CorsariaBlog

7 de Mayo de 2006

Pequeñas alegrias...

Un nuevo libro ha caído en mis manos. Era una deuda. Se trata de una edición algo vieja que recopila varios artículos de Herman Hesse publicados en prensa entre 1899 y 1960. Es curioso como muchos de ellos gozan de plena actualidad. De este autor he leído dos espléndidas obras en prosa, El lobo estepario y Demian. Recomiendo ambas.

El que nos ocupa muestra la faceta como articulista de Hesse, preocupándose por las cosas de su época. Recordemos que le tocaron las dos guerras mundiales. Y también el ascenso del dictador Hitler a Alemania, país donde sus obras estuvieron mal vistas entre 1939 y 1945.

"Pequeñas alegrías" se puede leer por partes porque cada capítulo es independiente de los demás. No obstante sus temáticas están muy relacionadas.

portada_hesse.jpg

He rescatado un par de fragmentos que me han gustado. Es posible que os animen a acercaros a este gran autor.

Este carácter vertiginoso de la vida actual ha ejercido sobre nosotros su nefasta influencia ya desde la primera educación; es triste, pero es inevitable. Lo peor es que la prisa de la vida moderna se ha apoderado ya de nuestras escasas parcelas de ocio; nuestra forma de gozar y divertirnos apenas es menos nerviosa y azacanada que la barahúnda de nuestro trabajo. «La mayor cantidad posible y la mayor celeridad posible», es la consigna. La consecuencia de ello es el aumento constante del placer y la disminución progresiva de la alegría. El que ha asistido a una gran fiesta en ciudades o incluso en capitales, o ha observado los tipos de diversión en la urbe moderna, no puede menos de evocar con dolor y repugnancia los rostros enfebrecidos y los ojos vidriosos de la gente. Y este estilo de diversión patológico, aguijoneado por una perpetua insatisfacción y al mismo tiempo aquejado de un perpetuo hastío, se ha implantado también en los teatros, en la ópera, en las salas de concierto y en las galerías de arte. La visita a una exposición moderna rara vez suele resultar un auténtico placer.

[...]

Yo no dispongo de una receta universal, como no dispone nadie, contra esta situación deplorable. Pero quiero traer a la memoria una consigna nada moderna, muy vieja: el disfrute moderado es doble disfrute. Y: no desatendáis las pequeñas alegrías.

Moderación, por tanto. En determinados círculos se necesita tener valor para dejar de asistir a un estreno. En otros círculos hace falta valor para confesar que no se conoce una novedad literaria a las pocas semanas de su aparición. En muchos ambientes uno queda ridículo si no ha leído el periódico del día. Pero yo sé de algunas personas que no se arrepienten de haber tenido este valor. [Pág. 8]

Pequeñas alegrías, artículo que da título al libro.
1ª impresión en Allgemeine Schweizer Zeitung (Basilea, 1899).
Aquí se reproduce la redacción posterior de Neue Freie Presse (Viena) de 18 de octubre de 1904.


Sin duda es un mal que sigue de plena actualidad. Cada vez tenemos menos tiempo, pese a la reducción de la jornada laboral, o eso dicen. La gente vive a un ritmo frenético, donde no se distingue placer y alegría. Volker Michels, el compilador de los artículos, lo expresa más contundentemente en el epílogo:

¿Cuánta gente se encuentra hoy capacitada para distinguir entre placer y alegría? ¿Cuántas personas lo estarán en el próximo fin de siglo, cuando los media y la propaganda industrial con su cada vez más refinada psicología se haya apoderado de los últimos reductos individuales?

A los estupefacientes externos, como la opulencia, la intimidación y la manipulación, Hesse opone la resistencia interna. A la producción de bienes de consumo sustitutivos de la vida contesta con la propia creatividad, a la actividad opone la concentración, a la industria del placer las «pequeñas alegrías», a la cantidad la calidad, a la generalización la diferenciación, a los programas políticos y sociales la descripción lo más exacta posible del ámbito de experiencia individual. A la dramaturgia de grandes líneas prefiere la forma minúscula. Esta «protesta del alma contra la máquina calculadora», característica de todos los escritos de Hesse, la «protesta del corazón contra lo tosquedad de lo que hoy se llama 'vida'» (1926), ha conservado también en los textos aquí ofrecidos, que ni él mismo se atrevió a imprimir, una extemporánea actualidad, la actualidad de la alternativa: «No vaciar del todo nuestra azacanada vida de trabajo, mantener frente a su gigantesco mecanismo la medida y los valores en lo humano y lo orgánico, es actualmente la principal función del arte.» [pgs. 390 y 391]

Bien, sólo queda reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas y la forma en que las vivimos. Podemos seguir la corriente o apartarnos a una orilla para darnos cuenta de cómo vamos.

Otra cita sobre la individualidad, lo que nos distingue y hace únicos.

No existen mandamientos. Los mandamientos vienen a ser verdades que el conocedor adapta para ponerlas al alcance del ignorante, o son las verdades según las concibe y las siente el ignorante. Los mandamientos vienen a ser verdades mal comprendidas. El fundamento de toda verdad es: la dicha viene sólo por el amor. Si yo digo «ama a tu prójimo», ya es una doctrina falseada. Tal vez sería mucho más correcto decir: «ámate a tí mismo como tu prójimo». Tal vez el error originario fue querer comenzar siempre con el prójimo...

[...]

No se da un deber de amar, se da un sólo deber de ser feliz. Para eso estamos en el mundo. Y con todos los deberes y todas las morales y todos los mandamientos juntos rara vez nos hacemos felices unos a otros, porque tampoco nos hacemos felices a nosotros mismos. Si el hombre quiere ser «bueno», sólo podrá conseguirlo si es feliz, si posee en sí la armonía. Es decir, si ama.

[...]

...El hombre no es capaz de amar nada de la forma como se ama a sí mismo. El hombre no puede temer nada en la medida que se teme a sí mismo. Junto a las otras mitologías , mandamientos y religiones del hombre primitivo, nació también ese extraño orden invertido y falaz según el cual el amor del individuo a sí mismo, que es la base del amor, es ilícito y pecaminoso, y el hombre tuvo que disimular, ocultar y enmascarar ese amor. Amar a otro se consideró mejor, más ético, más noble que amarse a sí mismo. Y comoquiera que el amor propio era el impulso primigenio y el amor al prójimo nunca podría prender al margen del primero, se inventó un amor a sí mismo enmascarado, sublimado, estilizado en una especie de amor al prójimo en reciprocidad... Así se hizo de la familia, la tribu, la aldea, la comunidad religiosa, el pueblo y la nación algo sagrado... El hombre al que no le está permitido traspasar por amor a sí mismo el más mínimo precepto ético, puede cometer en favor de la comunidad, del pueblo y de la patria las más atroces fechorías, y cualquier mala pasión se convierte a este nivel en deber y en acto heroico. Así ha procedido la humanidad hasta nuestros días. Esperemos que alguna vez se derrumben los ídolos de las naciones, y esperemos que con el redescubrimiento del amor a la humanidad vuelva a salir a plena luz la vieja Doctrina originaria. [Págs. 142 y 143]


Fragmentos del diario de Martin.
Escrito en 1918. 1ª reimpresión en el calendario O mein Heimatland, 1921

Coincido plenamente en que las naciones y otros "mitos" humanos a veces sacan lo peor de las personas. El grupo, el montón sirve para ahogar la individualidad, la ética personal y acaba en profundos fracasos. De ello dan buena cuenta los conflictos pasados: guerras mundiales, como los presentes: Irak y todas esas mini-guerras olvidadas como las del Congo.

Pienso que estamos siendo manipulados en gran medida y no somos capaces de pensar por nosotros mismos. Mucho más difícil aún cuando la información que nos llega es más que posible que esté adulterada.

Y tu amable lector, ¿qué opinas sobre estos temas? :)

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Ficha del libro
Pequeñas alegrías
Herman Hesse
Traductor: Manuel Olasagasti
Alianza Editorial
ISBN: 206-1718-0
1ª edición 1979

Una edición más reciente, y quizás más fácil de conseguir.
La portada de arriba corresponde a ella. ;)

Alianza Editorial
El libro de bolsillo>Bibliotecas de autor>Biblioteca Hesse
ISBN: 84-206-3342-9
1º edición 1997
No tienen enlaces permanentes. :/

Referencias:

» Herman Hesse, wikipedia castellano.
» Herman Hesse, Wikipedia english (más completo).
» Portal, sobre el autor (en castellano y otros idiomas). Completo.
» Sitio oficial de la editorial.
» Ficha en la casa del libro.


Para que disfruten visualmente, unas preciosas fotos. :)

» Galería de imágenes de Fortaleza - Ceará (Brasil) por N.Horta. :D

Escrito por corsario | 11:07 AM
Comentarios

Belo post.

Agradeço a referência (unas preciosas fotos) e o link a galeria publicada no meu blog VICHE, mesmo sabendo que sou um "amador" na área.

Escrito por Newton de Góes Horta | 7 de Mayo de 2006 - 05:49 PM

Un placer Newton. Por cierto que acabo de corregir el enlace a tu galería. Lo había puesto mal por error. :)

Escrito por corsaria | 7 de Mayo de 2006 - 06:37 PM

Hesse es un escritor excelente, desde que lei Demian no puedo olvidar aquel adolescente enamorado de una estrella

¡Bellisima obra! como todo lo que escribe HH.

Un beso, querido amigo.

Escrito por Magda | 7 de Mayo de 2006 - 07:30 PM

Magda: Demian es un libro precioso. Besos. :)

Escrito por corsaria | 14 de Mayo de 2006 - 10:30 AM

De Hesse sólo he leido El lobo Estepario y lo tengo clasificado como obra maestra, así que tomo nota de tu recomendación

Escrito por Gurus | 4 de Junio de 2006 - 10:28 PM

Gurus: si te gustó El lobo estepario, seguro que esta te encanta. Aparte me atrevería a recomendarte Demián si aún no la has leído. :))

Escrito por corsaria | 8 de Junio de 2006 - 01:06 AM

Seré conciso aunque sólo toco el artículo por la tangente: el amor en sus múltiples manifestaciones es lo único que merece nuestra atención. Todo lo demás es ruido, es mierda. El dinero, el reconocimiento social... sólo son juguetes, herramientas para conseguirlo —si ha sido a raíz de eso el haberlo encontrado, habría que mirar si eso es real— No deberíamos necesitar de eso, luego no deberíamos admirarlo ni desearlo. Arriba con las pequeñas alegrías, con la sensación de tener a alguien con quien compartir nuestro tiempo, con las pequeñas cosas. Perdemos el tiempo buscando el amor en sitios equivocados, y éso cuando ya nos hemos dado cuenta de lo anterior.

Me apetecía decirlo.

Escrito por Sergio | 17 de Marzo de 2010 - 08:36 PM

El dinero, el reconocimiento social, etc. son sucedáneos. No llenan vacíos sino que los crean.

Las pequeñas cosas, esas mínimas alegrías que sí llenan vacíos son las que merecen la pena.

Buen comentario. :)

Escrito por corsaria | 4 de Abril de 2010 - 09:24 AM

es mui nbueno lp recomiendo

Escrito por aixa rumie | 29 de Mayo de 2010 - 10:02 PM
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