Diciembre 11, 2004

Sueño, divertido, sueño...

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Escrito por: Newton

El camino a la universidad solía estar plagado de divertidas singularidades pero nunca como ese dia....
La calle que corría desde mi edificio hasta la parada de autobús mas cercana, estaba llena de robustos y hermosos árboles de 20 mts. De alto, cubriendo toda la calle con sus benefactores brazos formando un túnel vegetal de apariencia fresca a una calle, por demás, común y triste.
Una vez dentro del autobús, el viaje duraba entre 20 y 30 min., durante los cuales el paisaje mostraba calles y avenidas regularmente transitadas, la mayoría de ellas con árboles en todos lados y montañas cubiertas de casas. Era relajante saber que después de tan corto paseo (sazonado con muchas mujeres de bellas y rígidas formas), aquel autobús me dejaba en una de las 5 entradas de la universidad donde cursaba estudios.
Al bajar del autobús, directamente al frente, compraba mis cigarrillos. Luego, cruzaba la calle entre saltos y maniobras...
Los carros sonaban sus cornetas, mientras yo devoraba aquellas lejanas luces del semáforo-adorno...
Una vez franqueada la entrada, ésta abría la perspectiva hacia un amplio pasillo (el cual ya no tomaba porque la facultad quedaba a mi derecha), y para eso tomaba un camino tachonado de pequeños cuadros de cemento, rodeado de un modesto pero acogedor jardín que me llevaba hasta una de las 2 puertas conocidas del edificio...
Solo que esta vez, justo al momento de tomar la desviación que atravesaba el jardín... sentí un fuerte zumbido en mis oídos, y a través de mis lentes oscuros de protección ultra violeta, pude percibir un resplandor inusual a esa hora de la mañana (9:30 am)
Metí la barbilla sobre mi pecho, para evitar aun más el molesto reflejo del sol e incline mi cabeza hacia la derecha, en un intento de sacudirme el resplandor...
El zumbido afortunadamente había empezado a bajar en intensidad. No ha así lo harían las situaciones que estaban por ocurrir...
La plasticidad y posible masticabilidad de los árboles, surtió un efecto que hizo resecar mi boca y garganta, de una manera tal, que enmudecí... Solo la mirada de una linda chica pelirroja, pálida hasta los huesos y venas, logro sacar mis ojos de los árboles y posarlos en sus deliciosas formas; su mirada era inusual y externa, como si estuviera burlándose de la situación, que ya comenzaba a ser extraña. Me hice el desentendido, y tuve la sensación de que estaba solo, que nada mas vería a esa chica, que no encontraría a nadie...

El lobby de la facultad lucia aplastantemente desolador y terriblemente grande. Pensé de manera ingenua que quizás había venido en un mal dia pero... ¡Siempre venia todos los días! Así que, entre desconcertado y perplejo, me senté en uno de los bancos de madera y cemento que adornaban, el ahora indescriptible lobby...
Sentí como si una tropa de gente viniera desde el fondo del ancho pasillo y me puse atento hasta el límite de mis sentidos. No niego que me puse algo contento de pensar que podía ver gente, quizás porque me gustan muchos los tumultos... pero vi con creciente asombro, que lo que había empezado a girar desde una de las esquinas del otro pasillo eran... ¡9 monedas!
¿Qué si giraban, que si tenia patas? Carajo, no lo se... Solo se que hablaban y lo hacían en perfecto castellano. Quede paralizado y mi pierna empezó a temblar cuando,
de alguna manera, adivine que venían en mi dirección...
A mitad de camino entre ellas y yo, se detuvieron en el centro del lobby y abriendo una compuerta (sin dejar de conversar entre ellas desde que las vi venir por el pasillo), una de esas monedas giro sobre si misma y hablo con parsimonia:

- “El que camina en sueños debe tener una respuesta”

No sabia si estaba mirándome o hablando conmigo y como movido por una descarga eléctrica, resueltamente me puse de pie. Una vez más, hablo una de ellas...

- ¿Goa o House?

- ¡Phsycodelic! – dije casi gritando.

Las monedas estallaron en sonoras y cadenciosas carcajadas y me invitaron a bajar con ellas a una supuesta fiesta donde se suponía habría mucha diversión a altas velocidades con embriagantes maquinas de múltiples colores. Mis miembros se relajaron como llenados por un bálsamo... me dirigí sin asombro y casi familiarmente junto con las monedas por aquella compuerta que, pensándolo bien, era en realidad una alcantarilla...
Después de caminar alrededor de 30 min. entre túneles y atravesar extrañas puertas, llegamos a una estación del subterráneo, que no había sido construida por mis peculiares guías. Luego de varios intercambios fraternales de despedida, una de aquellas monedas deposito otras de su misma especie en mis manos, y me invito a divertirme en las maquinas expendedoras de boletos. Al ver hacia las maquinas casi me orino: despedían colores como chorros de agua pesada sin presión. Me senté cómodamente y empecé a jugar hasta agotar todas las “pequeñas monedas”...
Gire mi cabeza aburrido y solitario, visualizando el clásico reloj de grandes números rojos, señalando que eran las 7 de la noche. Me levante y pude comprobar, desconsoladoramente, que las salidas estaban cerradas, y absurdamente no podía tomar el subterráneo pues no tenia boleto, sonreí de manera franca ante tamaño enredo rocambolesco. Lo único que logro consolarme era que por lo menos en las estaciones, ahora había baños.
Traspuse la puerta del pequeño baño, y casi instintivamente supe que este era un tipo de baño tipo hotel, es decir, compuesto de 2 puertas que suelen dar hacia 2 habitaciones o 2 espacios distintos.
De pronto, sonó un teléfono al otro lado de la 2ª puerta, y al abrir, me encontré con una espléndida terraza sobre una meseta que dominaba toda la ciudad. Me quede mirando relajadamente... Solo fue el repetitivo ritmo del teléfono chillando, lo que me obligo a levantar el auricular...

- Son las 7:11 pm. – dijo una voz mecánica

Colgaron... Al girar mi cuerpo ya desarticulado, observe que la terraza estaba llena de mucha gente conocida. Los saludos y copas empezaron su vorágine dentro de la imprevista fiesta. Yo parecía un recién llegado entre (para muchos de los asistentes) lo que se estaba desarrollando desde hacia mucho tiempo...

Mis ojos no paraban de bailar sobre los cuerpos y cabezas de las 171 personas que plenaban aquella terraza. Multitud de disfraces y formas sombreriles eran iluminadas por extrañas luces de formas fractalicas. El desenfreno en las voces y ruidos, propios de una gran fiesta, iban en un demoledor aumento y ya en mí la sed empezaba a hacer estragos, tanto que mi garganta no podía emitir ninguna palabra. Era una especie de mutismo voluntario pero sujeto a reglas muy precisas: sino hablaba podía percibir fenómenos no-comunes que se hacían cada vez más encriptados, turbulentos, mordaces...
Las copas de los asistentes (en variados y atractivos colores) mostraban un liquido viscoso, que a primera vista me pareció repulsivo, pero al irme acercando al calor de la fiesta, pude ver que simplemente estas personas sorbían en cantidades exorbitantes...
¡Compotas! Si, solo comida para bebes en sabores sospechosos; voluptuosos brebajes que salían de unos dispensadores con formas de cabezas-maniquís... ¡Cabezas frías de muñecos viscosos!...
¡Si señores!, estas neveras tenían una atractiva forma de mostrar como algo tan sencillo, puede llegar a declararse en la moda como algo novedoso y especial.
Me pareció asombroso y efímero, quizás eran la misma definición de las cosas lo cual me llevo a pensar en la mala suerte de los números, en la maqueta de hilo-vidrio en que se había convertido la ciudad... Su vista desde la terraza lejana, la hacia ver tan efímera como una estación espacial, era la estratosfera, era el roce de mis zapatos...

Estoy viendo mis zapatos caminar de vuelta a mi pequeño departamento... en el trayecto me detengo ante el saludo insistente de los colegas en la calle intermedia; tomo una cerveza entre saludos y brindis, un cigarrillo se deja encender... la mirada que se levanta en el humo se convierte en un perfecto reflejo...
En una luna llena, en una bocanada de aire limpio...




Escrito por Parafrenia a las Diciembre 11, 2004 03:46 PM
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