Noviembre 08, 2003

¿Y si...

A pesar de haberse convertido en mi canción del verano particular, parecía que no iba a llegar nunca. Pero la espera terminó y los desvarios acerca de lo que me espera ya no tienen cabida entre los preparativos y los nervios. El miércoles a mediodía cojo el avión, esa misma tarde estaré en Holanda hacia un nuevo trabajo, un nuevo entorno y nuevos amigos.

La verdad es que el recurso del novato que aterriza en un determinado lugar es un punto de partida magnífico para el comienzo de una historia porque le sirve al que la cuenta para poner en situación al que la escucha, que, en el fondo, es tan ajeno al tema como el recien llegado. Así que este es un buen momento para plantearse la pregunta que nadie se arriesgaría a formular sin ser tachado de friki o esquizofrénico.

¿Y si mi llegada a Holanda fuera el comienzo de una serie de televisión?

Si fuera un drama laboral como las series de médicos, abogados o policías, sería un joven idealista que chocaría de bruces con la dura realidad del trabajo diario. Tendría muchos problemas y conflictos éticos internos, pero también recibiría ayuda de algún que otro mentor, fascinado por el entusiasmo que vería y que una vez el también tuvo pero en algún momento perdió. Estaría a punto de dejarlo varias veces, pero al final, haría algo moderadamente importante para la empresa y sería respetado por mis compañeros, incluso los que trataron de hundirme a mi llegada.

O quizás se desarrollaría en horas fuera del trabajo, en algún lugar de transito, como un coffe shop. Allí coincidiría por las tardes con personas en una situación parecida a la mía. El té y el hachís nos lo serviría una camarera rubia a la que todos intentaríamos ligarnos. Cada vez que entrara, todo el mundo diría "Beernnn" y escucharíamos risas enlatadas por el hilo musical.

O conocería a un extraño personaje que me revelaría que soy el elegido nombrado por antiguas profecías y me pondría a matar demonios, vampiros, hombres lobos o agentes secretos de una misteriosa y malvada agencia, mientras me invento excusas estúpidas, que ninguna persona con dos dedos de frente se tragaría, para ocultar mis actividades encubiertas a los compañeros de trabajo y de piso.

De lo único que me alegro es de no ser médico forense y trabajar para la policía, como los de CSI, serie en la que se cepillaron al novato al final del primer capítulo.


Posted by Bernardo at Noviembre 8, 2003 11:59 AM
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