Diciembre 28, 2003

Cariño

- "Bueno, cariño" - le dijo ella, ofreciéndole una mejilla

Kenshin no tardó en dirigirse hacia ella, para sentir sus rostros pegados, una caricia de mejillas que se le antojó dulce, tierna y demasiado corta. La besó a modo de despedida, pero sus labios querían transmitir todo lo contrario, querían darle un hola inigualable. Pero temía ser demasiado impulsivo, arruinar el momento con excesiva efusividad. Así que se contuvo. No le costó. Lleva semanas haciéndolo.

Más tarde recapacitó en el término que Ella empleó. No se trata de la típica joven que emite vocablos dulces como muestra de simpatía, más bien todo lo contrario, pues parece en ocasiones que dispara en lugar de hablar. Palabras directas, frases poco sutiles y expresiones que podría suponerse buscan proporcionar una fachada de dureza, de chica imbatible. Y ese "cariño" para despedirse...

Kenshin saboreó con todo detalle el recuerdo de ese gesto. La dulzura de un segundo que puede eclipsar las dudas y los gestos malinterpretados de tantos días. "Bueno, cariño", me dijo... Vaya, vaya, vaya... "Bueno, cariño"...

Resultó tan bonito que hasta se plantea uno el surrealismo o la invención de la frase. ¿Realmente lo dijo? Creo que sí...

Hace exactamente siete días la situación fue bien distinta. Nos vimos. Ella estaba bebida. No me hizo ni caso... Me costó saludarla... Nada más verme, se perdió entre la gente...

Podría ser que no quería verme, tal vez fui inoportuno. No era el momento... Pero entonces, no entiendo por qué ese mensaje unas horas antes, para avisarme de que iba a salir y que qué tenía pensado hacer yo. Parecía una proposición, un "¡hey! ¿nos veremos esta noche?".

Aguanté diez minutos. Me marché aprovechando su ausencia, tratando de ser amable con sus amigos. Me llamó al rato, pero era tarde, estaba en otro bar y, aunque hubiera oído la llamada, no le hubiera contestado. No se lo merecía.

Mis amigos no interpretaron como muy buena su actitud. Pero uno de ellos me dijo: "si no fueras nada para ella, no se hubiera perdido... Te hubiera saludado y no te hubiera prestado más atención, pero el caso es que se fue... No estaba cómoda con la situación, no sabía que hacer contigo por ahí... O eso o quería hacerse la interesante...". Vaya, no sabía si eso era algo positivo o negativo.

Al día siguiente, un par de sms de disculpas por su parte y, bueno... Dejemos el beneficio de la duda, que total... no tengo más candidatas en la lista, la chica cuando quiere es un sol, y nunca se sabe...

Y anoche... Anoche no fui yo a saludarla. La verdad, repetir la escena sería demasiado duro para mí. Pero no, fíjate por donde, Ella vino a mí. Me saludó, estuvo conmigo, se buscó una buena excusa para que me fuera con ella y sus amigo/as, me volví con mis colegas al rato (donde esté mi escuadra, que se quiten otras milicias, qué quieres que te diga), ella volvió para saber como estaba (si me había ido porque estaba molesto, fíjate tú),... Creo haberle notado que le costaba, no le gustaba la situación. A mí tampoco. En realidad, creo que a nadie le gusta la incertidumbre del "estoy y no estoy, pero claro, para ellos no, pero es que, si voy, pues...".

Por mi parte, no me hacía el interesante, sino que no sabía muy bien qué hacer. Lo que sí sabía es que no iba a estar de perrito faldero. Nonono. 3 veces ya son suficientes para la misma chica.

Pero por qué será que a esta chica la veo una vez cada semana o cada quincena, mientras me da la sensación de que no soy mucho para ella. Pero luego, cuando la veo, tiene dos o tres detalles, dos o tres miradas, dos o tres frases entre líneas... que me dejan en el aire. Porque, digo yo, que como realmente el problema esté únicamente en que estas son unas fechas de mucho trabajos para ella... Si lo tuviera más o menos claro pero no encontrara el momento... Si el único problema fuera ese... Esperarías, ¿verdad?

Escrito por Uesugi Kenshin a las Diciembre 28, 2003 08:43 PM
Comentarios

Leer esta entrada justo después de la anterior me ha recordado la ilustración de "El Sol de Breda" donde Iñigo y el Capitán están sentados en un tronco, leyendo la carta de Angélica de Alquézar... pensando, intentando adivinar, averiguar, intuir, desentrañar, qué demonios pasa dentro de la mente de las mujeres. Je je. Son cosas que por más que siglos pasen nunca dejarán de atormentarnos a los tíos... :)

Escrito por Rojo Dos a las Diciembre 29, 2003 02:43 PM
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