Noviembre 29, 2004

GES: Germán's Entertainment System

Pese a que a Irenita le duela (y os juro que no soy responsable de ese dolor) hemos podido pasar un fin de semana estupendo que, sólo causalmente, coincidía con la celebración de Expocómic. No lo voy a negar, el Viernes lo pasé fráncamente mal en el curro y gracias al enorme sacrificio de ella (la condolida) se me olvidó todo en la cena. Por ella conseguí estar simpático y radiante (as usual, por otra parte) cuando salí por ahí de jarana con la horda del Sindicato del Krimen Bokerón (no preguntéis) y un par de criaturillas más. El sábado le demostré a Álex que no llego tarde a las citas por sistema: a veces simplemente se me olvidan.

De ahí nos fuimos al Expoevento, que quedaba a tomar por culo a mano derecha, pero cargados de buena fé. Después de un rato de escudriñar la lista de acreditados, el tipo de la taquilla encontró mis tarjetitas en un sobre, aparte. No sé aún si eso es bueno o malo, pero la cosa es que conseguí entrar gratis. Y me llevé Los potamoks. Un tebeo muy bonito que aún no consigo entender cómo regalan. Y menos cómo no publican el tercero y último. Luego, como estuve entrando y saliendo, me hice con el segundo tomo de Los potamoks, y un par de fuslerías más. Están que lo tiran, oiga. Llegábamos tarde a la charla sobre rumores e Internet. Y con el murmullo general se podía oir poco. Lo que me llamó la atención de la charla (y nada que ver con mi post anterior...) es que el único informador de la mesa fuese... el moderador. Pero los demás lo suplen por lo buenas persona (a los que conozco en persona, al otro no le conozco pero voy a presumir que lo es).

Lo demás: pues un salón friki. La horda de la noche anterior y varios agregados nos incrustamos como pudimos en el chino de San Bernardo. "¿Cuántos son?" dijo el chino al verme entrar solo pero adivinando a los demás. "Somos catorce. No, perdón, somos trece y X". Así que los chinos pusieron los dieciséis cubiertos y nos distribuimos de una forma medianamente aceptable (lo más lejos posible del susodicho algunos: los que querían llegar a comer algo). Yo comí muy rápido (más de lo habitual) para poder ir a recoger a Irenita, acomodar a un par de invitados (ACNUR me ha insertado en un plan de acogida de frikis itinerantes especialmente conflictivos, que se que me estarán leyendo porque les encanta mi Radio Blog), y volver al salón (donde dimos otro par de vueltas tontas, viendo exposiciones y fotografiándonos justo a globos esculpidos con claras intenciones priápicas e incluso otras personas (agenda que para sí quisiera Roberto Carlos, el cantante)).

Tras eso, tuvimos que ponernos serios. Teníamos una importante reunión de trabajo para explicarle a una incauta eslovena, que traían nuestros amigos puesta de casa, cosas escatológicas, como el porqué cierran con llave los baños del Starbucks, a qué huele X (esta chica puede decir que sabe lo que significan liendres, costra, caspa y liquen en español gracias a nosotros). También salió a relucir la famosa anécdota de aquél examen de arte en el que, nos contaba mi profesora, alguien había respondido que no-se-qué cuadro era obra del pintor "Tululo III". Aquí hago un aparte para mencionar que esta anécdota, en Versión Original, está contada en andaluz oriental. Y lo menciono para que se pueda intentar comprender qué extraño proceso mental llevó a cualquiera de mis egregios compañeros a haber escrito eso (y pronunciádolo "Tululo Tres") cuando se estaba hablando, sin lugar a dudas, de Toulouse-Lautrec.

A punto de que nos echaran de ese bar, huímos hacia el restaurante alemán para encontrarnos con más amigos (Roberto Carlos, muérete de envidia) y cenar. Las esquisitas viandas alemanas (Irenita cenó pechuga de pollo asada con ensalada y yo un plato combinado de croquetas, calamares y empanadillas antes de la salchicha con puré de patatas -vale, aceptamos choucrout-) regadas con la fresca agua de la casa y el cachondeo que los diez mil comensales nos traíamos al parecer fue más que suficiente, y a todos les sobró algo. Por lo que el rezagado de turno, gozó de un exquisito "Pijama" compuesto de restos de pastel de carne, salchichas, puré y choucrout. Y un tomatito. Sé que podría haberme ahorrado esto, pero lo escribo para no olvidarlo y para ver si algún lector que pueda acceder a esas fotos me las hace llegar, cosa que agradecería encarecidamente. Jo jo jo.

Unas cañitas más tarde, y con otra gente (Roberto Carlos: jódete) nos reíamos a lágrima viva de un pobre artista, venido directamente de Los Ángeles que no triunfó, pero que dejó su grato recuerdo plasmado en un póster por el que, cuando tenga dinero, sin duda pujaré: "El vez, the Mexican Elvis with his Memphis Mariachis and the fabulous Elvettes" (ya en mi eMule). Sé de uno al que se le habría hecho el chichi Pepsi Cola.

Y esta mañana (es un decir, que para eso es Domingo), he ido con los refugiados y otros habitantes de este intenso fin de semana, a comer al chino de Plaza España. Sí, a ese del garaje. Sí, ese. ¡Eh, es cojonudo! ¡En serio! Para, una vez regresada Irenita de su casa, bajarnos a dar la puntilla al salón y comprar los cómics que no pensaba comprar allí, sino en la tienda habitual, plan que he desestimado nada más recordar que para eso falta una semana y muchas horas de autobús y metro.

Ahora agitamos, ponemos mucha nata montada y una guindita encima: Irenita y yo, grandes aficionados a Pixar, nos hemos ido a ver Los Increíbles. Y la película hace honor a su nombre, en todos los aspectos. Me ha encantado. Coincido con Porras en que es de las mejores películas de superhéroes que se han hecho (claro que juegan con ventaja), pero es que incluso aparte del contexto friki, es una buena película.

Por fin Mary Poppins ha sido desbancada como la película Disney en la que muere más banda.

Posted by germanmj at Noviembre 29, 2004 01:47 AM
Comments

Uh, euhh... Ohhh... Qué interesante... Ejhem...

Qué majos y simpáticos esos refugiados, sin duda.

Cof, cof.

Posted by: EFE on Diciembre 1, 2004 05:09 AM
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