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Abril 20, 2003

Dimanche comanche.

Es el día del Señor. El día de los zapatos de charol que apretaban en 1987. El día de los veinte duros de mi abuelo que yo procedía a gastame en multitud de gorrinadas de colores llamativos , nombres extraños y dudosos ingredientes. Pero eran otros tiempos más felices. Ahora he sustituído los zapatos por las pantuflas, un mechero por los veinte duros que vale -valía-, y las gorrinadas por mejunjes más sanos pero más tristes también. No hay hada que me apetezca más ahora mismo que comerme un chicle del coche fantástico; oler la colonia de mi abuela al salir de misa cuando me da su beso sonoro original y que me tiren de los mofletes todas las otras abuelas amigas suyas. Y luego mi entidad paterna me compra una Fanta y pide unas patatas bravas.
Podría ir a la gasolinera a comprar una botella de Fanta. Pero no tendría gracia. Como mucho podría escribir un guión y dárselo al dependiente para que se aprendiera el papel de mi pater. Pero las pantuflas son cómodas, la tarde pesada y no estoy por la labor. Me dedicaré por tanto a lo que me dedico todos los domingos a estas horas, a esperar que se haga de noche y se note menos que la calle está vacía y que hasta las moscas tienen sus días de descanso. Ea.


Abril 20, 2003 06:49 PM