Que tarde me he levantado hoy. Las 11. Apenas me va a dar tiempo a escribir algo, a leer el periódico o a desayunar tranquila. Tengo que irme a trabajar. Y hoy, precisamente hoy solo tengo ganas de escribir y llorar.
Hay días en los que solo me apetece eso: escribir.
Y llorar. Porque aún tengo que desahogarme, que sacar ciertas cosas fuera. Porque llorar es bueno. Llorar es como lavarte por dentro, y a veces hay que lavarse para no oler a podrido.
Tengo que vestirme. Tengo que irme.
Pero las letras me atrapan, tiran de mi. No quieren que me vaya.
Hacía ya mucho tiempo que esto no me pasaba.
Porque hace bastante tiempo que escribo mierda. Nada de lo que escribo merece la pena.
Y creo que ya ha llegado la hora de volver a ser yo.
Con mis faltas, con mis canciones de Ismael Serrano, y con esa forma de amar, que creo, que me diferencia de todo el mundo: que me hace especial.