Febrero 17, 2004

No te vayas

Miradas de complicidad, sonrisas llenas de ternura, manos que acarician hombros y éstos no se apartan, la tendencia de mantener los dos cuerpos pegados, como astros celestes obligados por poderosas fuerzas de atracción gravitatoria,...

Y ya ayer nos besamos.

Después siempre me invade una sensación de incomodidad. De no saber muy bien cómo actuar. Qué se supone que debo hacer. Qué espera ella acerca de cómo me debo comportar. Porque pasamos la barrera de amigos a ser algo más, sin nombre aún como un recién nacido inesperado, y hay que redefinir conductas... Pero no ayer, ayer no me costó seguir con ella. Seguía siendo igual de agradable.

Y qué pobres quedan ahora los tres últimos meses vividos. Cuán estúpido me siento, en cierta medida, cuando me recuerdo suplicando migajas de cariño de alguien que sólo tenía palabras dulces en contadas ocasiones. Me vendí barato.

Han venido dos amigas francesas de un colega, por una semana de vacaciones. Me propuse ayudarle a hacer de anfitriones. Y aunque ya teníamos cierto cachondeo al respecto de que venían "las francesas", no esperé que los acontecimientos se desarrollarían de esta manera. Que una de ellas me gustaría tanto, que yo le gustaría tanto, que estaríamos tan a gusto tan cerca uno del otro, y que no le importaría lo que pensaran quienes nos rodean.

Es tan surrealista.

Es surrealista porque parece el comienzo ideal de una buena relación.

Es surrealista porque la conocí el pasado sábado, el día de San Valentín.

Es surrealista porque se va el viernes. De vuelta a Lyon, Francia. Para siempre. Para no volver. Para jamás poder acariciarla de nuevo.

Lloraré el viernes. Estoy seguro de ello. Lloraré porque soy incapaz de ver a una chica como un objeto, de estar con ella por unos días y pensar que es simplemente una alegoría al Carpe Diem. Soy incapaz de ser frívolo.

No creo que muchos de mis amigos entiendan esta situación. Pensarían que es que le pido demasiado a la vida, o que como uno recoge lo que siembra, no debería sembrar en alguien que se marcha.

Pero son cosas que uno no puede evitar. No puedo evitar sentir. No puedo evitar que me guste alguien, y que se note. No puedo evitar besar si quiero, me gusta y veo el momento para ello.

Esta tarde recorreré 100 kilómetros al salir del trabajo para verla. A ella, a su amiga y a mi colega, por supuesto. Pero si no fuera ella, no iría hasta tan lejos.

Siento un poquitito de angustia, la verdad. Y sé que pasará. Que tengo que acostumbrarme, que así es la vida, y que tal vez esto sea un buen momento para aprenderlo. Para aprender que Dios decide por uno, que Él tiene sus propios dados para tomar las decisiones de lo que nos acontece.

Pero es que juraría que los que usa conmigo están trucados, coño...

Escrito por Uesugi Kenshin a las Febrero 17, 2004 09:15 AM
Comentarios

Es lo que tienen los dados. Puedes estar años jugando sin ganar nada y luego un día puedes tener una racha de suerte.
Disfruta la racha mientras dure. Además, quizás los dados te den alguna sorpresa inesperada.

Escrito por Rojo Dos a las Febrero 17, 2004 09:52 AM
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