captain's weblog

Olores

Cada vez que llega Octubre, se me dispara la creatividad. Y la sensibilidad. Y el maldito sentido arácnido.
Me vuelvo más receptivo, quizás porque el calor embutía mis sentidos durante el verano.

La mayoría de cómics que he dibujado y que luego se han vendido mejor habían sido empezados o realizados totalmente durante este mes.
Y Octubre 2004 no es una excepción.
La planificación del Fanhunter: The Final Conclict nº 2 se me planta en el coco y las páginas casi se dibujan solas. Es imposible parar...
Ni siquiera me afecta el constante sonar del puto teléfono.

Pero esa sensibilidad afecta también a los sentidos. Llevo varios blogs intentando combatir el stress, la presión, y algunas cosas me ayudan terapeuticamente. Sobre todo, los olores.
Cuando paseo a la niña después de recogerla en la guardería, suelo ascender desde la tumultuosa Travesera de las Corts hasta los parques de La Maternidad. En pocos pasos te teletransportas de una calle infestada de ruidos y coches hasta una zona verde tranquila y sosegada, donde sólo se escucha a los niños tomando al abordaje toda clase de columpios y construcciones a las que cuesta resistirse/subir/descolgarse/trepar porque los demás padres mantienen una compostura aburrida pero ejemplar.
Allí hay césped, árboles, tranquilidad. Y el "olor a montaña" rebaja la ansiedad.

Algo parecido me ocurre con El Corte Inglés.
Cada cierto tiempo me paso por perfumerías. Mamá ha trabajado en el ramo de la perfumería durante muchos años, y he aprendido a apreciar el valor de las cremas relajantes, los exfoliantes, las cremas limpiadoras y los potingues hidratantes, entre otros productos que tengo repartidos en dos cuartos de baño, dándose codazos con la la parafernalia de mi mujer.
Y, sobre todo, para testear alguna esencia que me obligue a ser infiel a Calvin Klein por primera vez desde hace, mmmm, ¿diez años?

El caso es que pasas por perfumerías de distintas cadenas, por perfumerías de barrio, por el Séfora, pero lo que te embarga es un pupurri de olores en parcelas diferenciadas y a distintas altitudes.

En cambio, entras en la sección de perfumería de El Corte Inglés y el olor es uniforme, bueno, fresco. Te vienen a la cabeza expresiones horteras y cursis como embriagador o aroma afrutado o palabras peores...
Pero es realmente característico. Es reconfortante.
No sé porqué, te vienen a la cabeza canciones de Moby.

Supongo que, inconscientemente, recuerdo la época en la que mamá trabajaba en El Corte Inglés y yo iba a recogerla por las noches o al mediodía.
Mamá olía siempre bien, como la sección de perfumería de El Corte Inglés.

Todavía hoy, cuando voy al centro de Cataluña, me encuentro a antiguas compañeras de mamá que me saludan como si todavía fuera un renacuajo ansioso para que le dieran permiso para ir a la sección de discos a saquear la cuenta de mami a base de discos de Kiss, AC/DC y Duran Duran.Luego ven a mi bebé, y le dan muestras de perfumes, y le hacen cariñitos, y dejas de ser el hijo de María José para convertirte en el padre de Natalia, y te das cuenta de que el perfume de ese departamento del Corte Inglés, además de ser delicioso, te reconforta porque te devuelve ese pasado que no se puede guardar en la segunda caja al fondo a la derecha.

El tiempo pasa, y llegan más Octubres frenéticos.
La máquina del tiempo huele bien.