Septiembre 30, 2008

Ser madre... y las etapas de la maternidad

Es curioso, desde que mi hija mayor cumplió 14 años he venido pensando sobre la idea de la maternidad y las ideas que están asociadas a ella
en términos de su duración en el tiempo.

Debo confesar que su aniversario número 14 me resultó más impactante en términos emocionales de lo que yo esperaba o había visualizado podría
ocurrir con “otro cumpleaños más”. El modo en que ocurrió todo fue tan sencillo y lindo que resultó conmovedor. No hubo necesidad de planificar prácticamente nada. Se reunió con unas amigas en un sitio de comida rápida -eso lo sabía yo- y de allí pensaba bajar con algunas de ellas -las de siempre- a la casa. Lo que no sabía era que sus amigas le habían hecho una pancarta con sus mejores deseos para este año que recién comienza y que vendrían a casa a ordenar su -sempiterna y adolescentemente desordenado- cuarto ni que le inflarían globos … ni que resultaría todo tan tierno y sentido…

Hice una torta para que compartiéramos con sus amigas y nuevamente éstas me recordaron que les gustaba llamarme mamá también a mi. Con frecuencia los amigos de Zara comentan con ella que no somos como los papás de ellos, yo sé que es común que los chamos hagan esas comparaciones, pero en algunos casos hemos visto algunas cosas que realmente -y no es para echarnos flores gratuitas porque además tenemos muchos errores y mucho por aprender como padres y como personas- es para que Zara se sienta aquí en casa más a gusto.

Bien, aunque la tarde discurrió de un modo apacible, el sueño con el que cerró el día no fue -ciertamente- nada común. Obviaré algunos detalles que aún me resultan dolorosos, y sólo mostraré uno de los simbolismos que allí había. En mi sueño, me eran asignadas como hijas dos sirenas. Una de ellas era obviamente mayor que la otra y estaban a mi cuidado sólo durante un breve período de tiempo. Al finalizar ese tiempo -aún en el sueño- debí entregarlas de nuevo al mar, en una simple ceremonia en la que sólo estábamos mi esposo, mi segundo hijo -varón también en el sueño- y yo.

Fue esa idea, creo, la que me dejó más intrigada con respecto a la maternidad. Con frecuencia uno escucha en otros la convicción de que la maternidad es un hecho que ocurre a consecuencia de la condición -sólo de posibilidad en algunos casos- de las mujeres de dar a luz a seres vivos. De modo que la maternidad ocurre cuando uno tiene hijos y esa condición es la que permite que los niños lleguen a la vida … sin embargo, cada vez me convenzo más que la maternidad es un signo mucho más cercano a la idea de la compañía, de la cercanía compañera, que a la idea de la propiedad.

De modo que habitamos en la maternidad y, al mismo tiempo somos producto de ella. “Todas las hojas son del viento” me mostró mi esposo que cuenta Luis Alberto Spinetta en una canción. Y es cierto. Devolver a mis hijas al mar era, para mi en el sueño, producto de mi convicción maternal de que su vida pertenece al mundo y que corresponde a mi acompañarles durante su aprendizaje de vida que es, además, el único modo en que aprender me es posible.

Feliz Semana!

Escrito por spicyspiralia a las 05:42 PM | Comentarios (0) | TrackBack

Septiembre 17, 2008

"Pero bueno, si al final todos moriremos.."

No sé qué pensar. Cierto es que todos estamos prestados en este espacio-tiempo-lenguaje para habitarlos y ser habitados por ellos y por la vida. Cierto es que todos vivimos un tiempo prestado, efímero, que llega a su fin con la última etapa de la vida que es la muerte. Cierto es que la muerte llega y no precisamente como la advenediza indeseable que vemos, sino como algo más, absolutamente normal en la vida.

Sin embargo, no me acostumbro a la idea de que algunas muertes puedan ser anunciadas de un modo tan crudo y con tanta antelación. Me resisto a ver el modo en que tales anuncios operan en el andar de las personas y no sólo de los llamados moribundos. Y creo que agradezco no acostumbrarme a esas cosas.

Cierto es que, siguiendo a Savater, lo mejor es disfrutar en vida de cuánto se tiene, antes que pensar en ser sepultado entre monedas de oro y pertenencias varias, sin embargo, en ocasiones operan allí insensibilidades que me resultan obscenas.

Hace algunos meses atrás supimos, por segunda vez, del cáncer como diagnóstico de algunos de los males físicos de mi madre. Supimos, además de lo reservado de las posibilidades de su curación esta vez, y decidimos dejar al universo hablar y que se decidiera -vida mediante- el modo en que las cosas se desplegarían. Esta vez las preocupaciones de los cercanos han sido varias, visto cuán mal estuvo durante su anterior tratamiento. Su anterior oncólogo recomendó no "molestarla" y dejarla decidir no tratarse si era su deseo, pero pese a ello buscamos de hacer otra consulta y finalmente ella decidió tomar parte de las oportunidades que la vida traía esta vez y abordar un barco que puede prolongar su mirada de la vida durante algo más de tiempo.

¿Tiempo?

El tiempo, el que pasó que ya no está, nos ha dicho que parte de su curación anterior se cifró en su convicción de no estar enferma. Y bien, no es que costara creerlo, sino que su bien-estar físico luego de la recuperación de las sesiones de quimio ayudaban a ello... aunque traían la paradoja de cuestionarnos la necesidad de tratamiento cuando ella no-estaba-enferma.

El tiempo ganado entonces no se obtuvo sin esfuerzo. Fue mucho su sufrimiento y su resistencia e incomprensión. Mucho el dolor y la debilidad sufrida. Muchos los días de cama ... demasiados creo yo.

En este momento, todo es distinto. Afronta su segundo ciclo de quimio con otro tono. Con dos nietos en puertas (una adelantada y otra que llegará a final de año con Santa), y una enorme casa para andar a sus anchas. Debo decir que soy consciente que mi me resulta dolorosamente cómodo hablar de su enfermedad, porque pese al terror que me invade pensar en todo cuanto ocurre y ocurrirá, no soy yo quien lo padece físicamente. Vivo el terror que a ella le asiste, pero desde otro lugar.

El tiempo, entonces, es una paradoja más: el tiempo que se gana de vida, se obtiene por el tiempo que ahora se invierte en dolor e incertidumbre ... pocas veces en la vida he dicho esto, pero ¿vale la pena? ... no soy capaz de preguntarle a la vida eso ... pero a veces apetece hacerlo.

Las comodidades y las ansias.

Los deseos de vivir son muchos. Cada cual vive a su modo, es cierto. Sin embargo, creo que he podido ver en todos quienes han tocado mi vida, deseos de vivir y de hacer preguntas a la vida. Creo que allí radica una de las cosas que me resultan más atractivas de andar en compañía: las preguntas hechas y el lenguaje construido. Sin embargo, en los entornos inmediatos ocurren momentos que tan sólo salpican y enlodan este, ya de por si, escarpado tránsito.

Creo que mis padres no pensaron en que la vida tiene en la muerte parte de su contínuo, cuando comenzaron a construir una casa, comprar sus libros, buscar sus adornos, guardar cobijas, toallas y tendidos de cama ... ciertamente la ostentación no define, ni ahora ni antes, su vida de sacrificios y limitaciones y, aunque en su lugar quizás otro tendría menos cosas guardadas sin usar, esa actitud no puede juzgarse sin dar cuenta de dos personas que pasaron muchas limitaciones, durante la guerra en europa y la dictadura en venezuela, que se hicieron independientes desde muy jóvenes y que, ciertamente pese a ello, no pueden ser tildados de avaros.

Cualquiera diría que asiste la prudencia al ejercicio de repartir y disfrutar en vida aquello que no podrá ser transportado para su uso luego de la muerte. Cierto es entonces que cabe pensar que sensato es que cualquiera ayude en este propósito, máxime cuando sentir la cercanía de la muerte de un modo tan claro, puede nublar el alma con colores grises de tristeza.

Sin embargo, no me es posible ser así de práctica, prudente y sensata cuando escucho que alguien, conocerdor de la gravedad de mi madre, le ha preguntado directamente que le será otorgado en herencia una vez llegados sus últimos momentos. Lo siento, pero allí, olvido que a ratos para vivir mato (que dice Silvio), y olvido el idioma que hablo, sencillamente, no entiendo. Me deprime, en medio de todo, tener que presenciar tamaña soberbia y absurdidez (si tal palabra existe). Sin mencionar los pocos méritos que creo le asisten a quien enarboló la bandera de su idiotez al osar preguntar semejante tontería.


¿Quieres mi máquina de coser?

¿Qué puedo responder a esa pregunta? vaya ... no sabría qué decir! porque no lo he pensado. Así respondí a mi madre cuando el domingo pasado me preguntó qué cosas "de las que hay en su casa" yo querría conservar en mis manos, luego de su muerte.

La sentí hablando de un modo tan práctico, tan temerario y tan profundamente disociado de cuanto ocurre en mi mente con respecto a su enfermedad, mientras busca -a ratos desesperadamente- vivir el presente como única, y mayor, prenda de vida.

Dos años atrás, al inicio del anterior tratamiento, tuve que disuadirla de su empeño en ir a buscar la tela del vestido con el que la enterraríamos. Quería, curiosamente, una tela "verde esperanza". Aún hoy no logro discernir qué signo me mostraba allí. Creo que entonces ella disimulaba su frustración con ese arranque de practicidad, por demás extraño en alguien que siempre ha estado preocuapdo por su futuro, cosa que es, por sí misma, impráctica. A mi, me conmovía hasta lo indecible su frustración ... aún hoy lo hace, pero ya no veo tanto su frustración como su entrega a ese futuro que ha buscado durante tanto tiempo alcanzar, y que hoy da por no alcanzado por condiciones de vida, no porque no tocara vivir el mañana hoy, sino todo cuanto del hoy se pudiera ver aquí y ahora.

Ahora le preocupa su máquina de coser. Insiste en que yo no pego ni ún botón -debo decirlo, hice un curso de corte y costura y me gradué, pero no logré que me gustara coser tanto como cocinar :(-, pero que si la quiero, ella no tiene problema en dejármela "mejor a tí que a que la vayan a tener arrumada en otro lado" ... el presente que se me dibujó en ese momento pudo sonar más aturdidor, pero ciertamente no creo que haya podido sonar más claro. Caía a trozos el cabello sobre sus hombros y andábamos a mi casa para arreglar un poco ese efecto de la quimio con un buen corte al rape de los que yo disfruto en mi misma, y su pregunta era sobre la máquina de coser.

Me negué y me niego a responder que a veces he lamentado no tener una máquina de coser en casa. No puedo entrar al trapo en ese juego de "qué le doy a quien". Cierto es que ahora puedo hablar del cáncer de mamá sin los arranques públicos de risa-llanto de dos años atrás, pero no me siento aún tan tranquila como para asumir que ella quiere repartir en vida sus cosas. No diré que los momentos de tristeza profunda no me visitan, ni negaré que la congoja sobrecoge a punto de pánico en ocasiones .. sólo puedo decir que ya hemos pasado por esto antes, ya he pasasdo por esto antes, aún desde mi comodidad.

¿Se aprende?

Ha tenido que ocurrir todo cuanto ha ocurrido en los últimos años para que comience a aprender algunas cosas en mi vida, mejor para que retome el aprendizaje vital dejado de lado tiempo atrás.

No creo en castigos lanzados por la vida, pero creo que el universo tiene una natural tendencia a mostrarse de un modo más intenso y profundo cada vez, sobre todo cuando busca mostrar una enseñanza. El presente, creo, se despliega en una hermosa constelación de astros propios, de colores golosos, cada uno poseedor en sí mismo de una gama extraordinaria de variaciones que, lógicamente, incluyen también colores menos agradables a cada cual.

Siempre se aprende, del modo en que la vida se despliega. Al menos en ello creo profundamente. A cada momento se aprende, o al menos debe estarse en disposición de ello, de todo cuanto ocurre incluso del despliegue de los colores oscuros del presente. Se aprende, aún cuando uno no sea consciente de tal aprendizaje en el momento en que aquello que lo sustenta, ocurre.

Habló Silvio Rodríguez de un barquero lanzado tras el mar del recuerdo, movido por la fe y por el anhelo de conocer un por qué: "Una dársena es solo una entraña./Mar de invierno es tal vez la mañana./Barco chico es quizás alma clara". Creo que cada cual anda en pequeños barcos chicos, a sus modos, con sus pequeñas muertes como partes de la vida, como espacios en los que la vida misma se despliega, para el que se muere y para el que queda, aún, por vivir.

Escrito por spicyspiralia a las 10:03 AM | Comentarios (0) | TrackBack

Palabras (Regalo de Silvio Rodriguez)

Todo se convierte en palabras ... mundo, vida, hombres ...

Palabras

(Silvio Rodríguez)

Cuando se ande descalzo, paso a paso de viento,
cuando venga del polvo la ciudad destruida,
que alguien cante una estrofa a las manos de un muerto,
que alguien diga algún verso a su espacio de vida.

Puede ser que sus restos no se distingan en la ciudad,
que la perfección de la piedra no luzca piel.
Puede ser que su sangre no mueva una astronave,
puede ser que sus huesos no sirvan para torres,
puede ser que una estrella brille más que su voz.

Ha pasado que el llanto se convierte en palabras,
ha pasado que un hombre se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.

Cuando la muerte sea inalcanzable y rara,
cuando un mohoso grillete repose en la vitrina,
que se dé a cada hijo una flor y una bala,
que se sepa que el mundo va sembrado de vidas.

Se sabrá que este ir y venir de piedras no se quedó,
que una lluvia lejana fue a mojar la ciudad.
Fijaremos con clavos las ventanas, los sueños,
los pedazos de tierra, la limpieza y el lodo,
las guitarras, las sillas, las piedras y el amor.

Porque ha pasado que historia se convierte en palabras,
ha pasado que el mundo se convierte en palabras,
ha pasado que todo se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.

(1970)

Escrito por spicyspiralia a las 09:04 AM | Comentarios (0) | TrackBack

Septiembre 12, 2008

De paso por neonatologia

"Las cosas han estado complicadas estos años" ... eso suele uno escuchar cuando se habla de la situación económica, de aquellos tiempos que no eran como éstos ... de la vida, de la muerte, de la educación o, incluso, de la política, si, esa que solemos poner con minúscula para referirnos a los actores que van, vuelven, van, vuelven, vuelven y a veces, dicho sea de paso, no se llegan a ir, es decir la politiquería de la circunstancia.

Sin embargo, pensaba yo en eso en estos días por otras razones distintas, para ser finalmente las mismas también. Quizás hacía sólo un simple recuento de las cosas que hemos pasado -la vida y yo- en estos años últimos, en términos profesionales y vitales también. Creo que a veces no es tan sólo que uno esté cansado del peso vital, sino que, también, ocurre que la vida se hace más escarpada y más calentitas sus brasas.

Toda esta laaaaarga introducción viene a cuento por algo de lo que pude percatarme ayer al mediodía: No había pisado neonatología desde que pude traerme a Abril hace un mes y 18 días y tuve que volver ayer al mediodía a recoger el informe médico de mi hija que, por olvido, no me habían entregado con su alta médica. Cierto es que no era la primera vez que volvía al hospital desde que liberaron a Abril, pues mamá debe atender su tratamiento y eso me lleva al hospital de forma seguida y me llevará en más. Sin embargo, la búsqueda del informe siempre había sido una tarea postergada y es que la herida de haber tenido a Abril durante tanto tiempo allí y estar asistiendo a las visitas aún no ha sanado -por eso pese a estar en el hospital durante horas no lograba reunir las fuerzas para subir dos plantas- y eso pude verlo ayer por la congoja que me habitó al entrar de nuevo por ese largo pasillo, y vestime con bata y gorro nuevamente... y ver a los pequeños tras el cristal de la puerta.. ese que siempre nos pone cerca y lejos .. casi rozándonos.

Coincidí con varias enfermeras de las que atendieron a Abril, pero ya mi rostro había vuelto a ser anónimo y el nombre de mi hija lejano en el tiempo ... la ausencia de Mariíta, la última de las neonatas cercanas cuyos ojitos se cerraron hace ya un mes de modo definitivo y luego de estar tres meses luchando por vivir, sin duda imprimía para mi un tenor distinto a la visita .... más triste creo .. y más agradecido también a la vida, siempre, por aprender de todo lo bueno y lo malo que en ella habita...

Sin duda que en este momento, en el que unos problemas de salud en la familia han ido sustituyendo a otros y nuevos desafíos se asoman en cada nueva hora en términos profesionales y, quizás sobre todo, en términos personales y familiares, yo no puedo dejar de agradecer todo cuanto puedo ver que ocurre y agradecer, sobre todo, que habite serenidad ante lo desafiante, y también ante lo doloroso.

La vida está allí ... las heridas quedan y ennoblecen también ... según vamos viviendo, creo, vamos pareciéndonos más a esos caballeros que vestían sus armaduras de batalla en batalla exhibiendo los golpes y rasguños que soportaban las vestimentas para mostrar cuánto habían andado. Puedo verlo en mi familia, en mis hijos Zara y Rainer, en mi madre, puedo verlo en mi, y puedo verlo en mi pequeña Abril. Mi guerrera menor ha aprendido -de un modo excepcional- que no se llora por el dolor de una inyección, sino porque la inyección perturba un momento vital y único que es el reposo de ese presente, y que la inyección de anticuerpos no merece la resistencia de su cuerpo con fiebres y cansancios, sino que es una oportunidad para aprender el código de esta salud que tenemos, que aunque no es lo que queremos es, sin duda, cuanto hay.

Escrito por spicyspiralia a las 04:08 AM | Comentarios (0) | TrackBack

Septiembre 05, 2008

Para la Libertad (Versión de Aceituna sin Hueso)

Buena versión del Poema de Hernández al que Serrat pusiera Música. Parte del Disco Cuba canta a Serrat, disco, sin duda, fresco ... lleno de remembranzas.

Descargar

Para la libertad sangro, lucho y pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño
y aún tengo la vida.

Miguel Hernandez

Escrito por spicyspiralia a las 05:47 PM | Comentarios (1) | TrackBack

Septiembre 04, 2008

El trafico y yo

Cuando retomé el manejo del carro, luego de dos meses sin manejar, comencé a sentirme un tanto insegura, de algún modo aprehensiva a sufrir cualquier inconveniente en cualquier momento. Una sensación de desprotección me habitaba en cierto modo.

Pese a ello, y como me considero de las personas que buscan sobreponerse, según pueden, a ese tipo de pensamientos por considerarlos no sólo negativos, sino con un enorme poder, mucho más del que debiera, busqué no prestar demasiada atención a ello y si mucha mas al manejo. Sin embargo, hay veces en las que también pienso en que debería atender un poco mas algunos pensamientos de ese tipo y no ignorarlos por completo.

En el día de ayer, estando estacionado mi vehículo un camión de la Pepsi Cola me chocó y siguió su trayecto. Debería decir que se dio a la fuga, sino fuera porque no le era posible ir a mucha velocidad a lo largo de la Av3 del centro de Mérida y habiendo algo de tráfico. Aunque iba con mis hijos menores y con una amiga embarazada, por fortuna ninguno de ellos estaba en el carro, de hecho estábamos en una tienda frente a donde había estacionado comprándole a mi hijo una mochila escolar cuando el camión me chocó.

Debo decir que, cuando escuché el golpe y caí en cuenta de que podría ser mi carro, me acerqué a verificar el tamaño del daño y pese a que no era mucho, salí corriendo tras el camión para alcanzarlo cuadra y media más arriba. Me indigno que siguiera su camino sin detenerse a mirar. Le pedí que se detuviera y dio la vuelta para llegar a donde estaba estacionada. Al bajarse del camión, y luego de haber pasado nuevamente por el lado del mío y no haberlo rozado, tuve que escuchar sus gritos y su repartición de la lista del niño jesús de culpas con respecto al choque.

Sus argumentos:
1) Yo estaba muy separada de la acera y el no tuvo más remedio que "chocarme"
2) Yo estaba mal parada y no debía llamar a inspectoría porque yo perdería el reclamo
3) Yo no tengo ni idea de lo que significa manejar un camión (debo confesar que en esto tenia razon aunque en mi favor debo decir que mi abuelo paterno en Sassano tenia en el patio de la casona un camion abandonado que se me antojaba apetitoso con su gran volante y guantera llena de sorpresas :D).

Curioso. Mientras discutía conmigo, pasó a nuestro lado un camión 350 (más grande que el suyo) sin apenas tener dificultades para maniobrar.

En fin, el tema concluyó con mi declinación de esperar a inspectoría para que arreglara con el seguro la reposición de un espejo retrovisor que cuesta 5BsF. Lo curioso es que cuando fuí a notificarle al chofer del camión que yo no esperaría a inspectoría porque tenía a mi hija recién nacida en el carro, a mi hijo de 7 años y a una persona embarazada (si, el cuadro era curioso), su respuesta era que él también requería consideración porque estaba esperando desde hacia rato ... sus necesidades puestas al nivel de los requerimientos de cuidados de un niño, una embarazada y una recien nacida ... sin comentarios! solo decir que ahora veo que quien dice que los hombres son niños grandes, seguro se encontro uno como este en su camino.

Recuerdo que una vez, en Alcalá de Henares, una noche el camión de la basura chocó nuestro carro estacionado en la calle (donde vivíamos no abundan los edificios con estacionamiento propio y casi todos estacionan en la calle). El modo de arreglar el daño fue mucho más sencillo: una tarjeta de presentación con indicaciones sobre a dónde llamar y para qué. Una semana más tarde ya estábamos gestionando con su seguro la reposición de la puerta averiada.

Desde ayer me he detenido a pensar qué hubiera sido de la conversación y agresión verbal de este chofer de la Pepsi si quien hubiera estado manejando y con ese cuadro hubiera sido un hombre .. y créanme, aunque resisto pensar así, sospecho que en esas circunstancias no se hubiera tomado tanta licencia como la que se tomó conmigo ayer. De hecho estoy segura de ello ... pese a que me fastidie verlo de un modo tan claro. No me considero alguien que cree en juicios de valor preconcebidos de modo generalizado (del tipo "las mujeres manejan fatal" "todos los hombres son mujeriegos") y, de hecho, en algunos momentos paso por alto algunas actitudes agresivas de otros precisamente por eso, sin embargo creo que esta persona ayer se consideró en una posición de ventaja con respecto a mi por ser hombre.

Creo que, en general, nos falta un poco más de confianza en los otros y mucha más responsabilidad por nuestros actos, con todo cuanto ello conlleve. Yo, particularmente, me comprometo a diario con ello .. pero siento cuánto aún falta por andar allí.

Escrito por spicyspiralia a las 02:07 AM | Comentarios (1) | TrackBack