Mayo 11, 2005

Las ciudades siempre serán hostiles

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Escrito por: Newton

Las ciudades no se crean, se las produce como quien confecciona chips y en este nivel, como dice lapidariamente Alfred Prokesch: “es un hecho histórico que no hay ni ha habido jamás una planificación urbana que haya tenido éxito”. Esto quiere decir que las ciudades se formaron y seguirán haciéndolo de manera indómita, a pesar de la excesiva pero inútil política de planificación urbana.
Estas ciudades de espíritu rebelde eran ya conocidas en otros tiempos como Biotopos, es decir, un lugar en el cual la vida, en su forma más diversa, llega a un equilibrio y se mantiene en él. Claro esta, esto tiene algunas variables especificas que configuran las “circunstancias dadas” que solo el investigador psicohistorico es capaz de identificar, explorando las huellas que el vivir en sociedad ha dejado en el carácter y de cómo influye en la espontaneidad anímica que ese entorno logra sobre el individuo y sus grupos sociales cercanos. Es quizás la psicotopia del “objeto” proporcionado en su forma y permanente en su afecto…
Es así como se construyen las imágenes “utópicas” de la ciudad. Esos pensamientos colectivos que auguran ingenuamente una “ciudad mejor” (si se llevasen a cabalidad estos planes imaginarios, demostrarían ser una incongruencia peor de la que hoy habitamos) y los supuestos “visionarios” que con sus teorías anticipatorias de ribetes publicitarios, solo logran falsear conceptos bajo la premisa de que la anticipación prepara al mundo para su transformación.
Todo esto configura una tremenda “flojera mental”, pues no hay porque esperar que la ciudad del futuro siga cumpliendo por si sola su función (una función que al principio no se persiguió de una modo intencionado): La de ser un lugar en la auto liberación del hombre. La ciudad se convierte así en un espacio para la “rebelión del pensamiento”, a veces en formas tan novedosas que se hace preciso tratar de identificarlas. Una de ellas es la soledad.
Aunque esta no es una patología urbana nueva, es una buena imagen que configura lo que significa la adaptabilidad a espacios hostiles bajo la figura del aislamiento físico, visto este como una “racionalizacion” donde el argumento ha sido conciente dentro de un dilema situacional al creerse uno mismo que la soledad ha sido buscada voluntariamente. Asomarse a la ventana de cualquier vivienda alquilada en sumas horrendas o comprada a precios dolarizados, es una simple demostración de que verdaderamente si estamos solos…
Esta hostilidad a los vecinos anónimos, solo es explicable en la esfera de lo subliminal a través de la tendencia cada vez mas generalizada en evitar el contacto como una exquisita particularidad del habitante citadino. No es una actitud que el mismo haya racionalizado, no es una decisión voluntaria. Es algo así como lo que sucede con Microsoft: un pattern se superpone a otro para solucionar los errores de programación, un parcho sobre otro…
Estos patrones, evidentemente, son aprovechados por los especialistas de la publicidad, para dirigir a este incauto e ingenuo habitante hacia paisajes ficticios donde el esparcimiento se convierte en algo fatigoso y complicado, logrando que el hombre de ciudad regrese desorientado porque sencillamente nunca se le dio la oportunidad de conocer las cosas mas sencillas de su paisaje interior.
En estas supuestas aperturas del conocimiento que ofrece la ciudad, es la ilustración iconográfica la que logra que estas muchedumbres de esperanzas irracionales (conocidas como pueblo) siempre estén condenadas al fracaso. La metrópolis se ordena así misma a través de la confluencia irreflexiva de fantasías con aires de redención en hombres ávidos de movilidad, donde la personalidad momentánea va del contacto agresivo a la soledad inhóspita…
Realmente es como si el aire de la ciudad hubiese inspirado a los hombres a ser libres…aunque sea por 15 minutos.

Escrito por Parafrenia a las 02:07 PM | Comentarios (1)