Marzo 14, 2007

¡Sabotaje!

¡Sabotaje! - gritó la marquesa. Alguien ha serrado los ejes de uno de nuestros carromatos. Doce de mis temporeros cayeron por un terraplén y no podrán trabajar en dos semanas, ¡Dos semanas!

¿Quién puede haber hecho algo tan horrible, señora marquesa? - se interesó un lacayo.

Veamos, ¿qué sabemos? En primer lugar, que gracias a esta maniobra, esos vagos van a estar dos semanas sin trabajar y, en segundo, que voy a ser la comidilla de estos parajes. Dirán que soy descuidada y no vigilo bien a quién tengo a mis órdenes. Así que como la única perjudicada soy yo, han debido de ser ellos. Creo que, además, hay alguno de ellos que les está leyendo a los otros sobre socialismo... -la marquesa pronunció sus últimas palabras con asco.

¡Socialistas! -se asustó el lacayo.

Sí. Además, ¿quién si no tiene acceso a las herramientas? ¿A los carruajes? ¿Quién tiene la fuerza necesaria para hacerlo? ¡Ellos! -la marquesa estaba enfurecida.

Señora marquesa... a todo esto... ¿no estaremos hablando del carromato viejo? -el lacayo no era muy ducho en evitar meterse en berenjenales. Recuerdo que el capataz le pidió permiso para deshacerse de él y comprar uno nuevo o, al menos, repararle los ejes...

Le dije que lo aprovecharan mejor. Justo ahora he tenido que comprar dos calesas nuevas que me han salido carísimas. Pero tengo que tenerlas, no imaginas la imagen que me da ante mis amistades cada vez que me presento con un vehículo nuevo. Pero está claro, lo han descuidado con toda la mala fe, solo para hacerme daño -la marquesa estaba a punto de echarse a llorar.

Pero si lleva años pidiéndolo, señora... -el lacayo, definitivamente, no sabía nada acerca de cómo funciona la lógica en estos cuentos. Siguió hablando, intentando ser racional, pero no se imaginaba que, conforme acababa este cuento, su carrera personal y profesional como lacayo se iba a ir al mismísimo garete, por pretender enmendarle la plana a la señora marquesa e, incluso, atreverse a insinuar que tras los innumerables fallos en el transporte no había ninguna pérfida mano saboteadora, sino su propia inepcia como administradora.

Posted by germanmj at Marzo 14, 2007 12:48 PM
Comments

Jeje, lo sabía... Yo pensé lo mismo pero sin tanta lírica cuando oí a la marquesa el otro día en la SER.

Posted by: Rear Window on Marzo 14, 2007 02:06 PM

En la SER, en la oficina, en las juntas de vecinos, en la cama...

Posted by: S. on Marzo 14, 2007 04:07 PM
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