[retales] - Ariadna

De cómo conocí a un miembro de la casta de los perdonados, y como aprendí cómo algunas cosas estaban cambiando para ellos.

Hace tiempo conocí a alguien. Una noche, en un callejón de la Urbe de Argea, acurrucados entre la basura, una mujer y un niño pequeño temblaban de miedo.
La mujer era una elfa de cabello negro como el azabache y piél pálida, incluso para los de su especie, y los rasgos bellos y pefectos de los elfos, el chico tenía el cabello castaño y la piel también algo pálida pero con algo de color en sus mejillas, había cierto parecido entre la mujer y el chico, pero no tuve tiempo en aquel momento para fijarme mejor en ellos.

Les pregunté por qué se escondían y la mujer me dijo, asustada, que estaban siendo perseguidos, sin hacer más preguntas y sabiendo que si hubiesen cometido un crimen las Sombras de Argea ya les habrían dado caza, les ofrecí mi ayuda.

Los llevé a mi casa, cerca del mismo callejón en el que los encontré. Les ofrecí un cuarto en mi sótano. El niño no se atrevía a hablar, pero la mujer, muy débil, me dió las gracias y cayó desfallecida sobre la cama. El chico esperó a que saliese del cuarto. Cerró tras de mí y se acostó a su lado.

Sabía que la noche siguiente la mujer necesitaría... alimentarse, el chiquillo parecía estar bien, pero ella estaba demasiado debilitada. Sin embargo, debía asegurame de que no ayudaba a nadie que pudiese resultar peligroso para los demás. No me quedaba más remedio, así que pasé el resto de la noche registrando mi biblioteca hasta que que encontré el viejo y desgastado libro que buscaba: 'Vampirii nosce'. El ritual que necesitaba estaba en ese libro.

Preparé los ingredientes y lancé el conjuro sobré mí mismo, la sensación no era muy agradable. Mi sangre contendría el poder del conjuro durante las siguientes 24 horas.

Pasé el resto del día como otro cualquiera: atendí mi tienda por la mañana, pasé un rato en el taller y otro rato ayudando a mi socio Terkyn en la herrería y dí su media hora de clase al aprendiz que tenía por aquel entonces.

Finalmente volvió la noche. Lursha eclipsaba partialmente a Timmor. Sería una otra tranquila noche.

Meemah había regresado de uno de sus trabajos personales y cogió a Mithrán de camino al sótano; Mithrán la puso al día.
- ¿Estás loco? ¿una vampiresa? ¿has metido una vampiresa en nuestro sótano? ¡Ya me pareció mal cuando compraste esa arañas domésticas, pero esto es demasiado! - Gritó Meemah alarmada.
- Esas arañas se comen las ratas y mantinen limpio el sótano, y dudo que esa mujer sea peligrosa - Se defendió Mithrán.
Terkyn llegó a tiempo para participar en la conversación - Sigo sin entenderlo del todo - añadió - ¿cómo sabías que era un vampiro?
- Puedo olerlo - respondió sin más Mithrán.
- ¿Pero por que la ayudas? - preguntó Meemah.
- ¿Por qué no? ¿Sabeís las sombras algo de ella?
- No, no hay muchos problemas con vampiros últimamante...
- Entonces la ayudaré.
- ¿Quieres que te acompañemos? - se ofreció Terkyn.
- No, puede eser violento, mejor esperad en la tienda, junto a la trampilla al cuarto del sótano, ellos están ahí.
Ambos accedieron y se fueron hacia la tienda. Mithrán bajó las escaleras y se dirigió al cuarto.

La puerta estaba cerrada, Mithrán llamó un par de veces, pero no hubo respuesta. Insistió, pero sólo consiguió un "vete!" de la voz aguda del chiquillo.
- Ábreme, vengo a ayudar.
Sólo se oían sollozos.
- Venga, se le acaba el tiempo.
No hubo respuesta. Mithrán lanzó un "abrir puertas", abrió la puerta y encontro al chiquillo llorando arrodillado junto a la mujer, que estaba tumbada en la cama. Mithrán se acercó al cuerpo inmóvil de la mujer y se arrodilló también. Estaba muy pálida, incluso para los de su clase.
- Se muere, se muere, es mi culpa... - sollozaba una y otra vez el chico sin dejar de llorar.
- No te preocupes, veré que puedo hacer.
Mithrán miró a la trampilla en el techo y se colocó a la cabeza de la cama, se inclinó, cogió a la mujer por detrás y expuso su cuello; el instinto vampírico de la mujer hizo el resto: abrió despacio la boca, incó los dientes en el cuello de Mithrán y comenzó a beber. El chico se levantó y dió un par de pasos hacia atrás. No necesitó beber mucha sangre, enseguida paró de beber, se apartó abruptamente del cuello de Mithrán y, con los ojos desorbitados y la mandíbula desencajada, gritó: "¡Dragné!". Tardó unos segundos en calmarse, se secó los labios y se puso de pie con algo de dificultad.

Unos minutos después, le mujer estaba completamente recuperada, y alimentó al chico dándole de beber de su muñeca. Subieron a la sala de estar en la planta baja, Meemah y Terky se unieron a ellos y comenzaron a hablar, pues había mucho que contar.
- Gracias, me has salvado la vida - la mujer todavía hablaba con dificultad -pero lo habría pensado dos veces si hubiese sabido que eras un dragón. En fin... mi nombre es llamo Ariadna Rinoa y éste es mi hijo Aren - y señaló al chico.
- Bienvenidos a la Casa Azul. Y sí, soy un dragón, un drakkan para ser exactos - aclaró Mithrán - no hay muchos de nostros. Lo que has bebido debería ser suficiente para mantenerte un par de días no?
- Vaya, realmente existen... - se dijo el chico.
- Bromeas, creo que tendré suficiente para un mes. Creí que iba a comenzar a arder...
- De todos modos - continuó Mithrán - me has probado que no eres una amenaza y os ayudaremos en lo que podamos.
- ¿Te refieres al conjuro en tu sangre? - preguntó Ariadna.
- Lo has notado, ¿no? Sí, lanzé un conjuro sobre mí mismo. Si hubieses tenido cierta... afinidad hacia el mal ahora estaríamos barriendo vuestras cenizas del cuarto del sótano. Te pido disculpas por no haberme fiado de tí.
Ariadna permaneció seria por un instante con la vista dirigida al suelo y mirando al vació. Finalmente levanto su cabeza y con una tranquilizadora sonrisa dijo: "gracias".
- Gracias, no sólo me has salvado, sino que me has ayudado a probarme a mí misma que aún nos queda esperanza - la mirada de Ariadna mostraba un brillo animado, casi como una chispa de vida - gacias.
- Me alegro de poder ayudar.
- ¿Cómo supiste que éramos...?
- ¿Vampiros? - interrumpió Mithrán - Los dragones tenemos un olfato muy bueno; podemos diferenciar incluso si se nos miente tan sólo mediante el olfato. Olí que erais vampiros, literalmente. Aunque el chico huele a algo diferente y estoy un poco desconcertado.
- ¿Y no es un poco joven? Creía que los vampiros sólo convertíais individuos adultos - inquirió Meemah.
- Hey! Todavía estoy creciend...
Ariadna tapó enseguida la boca de Aren, pero era demasiado tarde: la sorpresa se reflejaba en las caras de todos.
- ¿Creciendo? ¿Has dicho creciendo, ¿verdad? ¡Los vampiros no crecen! Ni tienen descendencia, ¡eso es imposible, están muertos!- Meemah no cabía en su sorpresa.
- Ya sabes que en Morgaelin las cosas sobrenaturales funcionan de otra manera. Deja que se expliquen, Meemah.
- ¿Ahora tú también estás de su parte Terkyn?
- Parece que sí - sonrió.
- Vamos, vamos, no empecéis. Ariadna me ha probado sin sombra de duda que no alberga malas intenciones. Y tengo mucha curiosidad sobre esto. Por favor, podríamos...
- Vale, de acuerdo, ¡no empieces! - interumpió Meemah - tú ganas, pero sigo sin fiarme del todo. Sólo espero que no te arrepientas - y tras decir esto salío saltando por la ventana, murmurando algo enfadada.
- Siento causaros problemas problemas... - se disculpó Ariadna, visiblemente afectada.
- No, no - rió Terkyn - Meemah siempre es así, ¡es una cabezota!
- Bueno, creo que ya hemos tenido bastantes emiciones por hoy, verdad, os acompañaré a un cuarto tranquilo del ala oeste y mañana seguiremos, de acuerdo?
- No queremos molestar. Nos iremos
- ¿Y adónde vais a ir? - sonrió astuto Mithrán.
No hubo respuesta.
- Entonces decidido! Os quedaréis aquí unos días y luego ya veremos.
[...]



N.d.A. : Por terminar
[...]
Ariadna tragó saliva.
- Creo que podemos confiar en ellos, verdad, ¿Aren?
Aren afirmó con la cabeza
- Entonces comenzaré por el principo.
[...]
- Así que os perseguían por culpa del chico - inquirió Mithrán.
[...]

Escrito por Mithran, el día de Enero 1, 2005 12:32 PM
Comentarios sobre "[retales] - Ariadna":

Algunos

Dijo lo perdi en Enero 27, 2005 10:10 AM

Haw, haw, haw, lee el texto otra vez y cierra el pico, mona! Ningún vampiro ha hecho nada de eso, Mithrán NO es un vampiro, es un dragón, DRA-GÓN! Un dragón drakkan, para ser exactos, y puede lanzar lo que le salga de los... metacarpios izquierdos.
Esto no está ambientado en Vampire, ni en D&D, ni en Aquelarre ni dragonlance, ni... bueno, no me voy a poner a recitar aquí, Argea Tales está ambientado en Morgaelin, un mundo que me he 'sacado de la manga' por decirlo de alguna manera. Hay que tener en cuenta, además, que al ser un mundo tan grande, y al llegar toda clase de criaturas, y cosas inanimadas a través de los millares de portales que aparecen y desaparecen, por toda la extensión de su volumen, varias cosas iguales pueden recibir diferentes nombres y varias cosas diferentes pueden llamarse de la misma manera. NO TODOS LOS VAMPIROS SON IGUALES EN TODOS LOS MUNDOS. Y no todos, por supuesto, pueden atravesar puertas a lo mutante de X-men.

Me preguntaba cuánto tardaría en aparecer un cabezón cerrado alas cosas nuevas y diferentes que sólo comprende lo que ya está hecho como tú. como tú... GRACIAS! :) Pásalo bien! Ah! Y la próxima vez pon tu auténtico correo! No tiene nada que temer (prometió Mithrán con los dedos cruzados a su espalda)

Dijo Mithrán Arkenere en Julio 3, 2004 08:21 PM

muahahahaha, deja las drogas matao, haber desde cuando los vampiros trabajan en herrerias y hacen un "abrir puertas" cuando podria atravesarlas sin tocarlas...

Dijo Nevercalled en Junio 19, 2004 06:19 PM

Y que paso??.. despues que???... no!!!.. odio quedarme iniciado...

pero bueno.. solo me queda felicitarte.. esta muy buena tu historia... :D

Dijo Dalex en Mayo 27, 2004 04:52 AM

Asias!

Dijo Mithrán Arkanere en Mayo 26, 2004 01:21 PM

Sinceramente sî ^^ , si me gusta , claro que todas estas historias me encantan xD

Dijo Kal en Mayo 25, 2004 04:43 PM
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