Si, nosotras también tenemos nuestra historia.
Ese día A. te trajo a la Cafetería donde yo trabajaba. Para que nos conociésemos en persona.
Y así fue.
Cuando os vi entrar por la puerta, no sabía donde meterme: si debajo de la barra, o en la cocina.
Por ese entonces yo tenía el pelo más corto, las gafas azules de pasta, estaba mas delgada, y era más tímida e inocente (tenía 21 años exactamente, creo).
Os sentasteis en los taburetes, frente a mi, en la barra. Yo recuerdo que salí para darle un beso de presentación a S.
Yo a S la conocía por Internet. Habíamos intercambiado alguna opinión que otra en un foro que frecuentábamos , y alguna conversación en el MSN.
Y como toda las historias bonitas, siempre guardan un secreto en el corazón.
Yo también lo guardo, y en ese momento lo guardaba.
Antes de conocer a S. en persona ,me atraía muchísimo su forma de escribir, de expresar sentimientos: me parecía encantadora. Me intrigaba.
Cuando por fin tuve a S. frente a mi quise matar a A. por traerla a mi trabajo.
Me temblaba todo. No miento: los nervios hicieron mella, y le pregunté a S:
-Oye, sabes cambiar un barril de cerveza?
Yo sabía hacerlo pero los nervios no me dejaban.
Las llené con la espuma de la cerveza a las dos. Sentí vergüenza y fatiga. Era la primera vez que tenía a S. frente a mi ¿qué impresión le habré causado?.
La llené de cerveza, y ya el primer día de conocernos en persona la quería poner a trabajar tras la barra para cambiar un barril de cerveza.
Los días que vinieron fueron sorprendentes.
S venía día si y día no a la Cafetería a tomarse un café sólo sin azúcar.
Aparcaba su coche en la misma acera, justo en frente de la Cafetería.
Muchas veces sabía que llegaba por el ruido que hacía el motor de su coche, al acercarse.
Ya me lo conocía.
Entonces me ponía nerviosa. No atinaba con los cafés, ni con nada.
Un nervio extraño me recorría por todo el cuerpo. Y un cosquilleo en la barriga, me subía y me bajaba. Parecía que estaba en la Noria.
¿Qué me ocurría? Era fácil. S. me gustaba demasiado.
Pero la conocía muy poco. Apenas sabía nada de su vida. Pero no podía evitar sentir todo eso.
Cuando S. entraba en la Cafetería le daba luz a todo. Era increíble. Me daba en el cuerpo como una ola de felicidad. Y el rato que pasaba ella allí, tomando su café, yo era la persona más feliz del mundo.
Cogía el periódico y lo leía. Nadie se puede hacer una idea de las veces que quise ser ese periódico para acariciar sus manos.
Recuerdo que algunas de las veces que llegaba a la Cafetería, coincidía con este videoclip, entonces yo le daba más volumen a la TV para que ella lo escuchase:
No supe nunca si mi indirecta se captó o no...
pero...
La chispa surgió un día, en la playa, frente al mar.
Estábamos las tres, A, S, y yo.
Hubo un momento que nos encontrábamos sentadas en la arena: mirando al mar.
Formando un tren, una sentada detrás de la otra. Con las piernas enlazadas.
Recuerdo que A se levantó para acercarse más al mar.
Pero S y yo quedamos allí, quietas, formando aún ese trenecito.
Yo tenía a S detrás, y por arte de magia, o sin arte de magia, no lo sé. Nos encontramos con las manos entrelazadas y lo más gracioso es que no podíamos despegar nuestras manos. No podíamos separarnos.
Ya en vez de formar un tren, parecía que formásemos un abrazo, como ese que se dan las personas que se aman.
A. se acercó para preguntarnos que hacíamos.
Era obvio. El amor había hecho su trabajo.
Los días que vinieron fueron maravillosos.
Yo me moría de ganas por darle un beso, pero mi timidez no me dejaba.
Un día estábamos S y yo en el coche metidas. Ella me pidió que saliese fuera del coche. Recuerdo que me asusté porque era muy de noche, y nos encontrábamos en un sitio lleno de árboles, pierdas y arbustos.
Salí del coche, ella también lo hizo. Se colocó frente a mi. Estuvimos así durante unos minutos. Una frente a la otra.
Al final nos dimos un abrazo tierno. Ella quería besarme, en ese momento, por eso me dijo que saliese del coche.Para ver si yo de una vez por todas me daba cuenta.
Pero yo, que suelo pillar las cosas demasiado tarde no capté la indirecta. Y nos quedamos sin beso.
Tuvimos que esperar hasta nuestra próxima cita.
Fue en la playa. Y recuerdo que fue muy bonito. Nuestro primer beso en los labios.
Fue delante del mar: hacía mucho frío.
Si no que se lo pregunten a ella, que se quito la toalla que tenía bajo su cuerpo, para ponerla encima nuestra. Debajo de esas toallas nos besamos. Ella fue la que acercó sus labios a los míos.
Menos mal que lo hizo, si no, a día de hoy aún estaríamos intentado besarnos.
Yo pasaba muchas horas trabajando, siempre la recordaba cuando salía este videoclip:
Porque había días que no nos veíamos. Por cualquier motivo.
Y esta es de forma resumida mi historia de amor con S.
Hoy si tuviese que pedir un deseo, sería volver tiempo atrás: volver a esos momentos, para poder arreglar unos cuantos errores que cometí.
Pero no se puede.
Ahora solamente deseo algo, pero esto, prefiero guardarlo muy dentro de mi.
Creo que es mejor así.
Jo...
Has hecho que me vuelvan a entrar ganas de enamorarme...
Ais..
Un beso...
ufff esa historia si que es un increible regalo de San Valentín, gracias por hacérnoslo
besos y demás
l'amour, me da miedo pensar en él...
Un saludo.