Marzo 24, 2004

El erotismo del mandil

La primera vez que un hombre con algunos años menos que yo, de muy buen ver, había sido futbolista de primera división, y mantenía todavía un cuerpo macizo y bien aprovechado, me expresó sus fantasías eróticas, creí que me estaba tomando el pelo: o también pensé que me había quedado un poco desfasada en cuanto a las nuevas modas eróticas: Así que no me mostré horrorizada, dando a entender que me parecía un poquillo chalado, por muy buena pinta que tuviera. Acepté seguirle el juego, en eso tengo que decirlo, soy muy, pero que muy curiosa. Lo primero que me intrigó en sus relatos era que me consideraba con un talento especial (hasta entonces para mí incosciente) para desahogar ese tipo de fantasías: quería ponerse un mandil, de esos de carnicero (pero limpio), o de vinatero y, desnudo, poder quitar el polvo de mi librería de casi 4000 volúmenes, me pareció una idea singular y provechosa, me ahorraría unos cuantos euros. Tras una noche de cena en un restaurante chic, con muchas copas encima y una excitación impresionante, llegamos a casa y se desnudó y yo le até el mandil a la cintura, y se produjo una auténtica explosión. Podía levantar hasta un diccionario de 3000 páginas aquel mandil...

Escrito por baltika a las Marzo 24, 2004 11:24 PM
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