Por: Sabandija
Lo único que puedo ofrecerte es un poema porque una biografía de tu vida seria un insulto para tu obra. Empezaría en la mañana, recordando el día que viniste a la ciudad, llena de miedo pero segura en tus tacones, aquellos zapatos que te hacían escalar bloques calados bañados en cerveza con plomo, entre machismo endémico y palabras de vidas puritanas acusándote de pervertida. Pero tu sorprendiste... a todos: estabas con tus mas fieles amigos, esos con tatuajes en los brazos y sonrientes en todas las fotos, tomadas en el patio de alguna casa lejana en la memoria y el tiempo... ese mismo tic-tac que quieres recordar a través de una infancia tímida, llena de pocas interrogantes, tampoco hacían falta...
¿Por donde empezaría este fulano poema? Porque ya empieza a parecerse más a un ensayo critico que a una declaración de mi afecto. Esté presente tenia cara de sábado con amigos rumbeados... 32 años tarde en contártelo, vestido y transfigurado grababa tus memorias en mi cerveza helada tomando un poco de wave 128 kbps, riendo con tus bailes exóticos, una y otra vez en aquel álbum de fashion delgado... Si, había una conexión desbordadamente lisérgica, era una vida juguetona con actitud de lechuga...
Playa...
Plaza...
Panteísmo recurrente de una sexualidad fronteriza ¿te acuerdas? En ese baño de baldosas inertes...
Descargado de lo oscuro, me empiezo a sentir en otro teatro del aburrimiento: guerra de pelucas, música trance, reflexiones de canutillo... espíritus burlones con tendencias minimalistas...
¿Te acordaras de utilizar ese shampoo sexual que tanto me gusta?
Me encanta que seas una pieza insólita...