Septiembre 22, 2004

Audrey Hepburn

Pasan los días y sigo sintiendo lo mismo que el pasado sábado, cuando no pude dejar de mirarla, cuando sólo haciéndolo me sentía la persona más plena del mundo. Mis ojos no me traicionaban, lo sé porque sigue estando en mi mente; no era una alucinación pasajera, no era producto de una necesidad, hacía tiempo (bastante) que había superado esas cosas. Fue el recordar que después de tantos años, aquella chica seguía produciendo en mi, lo mismo, sólo que ahora, con esa distancia que otorga el tiempo, sabía que era ciertamente real lo que había sentido tiempo atrás.

Esa cara de ángel, de piel suave e increibles ojos oscuros, de profunda mirada, con la que sólo coincidiendo con la tuya es capaz de llevarte por donde ninguna otra lo hubiera conseguido antes. Esa mirada, sí. No puedo olvidarla. Ni el resto. Sus carnosos labios que tanto añoro explorar con mis dedos, recorrerlos suave y lentamente, y que aún más deseo besarlos. O incluso esos pies largos, de modelo, que otorgan esa clase innata, especial, que sólo mujeres como Audrey Hepburn podían tener.
Sé que si pudiera besarla una sola vez, podría morir feliz. Pero no puedo. No puedo hacer nada. Hace 10 meses que tiene novio y sé que es una persona comprometida con quién está. Es triste para mi, pero pienso que eso es genial. Dejaría de ser alguien importante para mi si acabara con él por una 3ª persona. No, no me gustaría por razones evidentes, porque si lo hiciera con el que es su novio ahora, también podría hacerlo con otros y eso no me gusta. Mi madre dice que en el amor y en la guerra, no hay reglas. Y yo, no sé de dónde coño habré salido, porque para mí sí que las hay. Soy un romántico empedernido que sufre sin tenerla, que sufre aún más cuando quiero hacer todo lo que esté en mis manos para que esté conmigo y sea la persona más feliz del mundo y que, por una ética autoimpuesta, no hará nada que pueda perturbar su vida, su pareja, su mundo... Tan sólo me queda pensar en ella, imaginármela a mi lado y desear que algún día esa fe ciega que siempre he tenido en el amor, se cumpla. La imaginación nos otorga este poder, aunque sea un sentimiento de feliz tristeza.
Mireia de Rueda, no puedo dejar de pensar en ti. Necesito hablarte, cogerte, tocarte, mirarte, abrazarte, besarte, escucharte, olerte, conocerte... Me conformaría siendo tu amigo, pero cómo ibas a fiarte de una amistad como la mía que tanto te anhela?

Escrito por Robert1975 a las Septiembre 22, 2004 01:41 AM
Comentarios
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?