Mayo 15, 2004

Jueves, 6 de mayo de 2004

Finalmente no he hablado con N hasta hoy. Me ha llamado a casa de mis padres y hemos charlado un rato largo. Efectivamente, no había hablado con sus padres en casi un mes; es increíble teniendo en cuenta sus pasadas costumbres. Dice que, como está muy triste, no quiere que sus padres se enteren de que está tan mal. Yo pensaba que habíamos avanzado, pero no.

Hace algún tiempo, quedó con el bastardo que le ha hecho esto, desoyendo mis consejos, y ahora está peor. Al menos está a prueba en un trabajo nuevo (tiene que vender billetes de avión y barco en una agencia o trabajará en un hotel; aún no han decidido dónde lo hará mejor) y probablemente eso la distraerá. Eso espero. Según me ha contado, va a llamar (ya lo habrá hecho a estas horas) a una psicóloga que conoce, para que le recomiende a alguien, algún psicólogo, psiquiatra, psicopedagogo o psicópata (todos son más o menos lo mismo) que la trate y la cure. Lo malo es que a ella la conoce a través del tipejo que tan hecha polvo la ha dejado. Detesto a ese tipo. Mañana hablaremos otra vez. Ojalá que esté mejor; se lo merece tanto…

«No por ser enorme el dolor que soporté me doblegué».

He comido con mis padres; anodina la comida. Se callan, no hablan, no ríen. ¿Eso es vida? ¿Por fuerza un matrimonio tiene que acabar en eso? Joder. Es que casi ni hablan. Viven y trabajan juntos, y mi madre no sabe sugerir y mi padre no sabe mandar; mala combinación… Al menos he podido ver los Simpson (Marge entra a trabajar en la central de Homer y el malvado señor Burns, casi mi personaje favorito de la serie, se enamora de ella, como no podía ser de otra manera). Adoro esa serie, creo que es la mejor o una de las mejores que se han hecho.
El resto de la tarde ha sido tan mierdosa que prefiero no contarla. Diré, no obstante, que me he tenido que reunir con unos 18 ó 20 profesores de mi misma asignatura (una de las dos que imparto) y ha sido espantoso. Todos (o casi) diciendo bobadas sobre cómo enfocar la Selectividad dichosa y la asignatura, proponiendo ejercicios absurdos y cosas así. Ha durado unas dos horas. Después me he ido a tomar un café con el que fue mi profesor en COU y ahora lo es de mi alumna particular C, un hombre muy agradable y del que se aprende, pero al poco han llegado muchos de los que estaban en la reunión y me he escabullido en cuanto he podido, pretextando no sé ya qué. Todos seguían diciendo tonterías, pero ahora más informales, más relajados, más naturales; peor, en fin. Qué desastre. ¿Acabaré yo igual de tarado que ellos cuando lleve años dando clase? Jo. Qué tema.

Escrito por Desubicado a las Mayo 15, 2004 09:52 PM
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