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Abril 05, 2003

No me da la gana.

Apreciados amigos y gentes sobre las que prefiero no pronunciarme, porque mi nombre suena a extranjero:
Hoy quiero decir una de mis frases favoritas de una manera oficial y con galones plateados en las hombreras. Corrijo, no sólo decirla. En realidad mi verdadero propósito es tatuármela en alguna parte, o , mejor, obligar a alguien que me acompañe a tatuársela en alguna parte visible. Sería perfecto. "No le da la gana", y una flecha que me señalara, como una de ésas camisetas tan geniales pero de más calidad, en piel (estoy incluso pensando hacer algún amigo extranjero para darle más caché :en piel, y de importación).

Pero no quiero entretenerme con esas minucias, porque siendo tan difusa podría acabar hablando sobre cualquier cosa, como el tercer brazo que me salió el otro día (razón por la que no he podido escribir antes, ya que no sabía con qué mano teclear y como la indecisión es un 90% de mi materia acabé sufriendo una crisis aguda de ansiedad ante tamaña problemática).
No me da la gana. No quiero. "No ze me apetece", como diría Oñate. No se puede negar la fuerza arrolladora de estas razones. El no me da la gana es la expresión comodín por antonomasia, es universal, vale para un roto, para un descosido, es ideal. Siempre queda bien decirlo porque es una expresión arreglá pero informal, y le vendría muy bien a Antoine, el rey de la excusa cutre. No he oído jamás peores razones que las suyas. Uno dice: "Mañana entonces salimos". Él responde: "Creo que la idea no está lo suficientemente madura". El otro día le llamamos y se iba a Estepona. "¿Pero no te ibas ayer y volvías hoy?"_pregunta Vozenoff, siempre tan acusador bajo su capa de ingenuidad mancomunitaria. A lo que Antoine, y esto es estrictamente veraz, responde con el siguiente evangelio:
1. Sí, su idea era irse a Estepona el jueves y volver el fin de semana, pero había puesto una lavadora el miércoles.
2. La ropa lavada, contrariamente a lo que él había pensado que ocurriría, no estaba seca al día siguiente (el jueves).
3. En la lavadora que puso el miércoles estaban todas sus camisetas negras.
4. Según dijo, Antoine nunca puede llevar debajo de sus indumentarias ésas de mohicano una camiseta que no sea negra. Sin camiseta negra no puede ir a ninguna parte. Se siente perdido, sin rumbo, en el lodo, como un pancho cualquiera.
5. Consecuentemente, al no estar secas sus camisetas negras no podía salir, y por tanto no podía irse a Estepona, con lo cual tuvo que esperarse al viernes, y ya el fin de semana pues tendría que pasarlo allí.

Una vez leída la excusa antoinesca, compárenla con esto:
1. Antoine no se fue el jueves porque no le dio la gana.

Ahora, para los más aburridos o para los posibles fans de Sánchez-Dragó, les propongo el bonito experimento de sumar todas las letras de la excusa antoinil. Después sumar las de mi excusa alternativa. Luego, proceder a restar las dos cantidades. Yo no lo he hecho porque el Dragó me da sueño y siempre que me aburro me introduzco canicas en las cavidades nasales, actividad sumamente entretenida. Pero los que lo hagan podrán comprobar que se ahorran un montón de letras, respiración y saliva. Sin contar el caché que tiene responder así, breve, concisamente, como un tipo duro, como un hombre autosuficiente y altivo, peligroso, punky (si acompaña la frase con algún gesto obsceno), grunchoide (si se acompaña la frase con una deficiente higiene), nihilista (si se dice con tono lánguido, boina y un tocho de Schopenhauer bajo el brazo) y un montón de cosas más que le pegarían a Antoine mucho más que su estilo pringado a secas, que él siempre ha defendido y que yo siempre lucharé por hacer desaparecer, pues la reina pringosa del grupo soy yo.
Tienen tanto que aprender de mí. Estos dos días he pronunciado el no me dal a gana un montón de veces, aprovechando que ha estado aquí la unidad materna y más entidades genealógicas. Incluso, para cuando estaba más vaga de lo normal, creé un apócope para abreviar, enemegé.
No me da tiempo a seguir elogiando las virtudes del enemegé porque me largo en breve a un concierto de música sacra, al que asistiré con mi súper chapa de Totus Tuus o caballería pontificia, a ver si consigo mosquear a algún calvo de los que se duermen siempre en la tercera pieza. Y porque enemegé de seguir escribiendo. Hala pues y con Dios.


Abril 5, 2003 05:52 PM