Enero 29, 2005

No diga arquitectura, diga medio ambiente construido

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Escrito por: Newton

En el proceso interminable de residir en la ciudad, donde la movilidad, contaminación, el acoso, la violencia, segregación, angustia, etc., suponen al habitante tener que cargar con una culpa que no es definible, hacen sospechar que el deterioro del “entorno natural” tiene unos factores asociados a un problema de índole desechable para la industria inmobiliaria y el consecuente abandono, por parte del Estado corrupto, del patrimonio de la Naturaleza. Mitos creados para obligarnos a residir en la contingencia de lo cotidiano que siempre termina degradado y sin contexto
Es ahí donde el “parque” y la autopista se apropian, a través de su dinámica de los opuestos, del suelo de la ciudad, gravitando sobre una mezcla de negocio y rechazo de la metrópoli, pues por donde tocan o pasan se revalorizan los espacios que el hombre común idolatra, convirtiéndolos él mismo en un fetiche o gadget arquitectónico, reproducido como estimulo de rápido consumo urbano. Algo así como arquetipos renovables en forma de calle, soporte “infinito” de múltiples signos telemáticos, populismo para llenar vacios, publicidad enfocada en la proliferación de objetos-consumo, desechables mas no renovables…
En este contexto de comunicación “moderna”, conjugados a través de la movilidad y el anonimato, el proyecto arquitectónico debería abordar una determinada función patrimonial en donde se acepte al edificio por su micro-historia con respecto al contexto, un “perfil biográfico”, una axiología del conjunto con carácter de “monumento” no-estático (valor cultural meta-cambiante) y su implantación en el territorio (paisaje acotado por sus limites extra-naturales). Algo así como proyectar desde la alegoría de lo pensado, en función de una peregrinación de la ficción como conjunto donde la materialidad significa darle forma a la materia a través del “comentario” expresado como dibujo.
Pero pasa todo lo contrario: el elemento arquitectónico se convierte de esa manera, en una interfase entre el acontecimiento social e histórico y la reproducción del ámbito artificial, donde el simulacro se convierte en un modelo del pasado mitificado a través de las narraciones noveladas de la historia y el significado del espacio, con una fuerte connotación semántica del presente bajo el manto de la publicidad, convirtiéndose en “modelos inestables” no-científicos, marcados por la tendencia ideológica contemporánea de la cultura producida por la economía del deseo. La “forma” sin traducción material es un “embalaje-signo"...
En este caos, se acrisolan 2 posturas. Por un lado el Espíritu de la Secta propagado por las escuelas de arquitectura, las cuales alimentan un gusto exagerado por la seudo-información tipográfica, donde la imágenes se institucionalizan a través del “edificio-caleidoscopio" (algo así como un graffiti en 3 dimensiones) que se convierten en una especie de amuletos con “forma mercantil” donde solo funciona el precepto de la producción y difusión mediática de la simulación.
Y por el otro lado esta el Espíritu de la Geometría: los científicos como los nuevos brujos de la imaginación, donde el entendimiento de las calidades sensoriales (táctiles, térmicas, acústicas, etc.) son el principio regulador de una nueva hermética donde la funcionalidad esta asociada a los creación de “espacios inteligentes” . Ciudades poliédricas como archipiélagos tecnológicos, en donde los espacios en permanente cambio aceptan al marketing de un dudoso pluralismo de imágenes como signo de evolución (llámenle rendering o sus derivados)
En esta mercantilización de las ideas y experiencias cabe preguntarse, ¿hay un verdadero plan, por irreal que sea, de construir los asentamientos del hombre-futuro?
Parece que lo único que les interesa es la perdida de los sentidos a través de la desmaterializacion del espacio como símbolo del silencio, en el cual se construyen “objetos arquitectónicos de fruición estética” racionalizados pero no racionales, burocratizados como cultura y pésimos en su administración, robotizados pero no sociales, desequilibradores del ambiente, solo reproducen “ruido” y mucha estatica.
Monotonía cultural, degradación espacial, esterilidad social y agotamiento personal. Esto parece ser lo único que nos ofrecen los arquitectos irónicamente mediáticos…

Kafka = actual estructura urbana

Escrito por Parafrenia a las Enero 29, 2005 06:09 PM
Comentarios

Creo que a la mayor parte de los arquitectos se le ha ido la olla. Hacen edificios incómodos, feos, con materiales poco resistentes y de dificil mantenimiento sólopensando en su propio lucimiento personal, pero sin acordarse lo más mínimo de las personas que lo van a habitar o usar. Surgen así barrios enteros sin personalidad ninguna, que no invitan a pasear por sus calles o parques sino a regresar a la intimidad del hogar como cascarón de huevo. En fin, un desastre de panorama.

Un saludo

Escrito por odyseo a las Enero 29, 2005 08:26 PM
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