Enero 08, 2005

MI SUERTE


Otra vez estoy solo. El tren acaba de cerrar sus puertas y mis recuerdos van tras el vagón acompasando su marcha. Sentado en un gélido banco rojo de una estación sin nombre solo escucho el murmullo de mis propios pensamientos. Mi valor, mis ganas, mis deseos, mi felicidad. Todo se ha ido siguiendo el zumbido del tren. Mientras mi cuerpo sigue en este incomodo balcón con vistas al olvido; viendo como se le escapa otra oportunidad de entre los dedos.

A mi lado una pareja se despide. Ninguno de los dos es capaz de hablar. Sólo pueden besarse y abrazarse. Se acarician como si para ellos ese fuera el último momento para darse el calor que tal vez duren meses en volver a tener. Entonces me doy cuenta de que los abrazos más largos se dan en invierno. Y vuelvo a recordar caricias pasadas que estaban escondidas en algún rincón de mi memoria. Cuando vuelvo a observar a la pareja de mi lado, me fijo en que aprovechan los silencios para decirse te quiero solo moviendo los labios. Dibujando la palabra en el aire. Cuando una voz anuncia la salida del próximo tren. Él deja asomar a sus ojos una tormenta en forma de lágrimas que recorren su cara e intenta disimular con una sonrisa. – No te vayas – dice una voz con un acento argentino delicioso. Y en la boca de ella solo ocho palabras – quién pudiera quedarse con vos aquí en Madrid – que le susurra al oído mientras se funden en un abrazo interminable, que envidio y hace que vuelva mi vista y la fije en las resquebrajadas baldosas que hay bajo mis pies.

Tirado. Con la única idea de volver a emprender mi marcha en cualquier momento dejo pasar las horas. - Un minuto más - me miento a mi mismo, - Un segundo es sólo lo que necesito - pienso en voz baja. - Tras que pase el siguiente tren me levanto- me engaño. - Después de que aquél niño se deshaga de su sombra, me pongo en pié – me vuelvo a decir. - Cuando ese hombre se convierta en amanecer me voy- me repito. Imposibles. Sólo pensamientos imposibles se hacen eco en mi cabeza. Ideas con las que me engaño y consigo rehacer una ficción, que se basa en mis propias ganas de seguir creyendo en ella.

- Un segundo más, solo necesito eso -. Me repito. Un segundo que ocupe una palabra, un “te quiero” por ejemplo. Un segundo que pueda llenar un abrazo, uno de esos que te envuelven por completo y que parece hasta que saboreas. Un segundo que acabe por dejarme feliz, con su imagen ardiendo en mis sueños y su recuerdo intacto en mi mente.

Solo un segundo, un segundo para una vida. Mi vida. Un camino lleno de sueños rotos y palabras de ánimo esparcidas por el suelo. Mi suelo. Enterrado bajo pedazos de tinta que copan mis historias que en ocasiones comparto en forma de cuentos. Mis cuentos. Trozos de una vida a la que me gustaría estar amarrado como lo está la espuma a las olas del mar. Mi mar. Una extensa esperanza salina que se destruye de un soplido. Un soplido. Que cada vez que aparece se lleva algo que quiero y que acabará por dejarme solo. Solo. En un mundo en el que no me atrevo a abrir los ojos por si me derriba un golpe de miedo. Miedo. Hasta a mis propios pasos por no saber hacia donde me guían, puede que me lleven al arrecife donde duermen los deseos. Mis deseos. Ese inmenso gigante que me aplasta y me devuelve a mi mundo. Mi mundo. Un pequeño escenario donde al compás de mis pensamientos me muevo yo. Yo. El actor principal y primer extraño en este guión de novato donde no soy capaz de escribir una página limpia de errores. Mis errores. Tachones que marcan mi tiempo. Mi tiempo. Una sucesión de segundos que no soy capaz de recuperar, aunque en ocasiones solo necesite uno más para conseguir cambiar MI SUERTE…

Escrito por DUDO a las Enero 8, 2005 01:53 AM
Comentarios

increíble dudo. además de por su esencia la forma en que los escribes... es que da gusto leerlo. bueno ya sabes lo que pienso de cada cosa que escribes, eres un krak.

Escrito por nach a las Enero 8, 2005 02:57 AM
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?