Noviembre 19, 2007

El gato

Dos locos entran bailando en una comisaría. Mire usted, señor agente, quisiera interponer una denuncia contra el delincuente de mi vecino, aquí viene mi compadre conmigo que podrá dar fe de todo. Todo esto, claro está, sin poner al agente en antecedentes sobre su falta de estabilidad mental. Quiero ponerle en antecedentes sobre su falta de estabilidad mental. Bien, eso es importante, habría que tenerlo en cuenta, pero... dígame, ¿qué ha ocurrido? Sé que me está envenenando al gato. Éste pensará que es una tontería, pero el pobre bicho es una criaturita de Dios. Usted pensará que es una tontería, pero el pobre bicho es una criaturita de Dios y no tiene culpa de nada. No, claro que no. Pues eso mismo. Yo veo cada mañana como le pone un cuenquito de leche en la terraza, y aquí mi compadre lo ha visto también alguna vez. Y en el cuenquito le echa cosas. Hombre, podría tratarse de medicinas. ¿Para qué? El gato está sanísimo, lo sé yo bien. Si al gato ya le curo yo. Yo, en cuanto el vecino se despista, le echo unas gotas de contraveneno a base de hipoclorito de sodio. Pero aún así, el gato desmejora a ojos vistas. Doy un saltito ahora y a ver si mi compadre palmea. Es verdad, señor agente, es verdad, lo he visto yo con mis propios ojos, el gato ya no es el mismo. Casi no sale de su casa y ha adelgazado cosa mala. Bien dicho, compadre. Como bien ha dicho mi compadre, el gato hace ya días que no come, que el vecino no le deja nada de comer. Bueno, elevaremos esta denuncia a las instancias adecuadas y procuraremos que alguien se haga cargo del gato.

Cuando me asignaron el caso de ir a ver qué coño pasaba con el gato del tipo que hablaba tan atropelladamente y su vecino pensé que era otra venganza del capitán por aquellos comentarios, algo desafortunados, todo hay que decirlo, que hice en plena borrachera sobre su hija la mayor, de la que, por otra parte, me acababa de divorciar. Subí hasta el piso del supuesto maltratador de animales y me lo encontré degollado en el descansillo. La autopsia confirmó que desde un par de días antes de que su vecino interpusiera la denuncia. Por un ventanuco que daba a las respectivas terrazas de los dos pisos, pude ver como el gato, famélico y medio calvo, arañaba desde el interior la cristalera del piso de su propietario. Éste, por cierto, era el difunto, a pesar de que debido a la confusa declaración de los otros tanto el compañero que recogió la denuncia como yo mismo habíamos entendido que era propiedad del denunciante. Toqué al timbre del otro piso.

Llaman, debe de ser la Policía, por fin. Buenas tardes, agente. Buenas tardes, caballero. ¿En qué puedo ayudarle? ¿Vienen a rescatar al gato? No exactamente, verá que hay un hombre muerto en el descansillo y tengo que hacerle algunas preguntas al respecto. ¿Qué si fui yo? ¿Cómo iba a ser yo? Por favor, yo he tenido una semana liadísima, moviendo cosas de aquí para allá, limpiando, fregoteando, haciendo algunas gestiones en la calle... Madre mía, la Policía está loca, ¡que si yo he matado a mi vecino! Si fue él el que se negó a darme el gato cuando estaba pidiéndoselo cuchillo en ristre. No, claro que no, señor agente, yo no he matado a nadie.

Por lo que pude ver del piso a sus espaldas, supe que al menos en lo de la limpieza me estaba mintiendo. Ésto no lo puse en el informe, es una coña que le conté a mi compañero al volver a comisaría con el energúmeno esposado mientras la judicial repasaba su cuchitril.

A lo que iba, que el gato ahora está bien. El veterinario dice que en un par de meses con dieta absolutamente libre de lejía y un par de medicamentos un poco caros, podrá volver a disfrutar de ser un gato.

Posted by germanmj at Noviembre 19, 2007 09:23 PM
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