weblog de un acabao

todos estamos acabados

Ya dice mi abuela que el mundo está loco. Y un buen corolario a esto sería que yo soy gilipollas. Pero claro, eso no me lo dijeron al ir creciendo y tengo que darme cuenta a diario.

Ayer era mi primer día de instituto de idiomas. Como tengo las clases normales por las mañanas, y las de idiomas por la tarde-noche, tengo un ratito libre por la tarde. Decidí ir a comprar un regalo para el cumpleaños de una amiga (para mi, comprar un regalo a alguien es un trauma, detesto la sensación de pensar que voy a equivocarme compre lo que compre) con unos colegas. Tras una sarta de experiencias grotescas que no voy a detallar, pero entre las que se encuentran un alunizaje accidental en un escaparate con la cornamenta, logramos encontrar algo y cada cual a sus obligaciones ocio-intelectuales.

Llego al campus y aparco triunfalmente. Inquietante. Un gorrilla me sale a la carrera. Me emociono y yo empiezo a correr también. Se nota que soy más joven, pero quizás debería de suprimir algunos vicios: hago un crono lamentable. Llego al aula y espero en la puerta. Me llega una chica atemorizada y me suelta: “Oye, que estoy apuntada en el grupo 219, pero tengo un problema con los horarios y me gustaría cambiarme al tuyo.”. Recuerdo lo de mi sex-appeal. Sonrío y le digo que yo no puedo hacer nada. Al rato me llega otro y me pregunta: “¿Son muy dificiles las clases del nivel 2?”. En ese momento empecé a preguntarme que era lo que estaba pasando. Con cara de poker, le respondo que no lo sé. Rematando la faena, se me acerca otra chica y se baña de gloria: “Profesor que...”. Tenia que ocurrir algún día, con la cara de tutor nativo del Opening que tengo.

Cuando logré recuperarme del ataque de risa, entro en clase, me acomodo y espero la triunfal entrada de la profesora de ingles, que no se hizo esperar mucho. Llegó con una boina y una cara demasiado morena para ser inglesa... pero bueno. Se sienta, respira y dice: “Bonjour!!!”. En ese preciso instante descubrí la sensación de vivir una angina de pecho. Resulta que mi nivel de francés es inferior a su fase homologa ingles “My teacher is rich”. Tras una larga parrafada en tan bella lengua, deduje que me había equivocado de aula. Tímido como soy, decidí que no debía a levantarme e irme, como si fuera un vulgar diputado. A mediados de clase oigo una tos enfermiza, propia de una tuberculosis perforante como poco. Miro hacia mi lado y ... era el gorrilla, que estaba sentado tras de mi, cogiendo apuntes en plan taquígrafa.

¿Un sueño? No. Hay días que, a todas luces, superan la realidad.