Octubre 10, 2004

The dark side of the moon

Artículo de Rosa Montero, publicado en EL PAIS SEMANAL el 10 de octubre del 2004.

Hace algunas semanas publiqué en estas mismas páginas un artículo sobre la nueva ley contra la violencia doméstica, en el que mostraba mi rechazo a que se excluyera a los hombres como posibles víctimas. A raiz del mismo he recibido un aluvión de cartas de lectores, un material fascinante que es como una cale geológica de las cavernosas profundidades de la convivencia humana.
Y así, me han escrito muchos hombres maltratados por sus mujeres, la mayoría psiquicamente, algunos tambien fisicamente; son cartas tremendas, elocuentes, conmovedoras: "Mi mujer es alcohólica, tengo dos hijos, uno de 22 años y el otro de 10, al mayor lo humilla siempre que está en casa y el pequeño la ve siempre de la misma manera. ¿Qué solución tengo para evitar esto, separarme y que el juez le dé la custodia?", dice uno.

Cito este párrafo en concreto porque todos ellos se sienten desprotegidos por las leyes, por el entorno social, por la mirada pública. Aseguran que el sistema judicial prima siempre a las mujeres concediéndoles usualmente, en las separaciones, la custodia de los hijos y prolongadas pensiones alimenticias. Algunos consideran que ésa es una actitud paternalista y machista por parte de los jueces, puesto que perpetúa un modelo de mujer indefenso y dependiente económicamente, y en eso no les falta razón.

Claro que habría mucho que decir al respecto. Lo primero que hasta hace muy poco la mayoría de los padres no han querido quedarse con sus hijos. Pero es cierto que hoy los hombres han cambiado, lo mismo que las mujeres. Ha habido un vertiginoso corrimiento de papeles sociales, y es ahí, en los nuevos roles, en donde todos zozobramos, porque no sabemos muy bien dónde tenemos los pies. Y en el caso de los varones este sentimiento de confusión y pérdida me parece que es mucho más crítico y más grave, porque nosotras llevamos décadas interrogándonos sobre lo que somos y lo que queremos ser. décadas de análisis y estudios, de reflexiones personales y públicas sobre nuestra situación y el hecho de ser mujer, mientras que los hombres ni siquiera han empezado a pensarse.
He aquí una terea urgente que los varones han de llevar a cabo, por su salud mental y por la de todos.

Ya lo dice la socióloga Marichu Rosado Millán, que está haciendo una investigación sobre la masculinidad: "Al ir avanzando me he dado cuenta de que los hombres son los grandes desconocidos del nuevo siglo. Sobre las mujeres se ha escrito todo: nos hemos y nos han analizado por arriba, por abajo, por delante y por detrás. ¿Pero los hombres? Existen poquísimas investigaciones sobre ellos. Es natural. El amo no necesitaba preguntarse si tenía alma. Eso era algo reservado para los esclavos".

Tiene razón: hoy los varones son la cara oculta de la Luna. La avalancha de cartas me ha permitido atisbar por un instante ese territorio lunar desconocido, ese paisaje psíquico masculino, un confuso laberinto que les aturde y asfixia. Y he visto que muchos se sienten desprotegidos, postergados y maltratados. "Los jueces persiguen con celo el impago de las pensiones, pero si la mujer incumple el régimen de visitas de los hijos no pasa nada", dice otro. Todo el tiempo resuena la misma canción: se consideran víctimas. Y tal vez ese rencor pueda acabar convirtiendo a algunos en bestiales verdugos de sus mujeres. En muy pocos años, en un lapso temporal históricamente inapreciable, los hombres han perdido un lugar de poder inmenso (e inmesamente injusto) en el que estuvieron instalados durante milenios, y estas decadencias fulminantes siempre son peligrosas: cuando la poderosa Alemania imperial se colpasó tras la Primera Guerra Mundial, de su humillación y su derrota surgió Hitler. Del dolor de perder nacen los monstruos.

Y también es cierto que, en los turbulentos tiempos de transición, pueden cometerse abusos y errores. Una de las cartas es de una mujer, feminista militante desde los ochenta, que a principios de este año vió como su hijo era víctima de una denuncia falsa de malos tratos. Al final el chico fue absuelto y el juez inició diligencias contra la denunciante, pero todo el asunto fue una pesadilla: "No puedes imaginarte mi sufrimiento al sentir que un sistema que yo había ayudado a crear se volvía contra mi hijo, que en todo el proceso fue tratado como culpable, sin tener en cuenta las declaraciones ni las pruebas aportadas (....) simplemente se aplicó el binomio mujer-victima, hombre-culpable". Sí, en este pantano de estereotipos nos movemos y, si de verdad queremos acabar con el sexismo, no podemos caer en el fatal error de anatematizar a todo un sexo.

Escrito por Ines Presiva a las Octubre 10, 2004 01:18 PM
Comentarios

Este artículo me parece acertadísimo en casi todo su contenido.

Tanto en que los hombres sufren una profunda discriminación sexual y se encuentran indefensos ante maltratos de sus parejas, primero porque nunca se hacen campañas para ellos, y a ellos nadie les ha dicho que pueden denunciar sino más bien lo contrario, y la vergüenza que sufren en esta situación es mucho mayor. Y segundo porque todo el sistema social está diseñado específicamente para ayudar a la mujer e ignorar y abandonar al hombre.

Aún más, en vez de eliminar esta terrible situación, las leyes todavía quieren ahondar más en su opresión contra ellos.
A partir de ahora, si sufren maltratos y amenazas, para la ley no serán hechos graves, pero eso sí, si se defienden irán a la cárcel inmediatamente.

También toca el tema de la reflexión propia de los hombres, es algo que empieza a despertar tímidamente y que ya es hora de que consigan voz propia. De que aporten su propia visión del mundo.
Hasta ahora o no podían decir nada, o tenían que aceptar la visión impuesta por el feminismo, (maltratador, ser sin sentimientos, machista y otras lindezas).
Ya es hora de acabar con el machismo y por supuesto, también con el hembrismo que impone sus estereotipos absurdos y falsos.

Reconocernos sin complejos como seres sensibles, y reconocer sin complejos que no podemos tolerar que se nos discrimine contínuamente desde todos los estamentos con acciones tan dignas del Apartheid como la llamada discriminación "positiva", o con la imposición de la Custodia Única en los casos de divorcios.

Afectuosos saludos

Escrito por Yonoes a las Octubre 29, 2004 03:51 AM
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