún suenen algo torpes o huecas, pero me parecía imprescindible que supieras lo importante que eres para mí, y sobretodo quiero que entiendas que estos sentimientos los expreso con el corazón en la mano.
Cada vez que escucho tu voz, hablándome con tanta ternura, siento que un destello de luz me ilumina, y se despierta mi inquietud de mirarte los ojos para saber de qué color se visten cada mañana.
Cada vez que te acaricias el vientre, es una caricia que me regalas y que grabo en mi memoria para poder imaginarte.
Imagino ese momento en el que acurrucado entre tus brazos me quedo dormidito, soñando con arcoiris y estrellas fugaces, mientras tú me acaricias la cabecita y me miras con cariño.
Espero con impaciencia verte por primera vez. Tengo tantas ganas de ver esa carita sonriente, que no puedo dejar de morderme las uñas.
Prométeme que me abrazarás tan fuerte, que nunca podré olvidar ese momento, y que tus labios dibujarán un beso en mi mejilla, mientras me impregno de tu perfume a fruta fresca.
Sé que cuando empiece a caminar por el sendero de la vida, me acecharán los peligros, pero tú caminarás a mi lado y ya no habrá lugar para los miedos.
Quiero que sepas que seré bueno y que no te haré enfadar más de lo necesario.
Sé que la palabra madre suena muy grande, pero estoy seguro que sabrás dar honor a su significado y, que sin duda alguna, serás la mejor madre del mundo.
Te quiero mamá.



Dicho por Lyzzie el 18 de Julio de 2007 | Huellas (3)
Teclas

Hay ocasiones en las que todo parece teñirse de gris, en las que no encuentras la salida dentro de un túnel kilométrico sin luz. Ocasiones en las que parece que las paredes de algunos lugares te van estrechando el paso y te encuentras encerrada en un mundo insoportable. Da la sensación de que las puertas se cierran en tus narices de un portazo y que las voces que oyes a tu alrededor son fantasmas que intentan atraparte para arrebatarte la pizca de cordura que aún te queda.
A cada paso que das estás más lejos de la realidad y de aquello que buscabas. Y te encuentras perdida en un bosque con mil encruijadas, con la impotencia de tener las muñecas atadas y no poder escapar. Hay veces que la presión te pesa en el alma y que el cansancio te pinta ojeras en el rostro que no desaparecen con los días. Hay veces que tirarías la toalla y venderías tu alma al diablo solo para romper los barrotes de esa prisión.
Pero entonces te paras a pensar por un momento y recuerdas que no solo son cosas negativas lo que llevas cargado a la espalda, sino que lo que resultaba ser un lugar sombrío te ha brindado la oportunidad de conocer gente estupenda. Es entonces cuando recuerdas los buenos momentos, las risas y las confidencias; y te das cuenta que después de todo, pesa más la balanza de lo bueno. Sin ese lugar quizá nunca os hubiera conocido.

PD: Un petonet teclas!



Dicho por Lyzzie el 1 de Marzo de 2007 | Huellas (9)
Rarezas...

Hace tiempo que miro a mi alrededor y no puedo dejar de extrañarme por lo que mi cerebro percibe. Quizá sea que mi forma de ver el mundo y de valorar las cosas se ha quedado en el mesozoico y mis pensamientos se hayan quedado tan retrógrados como los dinosaurios, pero cada día me doy cuenta de que no entiendo a la mayoría de la gente. No es que me haya vuelto una loca intransigente, simplemente no me parecen normales ciertos tipos de comportamiento que se extienden como una plaga y que cada día infectan a más individuos.
A veces pienso que quizá sea yo la tipeja extraña que se mueve entre esta nueva especie en expansión y que todos ellos me ven como un fósil aburrido que sobrevive sobre la tierra a pesar de sus intentos de destrucción.
Debo reconocer que cada día me cuesta más confiar en la gente y que los que actualmente gozan de esa prioridad son bastante escasos. Tengo la sensación de que la mayoría de las personas utilizan la información que se les confía para crear su propia tela de araña y trepar hasta su objetivo, aunque para ello tengan que acabar depredándote como a una vulgar presa. Ando por la vida con las garras fuera para que en caso de ataque me de tiempo a defenderme y aún así puedo sentir los zarpazos y las decepciones.
Me hace gracia e incluso llega a arrancarme una carcajada que aún haya personas que puedan verme como una tonta, como una idiota con la cabeza hueca que no se da cuenta de nada y por tanto a la que se puede criticar en sus narices sin que exista peligro de quedar al descubierto. Me hace gracia que no sepan que con mi cara de niña buena y esta pose de mojigata, me doy cuenta de cada uno de los gestos despectivos y de los comentarios que intentan esconder entre susurros. Pero lo más importante, es que he conseguido que todo lo que esta gente pueda pensar, ME IMPORTE UN CARAJO.



Dicho por Lyzzie el 25 de Enero de 2007 | Huellas (7)
Escapar

La luz de las velas tintineaba al ritmo de la suave melodía que emitían las ondas de radio. Le gustaba estirarse en aquel viejo sofá para cerrar los ojos y dejar volar la imaginación. Se dejaba llevar por su mente, y en aquellos momentos dejaba de ser dueño de sí mismo, era sólo un pasajero en el barco de sus sueños.
Se introducía en aquellos rincones escondidos dónde la realida no le permitía pasear, y allí se quedaba horas, acariciando con la mirada cada detalle. Ni siquiera el timbre del teléfono o el claxon de los coches eran capaces de sacarle de su mundo de fantasía.
Esa noche era especial, después de muchos meses de ser víctima de su propia vida, conseguía recuperar aquellos momentos de desconexión y tirar a la basura el día a día que ya apestaba a podrido.
Bebió un trago de vino de su copa de cristal y siguió viajando entre ilusiones, con una sonrisa en los labios.



Dicho por Lyzzie el 20 de Enero de 2007 | Huellas (5)
Dos caminos

El reloj de pared marcaba las seis de la tarde. Al desperarse advirtió que le dolían todos los músculos del cuerpoy se lamentó de haber vuelto a quedarse dormido en aquel incómodo butacón de la sala de estar. Vencido por el alcohol y ahogado en los recuerdos, había dejado pasar las horas sin ser consciente de que el tiempo se le agotaba. Se sentía aún algo aturdido, por lo que trató de despejarse lavándose la cara con agua fresca. Era incapaz de recordar cómo había llagado hasta su pequeño apartamento, pero las palabras de Verónica se le habían quedado clavadas en la mente. Se marchaba. Se marchaba y él no había sabido reaccionar a tiempo. Se había limitado a reprenderla y a salir corriendo a remojar su disgusto en el alcohol, sin darse cuenta de que era la opción más adecuada de perderla para siempre. Le dolía la cabeza y en aquel momento sólo acertaba a maldecir su estupidez y abofetear con insultos su egoísmo.
En la estación, un silbato anunciaba la salida del tren. Verónica, cabizbaja, se refugió en un suspiro y dejó que las lágrimas empaparan su dolor. El reloj de la estación marcaba las seis y 3 minutos.



Dicho por Lyzzie el 13 de Mayo de 2006 | Huellas (9)