Abril 07, 2004

fragmentos de "el cementerio de mis amigos"

Mi vieja argumentaba algo así como retroactividad alimentaria. Me llevaba a su pieza, me sentaba en la cama, se ponía de rodillas y sin mirarme me desabrochaba el pantalón, ahí se ponía la pijita en la boca y subía y bajaba. Nunca la tuve tan chica. Cuando acababa mi vieja se iba con toda la leche en el buche y la escupía en la pileta del baño, así que lo del alimento era patraña porque yo nunca le escupí la leche. Yo me paraba y me iba a jugar con los pibes al fútbol, de arquero, porque las patas no me daban ni para correr dos metros.

Mi vieja argumentaba algo así como retroactividad alimentaria. Me llevaba a su pieza, me sentaba en la cama, se ponía de rodillas y sin mirarme me desabrochaba el pantalón, ahí se ponía la pijita en la boca y subía y bajaba. Nunca la tuve tan chica. Cuando acababa mi vieja se iba con toda la leche en el buche y la escupía en la pileta del baño, así que lo del alimento era patraña porque yo nunca le escupí la leche. Yo me paraba y me iba a jugar con los pibes al fútbol, de arquero, porque las patas no me daban ni para correr dos metros.

Otras veces jugábamos a que la espiaba. Ella entraba al baño, se sacaba la ropa y se metía en la ducha. Después yo alegaba ganas de mear y me mandaba, pero tenía la pija tan dura que el chorro no salía nunca, así que estaba ahí mis buenos minutos mientras la charlaba y ella se enjabonaba. Cuando daba la vuelta para enjuagarse yo me asomaba un poquito por la cortina y le miraba el culo, el agua entrando veloz por la raya. Tenía un culo más bien feo. Lo que sí, tenía buenas piernas, de tana.

Después se daba vuelta quedando de frente a mí, con los ojos cerrados mientras el champú le caía por la cara y las tetas. Tenía unas tetas más bien lindas y pelo abundante en el pubis gordo, urgente. Algunas veces empezaba a pajearme y ella se hacía la boluda. Al rato yo salía no sin antes esperar su comentario sobre el color de mi orina (toda una experta) nadando bajo el esperma espiralado.

Cuando me bañaba yo, ella entraba a lavarse los dientes. Se cepillaba con fuerza usando su mano izquierda. Ponía gran energía en sacarle un blanco perfecto a esa sonrisa de muchos amigos. Su cuerpo se contagiaba del movimiento y se sacudía como un lavarropas semiautomático, yacyácyacyác. La izquierda se la metía en el pantalón, como a presión, ahorcándola por la muñeca. De la boca le salía espuma y entre ella gemiditos.

Una sola vez me la chupó en el baño.
Y después se lavó los dientes. Y se tocaba.

Escrito por bruno genovesio a las Abril 7, 2004 04:49 AM
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