Has llegado a casa, has soltado las llaves en el mismo sitio de siempre.
El ruido que hacen al caer sobre la mesa, a sonado diferente. O así lo he escuchado yo.
Enciendes la televisión, y se escucha un programa de esos que para nada me interesan. La televisión me da asco, me pone triste. Me entra añoranza.
Estoy aquí, pero parece que no me ves, es como si una tela invisible nos separase.
A ti en un lado, y a mi, en otro.
Me entran ganas de saltar por la ventana. De tirarme de los pelos. De gritar al mundo que no entiendo nada. De abrirme el pecho en dos.
Me siento pérdida, ya no se qué hacer, como comportarme, hacía donde mirar. Que decir. Que no decir. Que mirar. Que no mirar.
Sólo quiero besarte. Hacerte el amor en la oscuridad. Quiero absorberte el sexo. Quiero que me desees, y que me entregues el calor de tu cuerpo.
Quiero buscar el brillo de tus ojos en la oscuridad.
Quiero encontrar aquello que se perdió, entrar, y curarlo.
Me gustaría hablarte con el lenguaje de las caricias, porque con el habla no consigo nada.
Y con el silencio cada vez la distancia se hace más grande.
¿Sabes? para mi sería fácil ir al baño, y quitarme la vida.
Decir adiós a los problemas.
Pero también sería una forma muy poco valiente de huir de los problemas y de la vida.
Por eso voy al baño, cojo la cuchilla y no soy capaz más que de tirarla a la papelera.
Y llorando, escociéndome los ojos y las lagrimas por dentro: grito, grito por la ventana enrejada.
Grito a la gente que pasa por la calle, al vecino; le grito: que te quiero.
Y el vecino piensa que soy una loca más. Una loca a la que le sangra el alma por dentro.
Cuando cierro la ventana, en el baño se va la luz. Y pienso que me he muerto ya. Y miro hacia delante, como intentando ver esa luz: ese túnel que dicen que se ve cuando uno muere.
Pero no hay luz, no hay túnel. No hay nada.
Me agarro a la taza del w.c y me pongo en pie.
Me sangra el alma, y a mi la sangre me marea. Me marea mucho.
Como puedo llego a la cama: me meto dentro.
Me meto muy dentro.
La cama huele a ti. Me visto con tu olor.
Me construyo un mundo donde estás a mi lado y buscas mis abrazos y mis te quiero.
Entonces empiezo a llorar, y a nombrarte. A gritar tu nombre, ese que la vecina ya debe de estar acostumbrada a oír, porque son muchos los días y las noches en los que he gritado tu nombre.
Ahora hablo con Dios. Como si Dios existiera. Le hablo de mi amor. De que me haga llegar un mágico milagro.
Que me mande una nueva oportunidad.
Y ¿sabéis que me dice Dios?.
Me dice que me busque la vida.
El me da la espalda. Como mucha gente ha hecho incluso sin decírmelo.
Pero Dios, me lo ha dicho: me ha dicho: Búscate la vida.
Y yo le digo que hace unos momentos intentaba tirar mi vida por el desagüe de la bañera, mi vida de color rojo por el desagüe, pero que he intentado ser fuerte, y no la he tirado del todo, que por eso ahora estoy aquí, hablando con él, pidiéndole ayuda a el, el único que me queda por pedirle ayuda. Y el me dice: Búscate la vida.
Y no puedo evitar arroparme más. Y sin llorar, porque cuando no quedan lágrimas, ya no puedes llorar. Solo sueño con que ella llega. Suelta las llaves encima de la mesa. Viene, me busca, me abraza, me besa. Me dice que todo ha terminado, que la pesadilla acaba de terminar.
Me quita la ropa. Los pantalones vaqueros manchados de sangre. La camiseta llena de sangre. Me limpia las muñecas. Me coloca las gafas.
Y yo le grito dentro de la habitación: que ha merecido la pena no tirar mi vida por el desagüe, porque gracias a ello, la vida me ha dado otra oportunidad a su lado.
Entonces empiezo a quitarle la ropa, lo más rápido que puedo, lo más tierno que puedo. Ella se preocupa en secarme las lágrimas, y yo en quitarle la ropa, para oler su cuerpo. Para palpar su cuerpo. Para rozar su cuerpo con el mio. Busco su boca, su boca grande.
Le tiro del pelo, para ver si es ella realmente, y no otra.
Me pellizco: no quiero que esto sea otro maldito sueño.
¡Eres real! ¡Eres real!.
Terminamos desnudas, encima de la cama. Tu me abrazas como nunca lo has hecho. Yo te abrazo tan fuerte, que hasta te hago daño. No quiero que te vayas nunca más -te digo-.
Y tu, susurrante, me dices: y yo no quiero que intentes abandonarme a mi y a la vida nunca más.
yo tampoco kiero k me abandones...
eres mi compañera de desamores....
ke haré yo si tu tambien me dejas?
akien contaré mis cosas?...
no te mueras por fi...todavia no...
ami me toca antes k ati...
soy mas vieja...
ni se te ocurra adelantarte..
un respeto alos mayores...
(acaba de caerse una gota likida de mi nariz direzta ala tecla h)
nunca puedes desear morir teniendo un amor. aún en el caso de que el amor no fuera correspondido. ese amor desaparecería también contigo. y eso es lo último que debería pasar... :)
Escrito por: marta de esparta, el Martes, 20 de Febrero de 2007 a las 03 AM
"Y el mundo tratando de decirte todo lo que tú ya sabes"
...
Un abrazo fuerte, señorita.
El amor hay que vivirlo desde todos sus ángulos. incluso los dolorosos, desgraciadamente.
Un beso.
nena por favor dime algo...
aunke solo sea agregar una entrada vacia...o un email vacio...pero k yo sepa k estas bien...
por favor por favor...
mira k me voy a buscarte ...
e...pofavor
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por favor por favor...
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e...pofavor