Por estas razones, la música se ha convertido en el medio expresivo mas utilizado para canalizar todo tipo de sensaciones y, por supuesto, el blanco mas explotado de la “industria cultural”. Este ultimo aspecto tiene tantas variantes como estilos creados por la misma “industria (maquinaria/ trituradora) musical”.
Escrito por: Newton
Esta expresión coloquial repetida constantemente por cada uno de los chóferes de autobuses que circulan por nuestras ciudades (y por los buhoneros (1) que les venden las copias piratas a los mismos chóferes), por los padres de la novia que se empeñan en terminar la fiesta con algún tipo de música folklórica , por la señora que mientras pasa el trapeador se imagina en los brazos del cantante pop de turno mientras este le susurra al oído sus “inolvidables éxitos” y hasta por el vecino despechado que nos hace participes de su dolor de su dolor con la repetición infinita del disco de algun@ cantante lacrimosa con el cabello teñido, etc., etc., etc., nos lleva a decir que todos, en un instante de nuestra existencia nos ha bastado con nuestra música. Ya sea por las razones mas variopintas el elemento musical se ha hecho un apéndice de la personalidad.
Por estas razones, la música se ha convertido en el medio expresivo mas utilizado para canalizar todo tipo de sensaciones y, por supuesto, el blanco mas explotado de la “industria cultural”. Este ultimo aspecto tiene tantas variantes como estilos creados por la misma “industria (maquinaria/ trituradora) musical”.
Uno de los elementos principales es el cantante o grupo, que gracias a una dosis de maquillaje y el “no se que hacer con mi vida privada, la fama me perturba”, puedan tener las bolas de decir que sus influencias musicales van desde Jimi Hendrix hasta Infected mushroom, claro esta, pasando por la música del servicio religioso de la atribulada “estrella” y finalizando con la música de relajación que utiliza para sus “pocos y cada vez mas escasos momentos íntimos”. A esos cantantes y grupos bien les valdría decir que ellos con su música tienen… ¡Mal rayo los parta en 4, coño!
Pues bien todos estos “godzillas” musicales tienen sus orígenes y es aquí donde cada uno de los humanos ha contribuido a formar estos productos, consecuencia de circunstancias o épocas en la que coincidimos con la venta del producto, alimentándolos con nuestro ego perdido o con los sentimientos embotados de sexo…
Y vamos con el set de preguntas:
¿Hasta que punto va dirigida esta especie de programación musical?
¿Por parte de las Corporaciones?
¿Se trata en realidad de crear una especie de referencia musical que se responde a si misma?
A veces suelo preguntarme: ¿Por qué carazos mi madre será así? Y como no va serlo, si escudaba a los Rollings Stones y Frank Zappa. Se me ocurre que toda esa gente (ahora ¿adultos contemporáneos?) se diga para si: “¡coño, que bolas! (2), me acuerdo cuando se escuchaba esa vaina (3). Entonces empieza el recordatorio de la secundaria, los infaltables recuerdos y la sentencia que nunca falta: “ahora mira lo que escuchan esos carajitos” (4)
Estoy seguro que existe un espacio musical en toda esta cacofonía y que cuenta con elementos impresos bajo una profunda huella KISTCH, cultura trash que nuestra sociedad maneja con mucha ligereza urbana y hasta con cierta ingenuidad personal. Esto hace que se convierta en un arma para si misma, ya que al mismo tiempo este “espacio musical” es invadido por la industria. Esta es la que determina su dinámica, esa de pagar una fortuna por un disco compacto sobre unos derechos de autor, que ni a la industria ni al títere del momento les pertenece. Aquí hacen su aparicion las “inteligencias”orquestales de los ejecutivos dinosaurios o como sigan las cosas tal vez sean los del Majestic 12, quien sabe…
Ojala siga en mi ignorancia musical…
Al final cada quien lleva su música a otro lado…
(1) en caracas el termino define a los venderos ambulantes
(2) ¡jolines, que cojones tío!
(3) termino que define casi cualquier cosa
(4) niños de corta edad