Febrero 19, 2007

Desconcierto

Como un conejito blanco asmático y al borde del shock anafiláctico por las muestras gratuitas de vayaustedasaberqué que distribuyen los conductos de aire acondicionado de mi oficina, he ido corriendo a la primera revisión de exámenes desde... ¿primero? Para encontrarme, eso sí, con la misma ineluctabilidad. El desaliento provocado por esta carrera era tan imperante que ni siquiera me he parado a pensar si esta carrera me provocaba algún tipo de desaliento (imagino que no, he vuelto a respirar y sigo empecinado en seguir adelante con las mismas pocas ganas.)

Desde que la semana pasada pasara cuatro diítas en reclusión sanitaria antigripal me viene pasando una cosa rara: aparte de que veo el cielo siempre gris (señal inequívoca de que aún distingo los colores), me resulta extraño ver a gente por la calle. No es nada misantrópico, ni antropofóbico ni, probablemente, nada polisilábico o calificable como desorden mental. Es simplemente que siento como si la virtualidad de determinados entretenimientos a los que sacrifico horas y horas últimamente hubiese excedido los límites del monitor del ordenador y ahora esperase encontrar a la gente enmarcada en naranja y con su nombre en colores (graduados según lo difícil o fácil que me resultaría salir de rositas tras una violenta batalla con ellos.)

Me había deshabituado a los tiempos muertos. Ese pasado pluscuamperfecto es engañoso, porque sigo, este post es una muestra de ello, sin hábitos para hacer fructificar todos esos minutos. Quizá vuelva a frecuentar el metro. Hoy cuando he retomado el contacto con él, he topado con una adaptación al jazz balcánico del Porompompero. Así que yo también puedo ir a tocar lo que sea y, al menos, ese tiempo mío fructificaría. No sé si en dinero o en infamia. Pero en algo.

Posted by germanmj at Febrero 19, 2007 08:03 PM
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