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Abril 11, 2003

Cansancio y café irlandés.

Con esas palabritas podría definir el ritmo básico del día de hoy. Ni siquiera me apetece hacer tontadas y he rechazado una invitación cimematecática atractiva porque no puedo con mi alma. Se deba a lo que se deba, la verdad es que hoy no es un día apropiado para moverme del sitio y creo que puede que no me saliera aunque lo intentase, porque llevo desde las tres de la tarde bebiendo café irlandés ininterrumpidamente. Reflexiono sobre otros tiempos y otros peinados con cierta nostalgia peligrosa y me rasco compulsivamente la nariz, gesto heredado de mi entidad paterna que significa que algo me molesta o cabrea. Para colmo no paro de respirar. Es sencillamente indignante. No sé a qué dedicaré el resto de horejas del día, pero presiento que haga lo que haga irá acompañado de más café awhiskado, de más picores nasales y de más frasecillas de congoja y fastidio entre dientes. Desesperatio desesperationis. Espero no acabar cometiendo una locura y no ver ninguna de mis películas de video,porque posiblemente me hallo en posesión de si no la colección de cintas más depresivas existente, sí una de las más efectivas en lo tocante a capacidad de empuje al suicidio. Y como suicidándome haría felices a un montón de personas pues paso, que sufran ahí, que lloren como sabedores de mi existencia lo que no supieron evitar como desconocidos míos. Qué gentuza.
Lárgome ahora a grabar en video las mgas de pan que hay debajo de mi sofá.
Hala pues y santiguados queden.


Abril 11, 2003 09:12 PM