Marzo 08, 2005

La deforestación del espacio urbano

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Escrito por: Newton

Las calles se caracterizan por una fenomenologia del contacto a través de la actuación ritual (mas que por las apariencias que pretendemos demostrar) en un contexto que tiene una formalidad definida por los limites que esa forma urbana logra generar en el individuo, ya sea a en la identificación del anonimato o en la invasión de relaciones estériles en esos espacios, entendiendo lo publico como una pluralidad de diferencias móviles y una inmovilidad en las relaciones sociales. Es una especie de “excentricidad” bajo la figura de una adaptación…
En este gran “laboratorio urbano” (que va desde la movilidad residencial interna hasta la movilidad social de la calle), el transeúnte ocioso establece un recorrido en el espacio-trafico que se diluye entre lo trivial y lo raro, en un territorio proclamado que no es mas que una representación metafórica de una afinidad ritualizada por gestos y palabras. Este habitante de la ciudad sufre una incapacidad para mostrar disposición de ser abordado, convirtiéndose en un ser cerrado a la interacción y en con una constante indiferencia flotante, desarrollando recursos o defensas como el “entabicamiento” de la atención y la mirada, generando una “intensificación” nerviosa y por ende, a estar en una perenne situación de alarma. La ciudad termina orbitando alrededor de una sociedad relativamente inaccesible en la cual “no se puede ser común”.
Esta lógica de la desinformación permite a los medios de comunicación dispersar la atención para favorecer un ir y venir de rumores (conocimiento indirecto y superficial), concentrándolo en un punto para provocar escándalos y sus consecuentes leyendas urbanas. Desde el instante en que esta circulación de información alcanza niveles caóticos, los juegos de lenguaje se hacen impenetrables entre si y se transforman en gramáticas, convirtiendo al publico alienado en sectas agrupadas en masas que se pelean el espacio publico (espacio-rumor) donde la lucha es por la circulación, sin sentido de la orientación (chisme)
Este espacio publico solo logra existir cuando se trastorna la relación de equivalencia entre una identidad colectiva (social o cultural) y un territorio (membrana permeable), lo cual no se define por su centralidad mas que por su función de suprimir enclaves, donde las identidades (individuales o colectivas) siempre estarán deslocalizadas o excedidas. Son precisamente, espacios donde el murmullo es inagotable y se habla el lenguaje sin silencios del hombre que esta siempre demás…
Este vagabundo urbano es un ser de una antropología exteriorista, hecho de secreciones representadas por las vitrinas iluminadas donde el tiempo no existe. Esa hipersensorialidad lo convierten un ser que solo puede ver a través de un embotamiento distraído y fugaz. Esta visión, pasa de ser radiada a panorámica en el momento que se llena de personajes, tipologias o signos que denoten status, teniendo el rostro como el centro geometrico de todos los conocimientos. Es así como el espacio público de las muchedumbres es un espacio de contagio donde las ondas de la imitación no logran ser neutralizadas, convirtiendo los deseos y creencias en fenómenos sociales ritualizados a través del estereotipo.
El espacio público es un espacio del anuncio publicitario, el espacio-look (sonámbulo y superficial) donde el rostro se convierte en fachada y en lo que todo debe ser negociado porque todo es problemático. El espacio-anuncio señala nuestra posición, el espacio-trafico define nuestros choques y embotellamientos. Es como si un hablar constante entre sus ciudadanos unificara el espacio publico cuando esté, al mismo tiempo, es objeto del dialogo de los que lo transitan.
Definitivamente, en un espacio publico las relaciones mas importantes son aquellas que todavía uno no tiene…

Escrito por Parafrenia a las Marzo 8, 2005 06:14 PM
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