Anoche cené en un bar-restaurante denominado "Los Buenos Amigos", una especie de restaurante familiar, mezcla de bar de tapas y cañas con restaurante de obreros que ha cogido fama con sus platos y ahora ya no dan abasto.
En este tiempo en donde las franquicias de comida o los restaurantes de cocina internacional son el recurso a la hora de salir a cenar, de vez en cuando este tipo de restaurantes te lo agradece el cuerpo.
Es ese típico restaurante que hace unos cuantos años te hubieses encontrado en todas partes, el restaurante de carretera pero en medio de la ciudad. Con platos sencillos, que salen rápidos de la cocina, y abundancia de la comida. Los refrescos te los sirven en latas y los cubiertos, pues un platito con el número de tenedores igual al número de comensales. Un sitio donde el camarero es un señor de mediana edad, el cual, aunque intente arreglarse la camisa, uno de los faldones le sobresale y a veces cuelga por fuera y te llama "jefe" o "maestro".
Con respecto al ambiente, bullicio increíble, como si estubieses en un pub pero sin música de fondo. Y es que el número de personas que hace cola para sentarse es muy alto. Mucha luz y varias televisiones, nada de velitas en las mesas, que a su vez son sencillas y con unas sillas con un diseño básico. Nada de decoración si exceptuas dos cuadros, uno con billetes antiguos y otro de todo a cien.
Como último apunte, no te traen la cuenta, te la suman, te dicen lo que es y si lo ves caro te la suman delante tuya. Un método arriesgado para el cliente sin duda y para muchos un problema, tener factura es tener una defensa ante posible reclamación. Pero sin duda este detalle te deja mucho más la sensación de haber salido de la ciudad y pensar que en medio de un viaje has descubierto un lugar barato, donde te sirven una cantidad importante de buena comida.
Ah! Hacen un queso fresco frito delicioso. Quien pase por Elche, que lo pruebe.