Marzo 30, 2004

Living in America

Es curioso observar la forma de hablar de las personas.

Hoy he charlado con una de esas relaciones superficiales que se establecen cuando dos completos desconocidos comparten un lugar común durante algún tiempo relativamente prolongado. Las buenas costumbres nos empujan a crear una conversación, que no diálogo. En mi caso concreto lo incómodo del silencio (¿qué absurda convención ha llegado a proscribir el silencio en nuestra sociedad?) se acentuaba por el hecho de que ambos estábamos desnudos. No piensen mal, se trataba de una sauna.

Una cosa lleva a la otra, y llevados por un instrascendente puñado de anécdotas, más o menos graciosas, hemos llegado a un tema fascinante: los Estados Unidos, y más concretamente, lo peculiar de su sociedad (con respecto a la nuestra, claro está). No les voy a aburrir con una transcripción de nuestra, se lo prometo, inane charla, salvo una enumeración de tópicos tales como pena de muerte, armas, gastronomía, religiosidad, ignorancia,... Todos saben a qué me refiero.

Mi interlocutor, cuyo nombre conviene cubrir con un piadoso manto de silencio, monopolizó gran parte del intercambio de banalidades. No les voy a mentir, mi verborrea puede llegar a ser legendaria, pero ante lo que ante mis oídos estaba ocurriendo, decidí que escucharle perorar sería tan enriquecedor y fascinante como asistir a una conferencia.

Durante veinte minutos mi compañero de sauna amenizó nuestra estancia con un exhaustivo recorrido a todos los lugares comunes del tópico norteamericano, no sin trufarlos de alguna sólida reflexión cuasi-antropológica. Asombrado ante tamaña capacidad de análisis, digna del mismísimo Tocqueville, le pregunté cuántos años había permanecido sumergido, cual un Ignatius J. Reilly carnalizado, en la sociedad yanqui.

Su respuesta, que todos imaginan, me dejó sorprendido. Siempre había leído los habituales comentarios acerca de la superficialidad cognoscitiva de la llamada aldea global. Pero nunca creí comprobarlo en directo. El análisis racional, el estudio transversal y vertical, el espíritu crítico, ha sido sustituido por una "sabiduría de ultramarinos", donde se agolpan sin ton ni son multitud de productos, que son siempre una selección demasiado corta para cualquier consumidor medianamente serio.

Los medios de comunicación de masas, la cultura de masas en su globalidad (en ambos sentidos de la palabra), necesita de la inmediatez. Y así como la producción industrial, la economía, la política, se configuran en términos de lucha contra el reloj, así lo ha hecho el conocimiento. Hay mucho que conocer, y muy poco tiempo. Así que nos ha de bastar una ojeada, un segundo, para aprehender todas las claves superficiales de cualquier tema, y de ahí sacar conclusiones válidas, asimilables y comunicables.

En el caso concreto del que les hablaba, ¿qué sabía este hombre? Acerca de la pena de muerte, quizá dos o tres películas; acerca de los hábitos de consumo estadounidenses, cuatro tópicos que ve en las teleseries; sobre las armas, "Bowling for Columbine"; acerca de la religiosidad, las noticias sobre el debate creacinismo/evolucionismo en Arkansas; sobre la ignorancia, la abundante rumorología que versa sobre la supuesta estulticia del americano medio, que no sabe dónde está España.

Reflexionen un momento. Hagan un pequeño ejercicio de introspección: ¿qué saben? ¿sobre qué? El noventa por ciento de nuestro bagaje de conocimiento se basa en películas, series de televisión, titulares de periódico, páginas web, libros leídos deprisa y corriendo. Sobre esa endeble construcción sustentamos gran parte de nuestros juicios de valor. ¿Y después nos extrañamos?

No quiero con esto decir nada más que lo que digo. Simplemente me asombró la vehemencia y visceralidad del discurso, siendo como era totalmente insostenible. Y por eso me repugnan comentarios y discursos acerca de temas realmente trascendentes, mucho más que lo mucho que les gustan las papas fritas a los californianos.

Me he extendido demasiado. Me despido con una frase. "Un experto es aquel que sabe mucho acerca de poco. Si sigue profundizando en el estudio, empieza a saber cada vez más sobre cada vez menos, para terminar sabiéndolo todo acerca de nada".

Escrito por Espectro a las Marzo 30, 2004 12:45 AM
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