19 de Julio 2004


UN DÍA DE FURIA

Ayer por la tarde fui a ver a un amigo que trabaja en esa franquicia de Seattle en el que sirven una variedad desmesurada de cafés. Ya llevaba tiempo sin verle, así que de paso, que me invite a algo.
Bueno, llego hasta allí y estaba cosa bastante lleno, como siempre. Mi colega estaba detrás de la barra atendiendo a la columna de gente que esperaba para disfrutar de uno esos deliciosos cafés.
Le saludó con la mano y él me devuelve el saludo. Entonces una chica que también estaba detrás de la barra le comenta algo. Mi amigo niega con la cabeza y dice cosas que no pues oír.
Entonces la tía se acerca a mi y me dice que lo siente mucho pero que por normas del establecimiento, y por no sé que de que se reserva el derecho de admisión, que me vaya.
Yo flipando, lógicamente. Le digo que qué cojones dice, que llevo viniendo aquí desde hace ya un tiempo y ni el Tato me había dicho nada.
La tía sigue en plan: “lo siento, pero yo no puedo hacer nada. No me hagas esto más difícil por favor…”
Tenía la indignación por las nubes, pero bueno, pensaba irme sin armar alboroto. Entonces veo bajar a una parejita de rastas, desaliñados, con las mochilas míticas para viajar. Si yo iba mal, ellos peor. Entonces no he podido controlarme y le he dicho absolutamente de todo.
Se me ha puesto la cara roja de la ira, incluso le escupía de vez en cuando a la muy zorra. Le he mentado a sus padres y le he dicho que no entendía la cosa esta y cualquier cosa mala malísima que me pasaba por la cabeza.
Está claro que si han dejado entrar a esos dos a mi también. Incluso había unas pibas con minifalda hasta el ombligo. ¿O sea que esas cuantas niñas van como les da la gana, pareciendo unas auténticas putas y como visten de marca o yo que sé, pueden pasar y yo no? Venga ya.
Además tampoco iba tan mal…vale que llevo casi un mes sin afeitarme, y que tengo el pelo siempre despeinado y alocado, y que mi forma de vestir no es, precisamente, de un tipo que joven pijo, cansado de llevar los jerseys por encima de los hombros.
Vamos que no es normal.
Después del griterío que he montado, que hasta Perry se ha enterado de la bronca, he visto a mi colega como venía a calmarme con una sonrisa. Porque sabe como las gasto cuando me tocan las narices.
Pues me he largado con una cara que seguro parecía el señor Douglas en Un Día de Furia. Un hombre corriente en lucha con el mundo de cada día. Como anillo al dedo, señora.

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Bajé 500 metro e hice la prueba. Me metí en otra de estas franquicias de cafés. Estaba desértico. Esta vez no me han dicho ni mú. Me han dado el café y me lo he tomado presto.
Han tenido suerte. La excusa es que a lo mejor, el otro estaba más petao y… que coño, no hay excusa son unos hijosdeperra.
Probaré a entrar dentro de unos días, a ver si ha sido sólo la psicópata esa o es algo del sitio.
Además eso es racismo, coño. No pueden permitir no entrar a una persona por muy cerda que vaya. Tenía dinero. Soy consmidor habitual. ¿El mundo quiere que nos globalicemos también a la hora de vestir o que?.
Haya sido quien haya sido, mi venganza será terrible.
Y como es la semana de Extremoduro (al parecer), me ha recordado una estrofa suya:

Correcaminos, yo soy el Coyote
Y voy con dos cojones pisándote los talones
No tienes escape
Estamos como toros.
Si me levanto encabronao...
y me ves sonreír:
Ahora todos a sufrir.

Escrito por Jake|19 de Julio 2004 a las 02:39 PM|


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¿Debo recordarte?