Mayo 20, 2004

Cuento III

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Ardillas, pájaros, ranas, osos, serpientes,... allí se concentraron nada más oír la llamada. Y pasados tres minutos había más de treinta animales. Bosón se puso serio y con una mirada penetrante barrió todo el terreno, acallando todos los sonidos. Bosón comenzó a hablar: Amigos, estáis hoy aquí porque estos dos seres necesitan de la ayuda de todos para encontrar a su pueblo secuestrado. Hace más de dos horas aproximadamente que le vieron huir cerca de estos parajes y necesitamos vuestra ayuda para darnos cualquier información que tengáis. Después de que Bosón hablara, se produjo un silencio, nadie dijo nada. Los animales se miraban entre ellos y no sabían cómo ayudar. Nadie recordaba haber visto a un humano por allí. ¿Nadie? Entonces una serpiente alzó la voz y un poco retraída por la situación habló: yo hace dos horas vi a un hombre cruzar el bosque con un saco en la mano, se iba en dirección a la ciudad. Le seguí durante un rato, se paró, se apoyó en el tronco de un árbol y se durmió. La serpiente no sabía si todavía seguiría allí; pero había que comprobarlo. Las hadas, entendieron todo lo que allí se estaba hablando, ya que ellas comprendían perfectamente el lenguaje de los animales y estuvieron de acuerdo en ir a aquella zona. Las hadas agradecieron mucho la ayuda a todos los animales y en especial la de la serpiente. Después de los agradecimientos Emais y Lasón se fueron y la reunión que se había convocado con tanta urgencia se dispersó con la misma rapidez. Bosón les pidió que tuvieran cuidado.
Emais y Lasón fueron al lugar indicado por la serpiente y sí, allí estaba durmiendo apoyado en el tronco de un árbol. El saco con su pueblo estaba cerrado con una cuerda y lo tenía sujeto con los brazos, encerrados como si de un tesoro se tratara. Emais decidió abrir el saco y con su aleteo casi le despierta. El hombre se empezó a reír JA JA JA y luego a gesticular con la cara. Pensaban que se iba a despertar y se escondieron. Pero no lo hizo, estaba completamente dormido. Así, con mucho cuidado mientas soñaba ese ser abrieron el saco. El pueblo entero se alegró de poder ver la luz del sol. No hicieron ningún ruido y dejaron el saco de la misma forma que estaba cuando Emais y Lasón lo vieron por primera vez. Todas las hadas se volvieron al poblado y Lesis cuando vio a su hija se alegró tanto que le pidió perdón por haber sido tan dura y haberle regañado tanto por desaparecer. Su madre se había dado cuenta de que ya no era una niña y podía defenderse sin problemas en el bosque.
El hombre se despertó y siguió su camino hasta el pueblo. Pensaba en la felicidad que se podría comprar al mostrar su descubrimiento al mundo. Su carcajada, asustaba a los pequeños pájaros. Cuando llegó al bar de un amigo, le quiso mostrar su tesoro. Al posar el saco en la barra del bar hizo un ruido extraño (crok crok), pero el hombre ni se inmutó. Así que prosiguió mientras deshacía el nudo hasta que abrió el saco. Allí se encontró con algo que le parecía imposible: piedras de río. Se asustó terriblemente, se preguntaba cómo podía ser posible, entonces dedujo lo siguiente: al sacar a las hadas de su hábitat natural y encerrarlas en un saco sin poder ser libres, éstas se habían entristecido tanto que se habían convertido en piedras. El humano comenzó a expandir el rumor de que si capturabas a un hada, ésta se convertiría en piedra. Y sin más ese rumor corre por el viento de los bosques de Albos. Nadie, desde aquellos días, ha vuelto a capturar a ningún hada.

Escrito por lluna a las Mayo 20, 2004 10:39 AM
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