13 de Mayo 2005

Ummm...una europea....

-Seguramente me tomarán por puertorriqueña o panameña o algo así-
Le dije a Jorge Cadaval, (la mitad de los Morancos), hace siete años cuando preparaba mi primer viaje a Estado Unidos; a Nueva York, por Navidad.
-Qué va.. Ellos notarán enseguida que eres europea- Me contestó él que conoce esa ciudad como la palma de su mano, mientras me apuntaba en un papel las direcciones para comprar ropa.
-Eso será a ti, guapo, que eres rubio como un alemán, pero yo con esta piel y este pelo…-
-¿Piel? Mercedes, cómo se nota que no has pisado Nueva York . Allí verás colores de piel que ni imaginas que existen. No es por los rasgos, es por otras cosas que lo notan-
-¿Que eres española?- Le pregunté.
-No, que eres europea- puntualizó él.
Efectivamente, en aquel viaje sólo una persona se confundió con mi origen. Estaba sola en la acera de la Quinta Avenida cargada de bolsas del GAP, esperando una taxi para volver al hotel cuando un hombre de mediana edad se me acercó y preguntó: “Excuse me, madam. Are you brazilian?”. Contesté en castellano “No” y crucé a la otra acera para esperar el taxi allí. (Daba igual el sentido en el que lo parara. Aquello es una cuadrícula).
Dos años más tardes volví a aquel país, pero esta ocasión fue en verano. Cuatro personas recorrimos parte de la costa oeste en un coche alquilado, desde San Francisco a Los Ángeles. En Los Ángeles nos dividimos y mi pareja y yo cogimos un avión hacia las Vegas. Tal como me dijo Jorge, efectivamente, enseguida nos preguntaban de qué parte de Europa procedíamos. Ya en este segundo viaje me planteé dos preguntas. Si yo me tenía a mí misma como alguien reticente a manejar estereotipos por qué estaba tan convencida hasta ese momento de dos cosas: 1- Que ser español es algo que se nota. 2- Que ser europeo no se nota.
Estaba resultando que nada de eso, sino todo lo contrario.
En un restaurante de la calle Melrose Place, “La luna”, en Hollywood, la recepcionista nos preguntó, al salir, si éramos franceses, españoles o italianos. Antes de que los demás dijeran con orgullo patrio que éramos españoles y a apostillar, “yo de Madrid, yo de Córdoba…”, como si aquella mujer se tuviera que saber el mapa de España mejor que un escolar de la ESO, interrumpo y le pregunto, “¿Por qué de alguno de esos tres países? ¿Pero por qué aciertan casi siempre?.
“Es fácil, los europeos latinos toman alcohol con las comidas, visten muy bien, piden café expreso, salen a la puerta a fumar y siempre llevan unos zapatos maravillosos”. En ese momento, los cuatro nos miramos los zapatos repentinamente como nos hubiéramos mirado el pantalón si nos hubieran dicho que llevábamos la cremallera bajada.
Los demás se sintieron halagados y yo me sentí ridícula.
Me sentí ridícula por haberme sentido alguna vez diferente a un gallego o a un vasco como andaluza, o a un almeriense o un malagueño, como sevillana. Me sentí ridícula por creer que llevo a España escrita en la cara como si fuera Paco Martínez Soria. Me sentí ridícula por tanto localismo obstinado y absurdo que en nuestro país en concreto se ha convertido en especialmente peligroso. Me sentí ridícula porque me di cuenta que si tomas un océano de distancia de la esquina de tu calle, tu procedencia es un continente entero y no esa esquina.
Aquella reflexión culminó en Las Vegas.
Mi entonces marido y yo nos alojamos en un motel. Uno de esos que tiene las habitaciones en torno a una piscina donde nunca se baña nadie, a pesar del calor del desierto de Nevada. Trabajaba en el motel un hombre de origen mexicano del que nunca tuve claro si era el director o el dueño o que se yo, porque a veces estaba en la recepción, otras servía los desayunos y otras arreglaba la piscina. De las tres mañanas que estuvimos allí, la primera, le pregunté en castellano mientras servía el desayuno. ¿Tienen café expreso, por favor?. Me mira con la jarra de transparente café americano en la mano y empieza a canturrear: “Ummm, una europea… una europea…” Volvió con otra jarra de café menos transparente con el que me tuve que conformar.
Supe que ese hombre me tenía una gran simpatía y no sólo porque las dos últimas noches al llegar a la habitación encontrara chocolatinas en mi mesilla de noche, o porque hablara en tercera persona de mi delante mía llamándome “la dama”, cuando le decía a mi entonces pareja, “este restaurante le gustará a la dama” o “que no se pierda la dama este espectáculo”, sino porque a veces me intentaba provocar con algún comentario punzante acerca de mi origen europeo, (apenas hacía referencias a España).
El último día, esperaba a mi pareja en la recepción para salir. El mexicano estaba allí y comenta en voz alta. “La europea está muy elegante. Se equivocó de avión. Quería ir a Montecarlos y ha venido a Las Vegas”
Es cierto que yo llevaba un vestido de verano hasta el tobillo y unas bonitas sandalias con tacón . Es cierto que mientras en los casinos europeos, los caballeros no pueden entrar sin corbatas, en los norteamericanos se acuden con pantalón corto y riñonera como si se fuera a un parque temático. Es cierto que en Estados Unidos, muchos van vestidos como si hubiera que salir corriendo de un momento a otro, (será de tanto ver películas de catástrofes). Pero entendí que aquel hombre quería jugar y no me resistí. Me acerco al mostrador de recepción, pongo una mano en la cadera, me sacudo la melena y le digo muy bajito y despacio al hispano: “Señor americano, en mi país, las mujeres vamos con vestidos como este a trabajar el día que tenemos menos tiempo de arreglarnos”.
Una risa estruendosa del mexicano invadió aquella recepción. Cuando por fin llegó mi pareja y salíamos hacia la puerta, se quedó aquel hombre canturreando: “Ummmm… una europea….una europea…”

Escrito por La caminante a las 13 de Mayo 2005 a las 06:58 PM | TrackBack
Comentarios

Toda la razón... y ni siquiera hay que cruzar el Atlántico. Basta con ir a Portugal y comprobar que allí nadie diferencia entre un vasco y un andaluz... ni los acentos!

Escrito por danirmartin a las 14 de Mayo 2005 a las 03:11 AM

je! por aquì si nos diferencian.

Salu2!

Escrito por Lynda Vanessa a las 14 de Mayo 2005 a las 04:08 AM

No es necesario pasar a Portugal, ni siquiera en Bilbao distinguen un vasco de un andaluz. Y menos si se le ha pegado el acento madrileño...

Escrito por TheSlayer a las 14 de Mayo 2005 a las 11:34 AM

A veces está bien que se reconozca que tenemos un origen. No somos ciudadanos del mundo, y yo no sé qué es eso de ser europea. Sólo sé que nací en Madrid, que mi barrio es "mi" barrio, que por mucho que viaje y aprenda por ahí... las raíces se conservan, queramos o no. Y me voy a Málaga y mi no-acento se transforma, y me porto muy bien como hija adoptiva. Pero no puedo negar que una parte de mi es dónde he crecido, porque si hubiera sido en otro lugar, puede que yo fuera otra persona ligeramente distinta.

Escrito por cris a las 14 de Mayo 2005 a las 01:33 PM

Estoy de acuerdo en casi todo lo q dices, pero tb pienso q las diferencias entre vascos, andaluces, catalanes, gallegos, valencianos, extremeños, etc., no deben separarnos, al contrario, deben enriquecernos, pq así somos y el reconocer q hay diferencias, no es malo ni bueno, simplemente es.

Escrito por Alba a las 14 de Mayo 2005 a las 01:38 PM

Siempre he pensado que nacionalista es aquella persona que no ha viajado. Conozco a un diplomático nacido en mi pueblo experto en Oriente Próximo que se considera español... de profesión.
Por mi parte, latinoeuropeo me parece más que suficiente. Todavía me queda por viajar.

Nueva York, mi herida más profunda.

Señor americano... XDDDDD
Qué arte, porras.

Escrito por javiernes a las 14 de Mayo 2005 a las 06:52 PM

Nada mejor para "matar" los nacionalismos que salir, alejarte y tomar perspectiva...pero en todos lares se cuecen habas, ¿no?

Escrito por J-vol a las 14 de Mayo 2005 a las 08:17 PM

No he salido al extranjero nunca pero en otras partes de España que he visitado me he sentido en casa y así me han hecho sentir. La única vez que me han dicho eres de Sevilla, fue en Tenerife, cuando pedí un café solo. De eso hace muchos años ya. Ahora como yo me siento ciudadana del mundo y ni presumo ni me averguenzo de mis raíces,(aunque por dentro esté orgullosa de ellas)en todas las ciudades que visito me integro con el paisaje y el paisanaje.

Besos Mercedes, wapa

Escrito por Trini a las 15 de Mayo 2005 a las 11:51 AM

Bueno... Supongo que es lógico: dentro de España somos capaces de poner de relieve nuestras diferencias, pero fuera de aquí España no es más que otro país europeo y por tanto nos ponen dentro del saco. Es como si nosotros decimos "los americanos". ¿Alguien se para a pensar que América es todo un continente, que incluye Venezuela, Brasil, México y Canadá? ¿Que americanos con todos, por tanto, y los estadounidenses son estadounidenses? También entre ellos distinguirán entre los oriundos de cada estado, supongo...

Todo esto es cuestión de perspectiva: yo sé que mi acento difiere del acento cordobés y granadino y establezco la diferencia, pero meto a todos los estadounidenses en el mismo saco aún a pesar de saber que cada persona es un mundo y, la que no, mundo y medio :P

Besos

Escrito por Aurora a las 15 de Mayo 2005 a las 01:20 PM

Espero sentir algun dia que sepan que soy Europea en EEUU, tengo muchas ganas de ir alli y conocerlos pero no cambio Europa

Escrito por Arwen a las 16 de Mayo 2005 a las 09:36 AM

Joer, pues yo no bebo alcohol en las comidas, no pido café expreso, no fumo en las puertas ni en ningún lado, y los zapatos que llevo ahora son unos Vans (marca americana) y mis pantalones Dockers (americanos).

Cuidado con sustituír un cliché por otro :-)

Escrito por Chewie a las 16 de Mayo 2005 a las 12:01 PM

No hay nada como pasar una temporadita fuera para ser conscientes de las "tonterías" a las que damos más valor de las que realmente tienen..
Un beso :)

Escrito por Grial a las 16 de Mayo 2005 a las 07:17 PM

Bonito post, deliciosa crónica de viajes en primera persona. Ya se dice que lo bonito de viajar es encontrarse con la gente nativa y entonces saltan las sorpresas porque no nos reconocemos en la imagen del espejo de su mirada. Yo que no soy nacionalista sino un simple independentista que he viajado un poco me puedo escapar de ese tópico que tanto comentáis de que “el nacionalismo se cura viajando” (que es una manera de llamar catetos a los que simpatizan con según que fronteras). Es curioso que sea precisamente en catalunya el lugar donde, con diferencia, la gente viaje más. (No digo lo de los índices de lectura porque esta vez no ha salido lo de curar el virus de la bandera con un libro, la cual cosa se agradece para variar)

Salut i república bananera

Escrito por RUFUS a las 17 de Mayo 2005 a las 03:50 AM

Sólo decirte que me puse al día con tu blog, y que este último post me hizo sentir muy pequeño dentro del mundo enorme, pero con una sonrisa de certeza cómplice.
Gracias, caminante.

Escrito por dockof a las 17 de Mayo 2005 a las 12:39 PM

Apatridas. No mereceis a ver nacido bajo la bandera Rojigualda.

Saludos.

Escrito por Salva a las 17 de Mayo 2005 a las 02:24 PM

Por supuesto es "haber" no "a ver", en fin...

Escrito por Salva a las 17 de Mayo 2005 a las 02:24 PM

Cuanta razón encierran tus palabras, quizás no haya nada como cruzar el charco para dejar de mirarse el ombligo.
Un saludito

Escrito por white a las 25 de Mayo 2005 a las 06:35 PM

Qué casualidad, este año estuve en New York y me confundieron con una española... y eso que solamente soy una PANAMEÑA :)

NY, ciudad espectacular, impresionante e imponente...

Dicho sea de paso, ¿Cómo somos los panameños?

Escrito por Queen of Hearts a las 15 de Septiembre 2005 a las 05:59 PM
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