Abril 25, 2005

PEDACITOS DE PASADO

“Inventario de recuerdos entre los que me pierdo, puede que no sea lo que esperas, pero es una forma con la que quiero decirte que felicidades y que sin tu amistad no habría sabido llevar más de un problema. Son varios capítulos que colgaré desde hoy hasta que acabe, si te parece bien… claro. Un abrazo crack, espero que te guste”.
Consejo: Puede que sean bastante largos los capítulos, así que puede resultarte más positivo hacer un corta - pega en un documento Word. Jejeje”.

CAPÍTULO 1. EL PRINCIPIO DE UNA BUENA AMISTAD.

Tumbado en el sofá releía una y otra vez el mismo párrafo del libro sin entender sus palabras, sin apenas prestarles atención. Empezaba con la predisposición firme de concentrarme pero mientras avanzaba en la lectura mi cabeza se volvía a perder en divagaciones hasta que me daba cuenta que no había prestado la más mínima atención a lo que acababa de leer. En ocasiones alababa aquel personaje de aventuras de infinitas cualidades, valor incomparable y habilidades envidiables... pero había ocasiones en que lo odiaba, casi lo aborrecía por parecerse tanto a mí. Podía entrever en aquel personaje fantástico que detrás de aquella coraza de prepotencia e invulnerabilidad que se había creado encontrabas a un tipo idiotizado por el recuerdo, acobardado por fallarse a sí mismo y siempre necesitando un buen corte de pelo. Me preguntaba si de verdad quería llegar a conocer tan a fondo a todos mis héroes y darme cuenta de que tan solo eran personas disfrazadas de gente excepcional...... naaah. Prefería seguir imaginando que los héroes seguían siendo héroes en el mundo de la fantasía, que para el detalle humano y características desagradables ya tenía el mundo real como fuente de inspiración.

Estos últimos días los había dedicado prácticamente a la lectura. Sin mucha suerte con la concertación pero encontré en los libros la manera más sencilla de abstraerme de la realidad. Mientras que la televisión me permitía seguir consciente y dejaba volar mis pensamientos a rincones oscuros del alma, la lectura me envolvía en mundos fantásticos completamente alejados de la realidad donde la única barrera eran mis fuerzas para seguir leyendo. El ordenador prácticamente había quedado relegado a un par de charlas por Internet con algún amigo porque de repente toda la creación que los últimos meses había en mis dedos había desaparecido, me hastiaba y me daba demasiado tiempo para el pensamiento.

Pero aún así hoy no terminaba de ser un buen día. No lograba concentrar mis pensamientos en lo que leía, mi cabeza seguía sopesando errores del pasado y errores del presente. Seguía navegando por la memoria con los ecos de tiempos mejores y luchaba por apartar esas atractivas luces juguetonas de la esperanza que se encendían y apagaban una y otra vez.

Decidiendo que no iba a ser capaz de llegar hasta el final del capítulo busqué el señalalibros en la última hoja y lo coloqué en la página que tantas veces había tratado de leer. Coloqué el libro sobre la mesa y secándome el sudor de la frente con el antebrazo me levanté y me dirigí a mi cuarto. Pasé delante de mi familia sin decir nada, no había nada que decir. Yo solía ir y venir de un lado a otro cuando me aburría, de tarde en tarde mi madre me miraba preocupada y se lamentaba en voz alta diciendo – ay... Juan...-. Mi padre bastante menos interesado en mis idas y venidas tan solo preguntaba algunas veces si ya había estudiado o si de verdad estaba malo, intentando a su modo quitarle hierro al asunto. Decidí entonces irme a mi cuarto y sentarme frente a la pantalla de mi ordenador. A dejar caer palabras huecas de días pasados.

Nunca me había considerado un hombre con suerte, más bien todo lo contrario, ahora una mueca de sonrisa forzada casi imperceptible totalmente irónica hacia mi mismo me daba cuenta de cuan tonto había sido. Tanto quejarme por la falta de fortuna cuando aún disfrutaba de todo lo que anhelaba y solo cuando lo había perdido es cuando me daba cuenta de la suerte que tenía. De repente esa sonrisa forzada se fue convirtiendo en real cuando empecé a recordar de nuevo el pasado, ese mundo mejor donde no tenía que lamentarme de mí mismo. Aquellos tiempos cuando sentirme feliz no era una obligación sino un acto meramente automático, días no tan lejanos cuatro años atrás.

Los rayos de sol se colaban con reflejos reverberantes en la superficie del agua creando numerosos destellos sobre ella. En la misma orilla una especie de cabaña hecha de hiedra que podía ver a cierta distancia. Una mesa de madera roída con sus correspondientes bancos albergaba algunos aperitivos para el almuerzo y una pareja agradable iban y venían con ajetreo poniendo cubiertos y arreglando el improvisado comedor. Cerca de ellos sentado en una de las sillas un muchacho más joven que yo se entretenía leyendo un libro.

El sol brillaba inmenso en el cielo, era el primer verano que pasaba en Madrid y aún no estaba acostumbrado al calor de brisa seca que sacudía mi cuerpo. A lo lejos un grupo de siluetas se recortaba bajo la única sombrilla que había en la piscina. Yo iba hablando con Joni, un compañero de clase que había conocido ese mismo año gracias a una conversación un poco freack acerca de las guerras de las galaxias y de que en realidad George Lucas era un tapón de tío, me atrevería a decir que Nacho es incluso más alto que él.

Al llegar a la altura de la gente Joni me presentó, - Este es Juan, el sevillano – dijo mientras mi cabeza divagaba sobre si en realidad traicionaba a mi ciudad, Málaga, al dejar que me llamara la gente sevillano, apodo que más tarde acabaría por ser el Sevi. Sólo había tres personas bajo aquella sombra, Unai, una especie de Mcgiver pirómano que es mucho mayor de lo que aparenta, Alba una chica rubia que llevaba un bikini ajustado que marcaba el contorno de su cuerpo, de mejillas esponjosas y con una sonrisa que se veía increíble a pesar del aparato. Por último estaba Nacho un chico bajito, de espaldas anchas que estaba tumbado sobre una toalla mirando unas fotos.

- Hola, yo soy Juan – le dije con la voz tomada en un acento andaluz mucho más auténtico que el que ahora lamentablemente soy capaz de imitar. – Hola, yo soy nacho - . Me contestó mientras apretaba mi mano, con un talante sencillo pero calido al mismo tiempo. Su voz era aguda, algo chillona, pero su cara presentaba a una persona que sabía iba a significar mucho en mi vida

-¿Que eres de Sevilla?- preguntó la niña del bikini suntuoso, - No, soy de málaga, lo que pasa es que me mudé a Sevilla donde viví cuatro años – ya me había acostumbrado a responder de manera mecánica a aquella pregunta. – Ah!- dijo moviendo la cabeza arriba y abajo –y… ¿Que haces aquí? – Inquirió nacho que llamado por la curiosidad había dejado de mirar aquellas fotografías, de repente una carcajada golpeo mi nuca, era Joni que parecía que disfrutaba con la especie de interrogatorio al que me estaban sometiendo – Nada, trasladaron a mi padre y como soy el pequeño pues tuve que venirme aquí – contesté como si fuera un máquina. Las preguntas se fueron sucediendo durante al menos quince minutos más “¿tienes hermanos? ¿Cuántos? Y… ¿Sois todos chicos? ¿Sigues teniendo casa en Sevilla? ¿Has ido a la feria? A ver di algo…Que gracia como lo dices” ya estaba acostumbrado a todo esto. Pero de pronto un silencio incomodo se coló sin avisar.

- Pues nacho se pira a EEUU a estudiar el año que viene – apuntó Joni, mientras le miraba con cierta nostalgia, parecía que ya le echara de menos. - A sí, ¿y eso? – dije mientras notaba como en su cara se reflejaba una mueca de preocupación – Es la única manera de aprender inglés – en ese momento envidié la oportunidad que se le presentaba – Además, es una experiencia que dicen merece la pena vivir – recalcó en un tono solemne - Pues si vas tráeme una banderita de las típicas de los partidos de baloncestos de allí – le pedí sin apenas conocerle – Vale, si me acuerdo te la traigo – Señaló con una sonrisa, la tarde pasó y yo me tuve que ir. Me despedí como si lo fuera a ver al día siguiente, lo que no sabía es que iba a pasar todo un año hasta que nos volviéramos a encontrar. Pero en mi cabeza quedó que este podía ser el principio de una buena amistad.

…To be continue…

Algunas cosas pueden estar exageradas, pero que más le puedes pedir a un andaluz viejete. ciao.

Escrito por DUDO a las Abril 25, 2005 06:43 PM
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