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Junio 09, 2003

Superchacha.

Hermanos, hoy es un día como importante. Es el tercer día de esta semana que paso de limpiar este cuarto, y creo que tengo suerte porque gracias a eso mi piso será el único del bloque que tenga lavadero o cuarto de estar y dejar la basura. Siempre he dicho que esta habitación podía llamarse "cuarto de esparcimiento", si bien con lo de esparcimiento no era demasiado literal. Pero ahora sí; esparcidos sin duda están esos trapos del polvo, esas ballerinas que no bailan (como los chee.tos) y esos botes de colorines de olores tan insinuantes y adictivos a los que acerco mi napia de hamster en estas horejas de la tarde. Sus nombres evocadores ("Desengrasante", "Limpiacristales", "Ácido corrosivo irrita las vías respiratorias") me traen a la memoria otros tiempos, otras épocas ancestrales en las que mi entidad materna me ataviaba con un bote raro de limpiar la madera (en la etiqueta no ponía nada, sólo un logo jevi de una calavera) y se marchaba tras echar las dos vueltas de llave, dejándome sola en respetuoso gesto. Supongo que era una prueba necesaria para pasar de niña a en'soperra que todas las féminas de mi familia han ido superando generación tras generación; el ritual tribal de las Mezcua, y me habían dado la vez. Tras el rito, la conciencia, y tras la conciencia, el agradecimento familiar por haberme dado la oportunidad de demostrar mi valía como miembro del clan, que me acredita para hacer un montón de cosas importantes que antes de pasar la prueba me estaban vedadas: derecho al regateo en mercadillos, acceso a la biblioteca culinaria de mi abuela, deber de coleccionar menaje extraño de cocina.
Evolution.gif
Desde luego, comencé preparándome pronto, como pueden observar en el documento gráfico. Ya desde mi más tierna animalidad adquirí la pose orgullosa y guerrera de Mezcua en prácticas chachiles, y a través de los años, a medida que iba limpiando, fijando y dando esplendor , me fui perfeccionando hasta alcanzar la gloria, que viene dada por la extraña costumbre de repetir siempre, cuando alguien viene de visita, las palabras mágicas: "Tengo la casa hecha un desastre".
Armada con el plumero y el limpiacristales me erigiré en poderosa heroína, luchando contra las fuerzas ésas llenas de marcas de dedos en la ventana y de asteriscos de pelo rulantes por el pasillo. El deber me llama, y si me hago la Bergman puede llamar mi tía y ponerse a hacer preguntas de las suyas, aparentemente inocentes pero cuyo fin verdadero es saber cuándo fue la última vez que limpié.
"Polvo eres y en polvo te convertirás"...¿Cuántos muertos pueden haberse colado por mi ventana en estos tres días?


Junio 9, 2003 07:41 PM