Febrero 29, 2004

EL PROYECTO GARGOLA

Por: Newton

He aqui la verdadera historia de nuestro solitario y no tan bien ponderado: GARGOLA

1

En un principio Gárgola perteneció a la logia de los angeles-demonios en la Edad Media específicamente en la Era Gótica. En el año 1211 fue esculpido por un artesano llamado Kargere (hoy en día se cree que sigue con vida) y colocado en la catedral La De Reins en Champagne, Francia, donde paso largos siglos aburrido de ver el caminar vacilante de fieles y no tan fieles, llevando una vida austera como la piedra.
La primera guerra mundial en uno de sus bombardeos estratégicos se encargo de derribarlo. Aunque la catedral fue restaurada, ya el espíritu inquieto e ingenuo de Gárgola había sido liberado, revoloteando hasta conseguir materializarse en nuestra era.

- ¿ En que parte de la ciudad me encuentro?

Pregunto Gárgola a un viejo expendedor de periódicos en ciudad-fragmentada. El hombre río y le indico el camino mas corto hacia el subterráneo. Era este un nuevo mundo para Gárgola lleno de velocidad y asombro, de sobresaltos y luchas.
Bajo las escaleras automáticas, metió la mano en su bolsillo y saco un billete que mostraba una cara de un lunático o eso parecía, con el cabello despelucado. Creyó reconocer la imagen pero ya todo le parecía tan natural y a la vez tan divertido...
Sonrío mostrando sus dientes excesivamente cuadrados y le indico al operador que le diera un boleto que lo llevara a la ultima estación. Pudo ver que estaba en el lado opuesto de la ciudad-fragmentada y eso no le agrado. Bueno, en realidad era temprano y eso no le incomodo, llegaría a su hogar a descansar mientras el resto de las personas comenzaban su trajinar diario. Gárgola penso en su relativa suerte.
Con una voz que parecía poco adaptada, arrastrando las erres, resoplando al mismo tiempo por la nariz y en un tono chillon-silbante como pocos, logro transmitir una gran expresión de duda en el operario. Este al no comprender ese extraño dialecto, lo tomo como un turista perdido y le vendió el boleto mas caro.
Gárgola lo tomo por tonto porque hacia la ultima estación iba siempre o eso creía recordar, pero eso nadie lo sabia.
Sus viajes en el subterráneo eran callados y largos, ya sea en horas de alta afluencia de personas o cuando no había nadie los fines de semana por las noches. Entre ruidos de celulares trato de recordar cuando se había iniciado esta locura tecnológica y se dio cuenta que no tenia memoria, mucho menos identidad conocida.
Sonó el silbido que anunciaba la ultima estación y Gárgola despertó de su corto sueño despierto. Traspuso el torniquete en un gesto entre zombie y automático empezando lo que seria una larga ascensión a una de las tantas fronteras no declaradas de la ciudad-fragmento.
En el exterior todo era una gran ebullición: mercaderes informales y formales se peleaban en una guerra de precios exorbitantes para ambas partes; líneas de transportes surcaban todo el ramal de super-autopistas a velocidades increíbles; vagos y maleantes de poca monta tomaban y asaltaban sin piedad de tamaño, sexo o condición económica; caos estructural en los últimos edificios y colinas plagadas de estructuras apiñadas hasta el limite de la locura. Humo, olores dispersos, ruido como de grandes generadores energéticos se colaba en los oídos ya sordos de Gárgola.
Se sitúo en la fila de personas que se dirigían hacia un lugar no especificado, no por que nadie lo dijera sino porque en realidad no lo sabían, y se dispuso a dejarse llevar entre ciudad-fragmento y ciudad-calor.
Toco el bolsillo de su chaqueta y se dio cuenta de que ocasionalmente fumaba, encendió el cilindro y se dispuso a esperar su turno de abordaje.
A los treinta minutos la cola avanzo y Gárgola tomo el ultimo transporte hacia su destino final: Filo de Montaña. El viaje era largo y tortuoso: casi una hora entre senderos boscosos llenos de baches.

- Señor, déjeme en la próxima entrada.

La indicación de Gárgola fue precisa y el conductor acostumbrado a ese timbre de voz extraño y particular se estaciona rápidamente levantando una nube de tierra. A Gárgola le pareció que el conductor lo hizo para fastidiarlo pero sus tribulaciones eran otras más fuertes.
Prácticamente se tiro del transporte a pesar de estar cansado y penumbroso pero el desgraciado conductor no detuvo su marcha del todo. Camino unos 200 metros hasta una casa de apariencia humilde y una luz fluorescente con un sensor se encendió al sentir las pisadas. Era este el único recibimiento agradable que Gárgola adoraba al llegar a su hogar, giro la llave de pesada manipulación y entro sin hacer ruido...
En ese lugar todo era de manera diferente: tres monitores de 21 pulgadas mostraban el monitoreo de seis ciudades satélites y de ciudad-fragmentada. Una torre alta de equipos de tecnológicos avanzados dispensaba y distribuía toda esa información en una poderosa red interna que Gárgola hizo llamar Kargere, en honor de su antiguo creador.
Aquí empezaba el trabajo no declarado de Gárgola, su pasado oscuro-gotigo y su presente mundano y hostil lo habían hecho tomar una actitud particular de buscar la justicia y equidad entre las personas que nunca llegaría a conocer. Tenia razones éticas y morales de cómo comportarse en la red y fuera de ella, aunque fuera de ella no era tan afortunado.
Su aspecto daba la idea de una gran hormiga con lentes en forma de aviador pero correctivos, una especie de mantis ceremonial que entre gestos y palabras inentendibles hacia de Gárgola un ser poco afortunado en las relaciones interpersonales que requerían una presencia física pero era todo un maestro en la captura de criminales en la red y fuera de ella.
Convertido en héroe por necesidad (no tenia un trabajo fijo) y en caza-recompensas por error (estaba dotado de poderes sobrenaturales), Gárgola empezaba su día cuando en otros simplemente terminaba con sus cabezas descansando sobre una almohada.
Gárgola es mas que un fantasma en la red, es un explorador que quizás nunca lleguemos a detectar.

2
Coloco su bolso de piel negra en uno de los sillones-cama de su bien distribuida estancia y se dirigió con paso resortico hacia el refrigerador. Lo abrió con una cautela que hacia pensar en la colocación de un explosivo plástico y miro dentro, posando su mirada en un liquido que solía proporcionarle, por un módico precio, un comerciante ilegal de aspecto asiático.
La visión de Gárgola era de una extraña limitación: no lograba apreciar la visión periférica pero cuando fijaba el objetivo, era difícil que algo escapara a su aterradora, y al mismo tiempo, aguda mirada-asesina.
Logro exhalar una especie de gruñido satisfactorio, sonriendo con extremo entusiasmo y atenazo el cilindro contentivo con aquella bebida de peligrosa procedencia.
El cilindro contenía a su vez otro cilindro. Gárgola una especie de botón donde se leía: “ OPEN ” e inmediata mente se mostró aquel liquido verde-luminoso. Gárgola absorbió como un poseso hasta vaciar el contenido, cerro el recipiente con otro botón y se dispuso a tomar un baño de micro-vapor en su ducha de poros verticales.
La estancia era totalmente integrada al todo. Sus espacios eran vacíos separados por laminas de acrílico enriquecido con soluciones fotometricas: constantemente cambiaban de color sin un orden aparente y daban la apariencia de cambiar también la posición y la estructura de los espacios.
Gárgola se desnudo y su cuerpo mostraba señales de haber experimentado grandes y profundas intervenciones quirurgicas-explorativas. Su color amarillento, a pesar de ser moreno, daba un aspecto diabólico a su figura insectívora. El lo sabia y por eso evitaba reflejarse en los espejos (en su casa no los había), desarrollando una especie de automatismo y economizando el uso de cosméticos superficiales. Solo hacia uso de productos exclusivos que mandaba a preparar con un amigo farmacéutico, ávido siempre de experimentar con nuevas asociaciones químicas y con escasos cuerpos extraños.
Tomo su baño tan rápido como sus pensamientos, limpio y dispuesto a descifrar una pista que había encontrado en su salida del día anterior. Se sentó frente a sus 3 monitores después de vestirse con ropa cómoda y extrajo unas galletas de su escritorio rotatorio.
El escritorio giraba sobre una base que era controlada aleatoriamente por un sencillo mecanismo. El fluir de movimiento y los colores que proporcionaban las separaciones acrílicas, daba la impresión de una locura surrealista solo guiada por la diferencia e introspección de Gárgola sentado en plena conexión con su mundo, con ese mundo que adoraba, que le permitía ser un paladín del bien y el mal, un mercenario de la razón, un poeta estroboscopico...
A medida que Gárgola empezaba su tecleo de figuras y símbolos, empezaron a venir a su mente enfebrecida, aquellas imágenes que había presenciado en una fiesta electrónica. Sus ojos se cerraron inconscientemente tratando de evocar las situaciones, los elementos, las personas; en una conjuración de maquinaciones relacionadoras. Llenas de imágenes cargadas de sexo en escaleras, papeles volátiles, pantallas llenas con perros de Tíndalos. Eran expresiones de horror y fantasías extremas; de coches automatizados en busca de placeres, de ritmos transeúntes, de locas expresiones fantasmalmente videoplasmaticas...
En un momento corto de relatividad existencial, un frío estremecedor recorrió su ya implantado cuerpo y pudo ver bajo una nueva perspectiva, la figura de una criatura hermosa que bailaba con un ritmo calculadamente desquiciante.
Había encontrado el enlace físico de la noche anterior. Con cierta precaución se acerco (reconstrucción mental), hacia esa situación que le inspiro y le hizo bailar en su rincón esquinado de formas fractalicas.
Gárgola daba a sus salidas físicas una interpretación casi mística: salía muy poco, se diría que casi nada y ese mismo día lo había considerado como un día especial para pasear.
Se levanto temprano. Estaba con un verdadero animo de pasear por la ciudad-fragmento y de disfrutar de la observación caótica, movimiento de los seres que la definían. No encontró nada particular, ni siquiera cuando se vio embarcado en la aventura de una supuesta realidad alternativa electrónica.
Abordo el coche-imagen con unos supuestos conocidos y se dispuso a interesarse por las cosas inexplicables de la razón controlada y del éxtasis de los sentidos. Móviles celulares marcaban el destino a seguir y en pocos minutos se encontraba cruzando una super-autopista, con rumbo hacia lo que seria un destino exacto: sin huellas, sin rastros...
Ese día encontró una de las pistas mas extrañas, irreal y al mismo tiempo certera que no pudo contener su satisfacción. Sus ojos bailaban en un preciso compás acompañado de un tecleo exquisito. La misma noche del encuentro visual delicioso, ocurrió una muerte por exceso de información: uno de los presentes en la reunión desfalleció ante el impulso criminal de un enemigo oculto bajo la forma de un componente masticable. Gárgola se adelanto hacia el cuerpo que yacía sin vida y verifico su estado terminal.
Nadie se dio cuenta de la caída abrupta de aquel ser sin personalidad. Gárgola evalúo la situación y poso su mano en el pecho de la víctima. Sintió una grave energía, como de mutación sin control. Se levanto con la certidumbre de que nada podía hacer y se enfilo hacia la salida mas próxima. No quería verse envuelto en una situación de extrema burocracia, guardo sus polvos sublimes en su garganta polisintetica y salió sin ser visto, nunca había sido visto...
El tecleo aminoro pero seguía su curso armónico. Gárgola se dio cuenta de que había una sustancia que no solo mataba (esto era un efecto secundario): también inducía a matar y a buscar estados transitorios.
Gárgola no le importaba la muerte pero si esos estados temporales donde el espacio-tiempo abrían fisuras, creando contactos con otros estados.
Gárgola sabia de la inducción y esa parte le atraía con profunda morbosidad pero también estaba en conocimiento de los riesgos que se corrían, sobretodo en personas no adecuadas para presenciar La Gran Visión.
La Gran Visión no era cuestión de elegidos, era cuestión de conocimiento certero. Gárgola sabia que una entidad estaba jugando con ello y eso lo colocaba en una posición antagónica. También sabia que esa entidad debía tener alguna forma en la Red y estaba dispuesto a enfrentarla.
Gárgola continuo tecleando cosas no tan buenas en la Red. Su conversación era agradable, sabia como hacerlo divertido, él sabia como disfrutaría su futura pero incierta situación.

CONTINUARA…

Escrito por Parafrenia a las Febrero 29, 2004 10:54 PM
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