Cada día me invento una mentira y me voy a trabajar.
Me invento que mi trabajo me gusta. Que disfruto trabajando; haciendo lo que hago.
Pero todo es mentira. Una mentira más.
Cuando termino cada noche de trabajar, y meto la fregona en el cubo me digo: Soy una pringada más.
Mi vida transcurre en un bar, rodeada de gente que a veces te dan ganas de mandar a tomar por culo. Porque tu quisieras no estar ahí.
Porque a ti te gustaría estar en casa, escribiendo otra clase de mentiras.
Tengo que cambiar de trabajo -me digo-.
Pero que mierda. ¿Para que? ¿para irme a otro bar?
Al menos aquí, hay una gente que me quiere, que me admira, que me llaman por mi nombre, que les fascina la forma que tengo de echar las copas.
En otro puto trabajo de hostelería seguramente no dé con gente como esta. Pienso. Digo. Me digo. Me vuelvo a decir.
Trabajo por dinero. Porque de no ser así, ahora, estaría en mi casa escribiendo. Desgastando el teclado con mis dedos: golpe a golpe.
No hay nada que me guste más que escribir.
Escribir,es mi droga.
Una droga que a veces creo que me vuelve loca: que no me hace bien.
A veces me desespero, y necesito escribir como sea, lo que sea, donde sea.
Entonces busco en los ojos de la gente la tranquilidad que yo no tengo, y que ellos expulsan por sus pupilas.
La paz que a veces yo no encuentro.
Quisiera tener tiempo para escribir. Quisiera ser todo lo buena que me gustaría ser escribiendo.
Tengo un montón de cosas y de ideas en la cabeza. Cosas por hacer. Tengo arte: arte aquí dentro, dentro del pecho, pero no puedo dejarlo salir. No puedo porque estoy cansada. Porque tengo un trabajo que me deja agotada. Y luego no puedo empezar a hacer lo que realmente me gusta: a mi me gusta hacer arte.
Me gusta escribir: tengo 1000 historias para contar.
Tengo un corto en la cabeza al que me gustaría darle vida.
Tengo un nuevo "Diario Privado" al que cada día intento buscarle un nombre, pero la gente me interrumpe cuando estoy apunto de encontrar ese "nombre": me piden una cerveza. Y a mi me gustaría tirársela a la cara.
Aún tengo que terminar de escribirlo: queda un largo camino por recorrer, y muchas horas a golpe de tecla.
Quiero, empezar, el mes que viene: empezar con mi nuevo blog, este: pero renovado. Voy a comprar mi propio dominio. Y después del concurso de 20 minutos trasladaré mi blog allí.
Esto es un sueño. Una ilusión que tenía desde hace ya algún tiempo.
Tengo mil ideas en la cabeza, aquí dentro, en el pecho.
Pero el sueño me vence. El cansancio me vence.
La vida no es solo "escribir": lo sé. La vida también trata de salir a comprar al Supermercado. Salir con tu chica a cenar fuera, a ver una película en el cine, y más cosas.
Por eso no solo "escribo". Si lo hiciese, terminaría volviéndome loca.
Ella me dejaría. Normal. ¿Quién se queda a vivir con una loca, que duerme con el teclado del ordenador debajo de la almohada?: NADIE.
La gente no ocupa su tiempo en aguantar a nadie.
La gente ya no aguanta mucho a nadie.
Porque cada día la vida es un regalo más valioso. Donde sobrevivir es todo un triunfo, un mérito, una suerte: Gran suerte. Suerte porque sigues, porque seguimos vivos.
Pero por ahora, me conformo con escribir para vivir.
Soñando con algún día: vivir para escribir.
Te contaré una historia. Intentaré ser breve....
Durante 13 años me estuve haciendo las mismas preguntas, las mismas reflexiones mientras que se me quemaba el alma en un despacho. Cada día de esos trece años me conté la misma mentira. Que tenía que seguir, que debía trabajar, que tenía que ganar un sueldo porque no podía vivir del aire. Una mañana hace exactamente cuatro meses, mientras tomaba un café en el bar de siempre empecé a llorar. Sin un motivo. Sin un por qué. Estuve semanas derramando lágrimas, visitando médicos, explicando cuentos. Un día salió la verdad: Soy escritora, quiero ser escritora. Sólo sé contar historias. Es lo único en esta vida que me apasiona y que sé hacer. Una mañana me compré una libreta y empecé a crear mi mundo. Ahora sigo en él. No sé cómo acaba la historia. Sólo te digo que es una historia que merece la pena vivirla. Un beso**