Noviembre 25, 2003

Merienda antropológica

CHUP, CHUP

Están ardiendo las marmitas en fogones
desde hace un tiempo inmemorial:
dos docenas de barro y una sola
de oro puro con inscripciones.
En las grandes ollas cuecen bolas
de grasa de vaca, de tuétano animal
y cerebros de mosquito a montones.
Un manojo de hinojo, al antojo
del chef honroso del trampantojo.
Tres pinches remueven con tenedores
el caldo de una textura fenomenal,
mitad agua y tierra la otra mitad:
un barro primordial, leguminoso,
un mar de sustancias y sabores
en perfecta confusión teologal,
un líquido placentario y planetario
para el que consume una taza
un brebaje hipnótico y amniótico
para el que se beba dos.
Del otro lado del poblado, por el fondo,
ahora saca la nariz el mago del desliz,
el divino enviado, el profeta descarado:
avanza a grandes pasos hacia los hornos
crematorios del último día, da un salto,
coge la cuchara y la hunde en la rebaba
cataclísmica del cazo místico de cinc.
Los espectadores sufren ardores
sólo de ver al oficiante beber
aquella leche inmunda y fecunda
producto del eructo del dios.

Le entra entonces un telele
que nadie sabe a qué se debe:
parece un extraño tembleque
que, ay, le pone en un brete.
Pero se le pasa de repente
y el orden se restablece
en un periquete. Fue un leve
desmayo, un artístico molinete
del espíritu excelente
en torno al sagrado eje
donde mora el dios de Lepe.
Se llevan al sacerdote
en volandas al dispensario
mientras vuela el incensario
y comienza el despelote:
las mujeres se quitan la ropa
y los hombres reparten estopa,
los niños salen corriendo,
los viejos saltan al ruedo,
la policía se cruza de brazos
y un ladrón consuma un palo.
Todos juntos y revueltos,
lugareños con forasteros,
se arrojan a las ollas locas
y se bañan en la hedionda
mezcolanza de frenéticos efectos.
¡Que viva y viva el cachondeo
y las danzas sabrosonas!
Aquí no trabaja ni el barrendero
porque hoy legisla el desafuero
antropológicamente correcto.

Escrito por Proteo a las Noviembre 25, 2003 12:04 PM