Mayo 18, 2004

Cuento II

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Uno de tantos días cuando Emais estaba tumbada escuchando a los pájaros cantar, al rocío deshacerse, al sol aparecer, oyó un ruido ggggggggggggggguuuuuuuuuuuusssssssssssshhhhhhhhhhhhh ggggggggggggggguuuuuuuussssssssssssssssssssssssss, chuk chuk chuk. Ella dio un salto y mirando a ambos lados se quedó expectante. No hizo ningún movimiento, pero de repente algo salió de entre la hierba. Se podía percibir una figura pequeña, enjuta que a medida que se acercaba se hacía más nítida y clara. Era la Lasón, un amigo de Emais. Se conocían desde la infancia y era en el único que ella confiaba para revelarle los verdaderos secretos de sus escapadas. En cuanto supo que era él, por esa forma “tan sigilosa” de caminar, cambió la expresión de su cara y los ojos que antes estaban atemorizados y sumamente tensos, se tranquilizaron y dejó de mirar hacia donde se movía la hierba. Cuando Lasón iba a soltarle un "bbbbbuuuuuuuuu" ella le dijo: ya sé que eres tú, Lasón. Él una vez más se resignó y se sentó al lado de ella. Entonces entablaron la conversación que hacía unos días no paraba de repetirse. -¿Otra vez aquí? Últimamente vienes mucho. Por qué no me cuentas qué te pasa, que te preocupa.- dijo Lasón
-No lo sé es algo dentro de mí, me siento infeliz. Te das cuenta todo el tiempo que perdemos aquí, mientras que hay otros mundos, otros lugares para conocer-
Al decir esto último a Emais se le iluminó el rostro y los ojos se le agrandaron, un resplandor la embelleció más que nunca y en ese momento estaba radiante.
Lasón que hacía tiempo que se sentía atraído por tan bella joven, no lo pasó desapercibido, pero ella no pensaba en eso, para ella lo importante era investigar conocer, pero no se daba cuenta de lo que tenía delante de las narices.
-Vamos Emais, tu madre debe de estar preocupada, volvamos-
-Pero por qué tan pronto- dijo Emais- Vamos, que ya es tarde.
Y tarde era porque al volver algo había ocurrido. Algunos metros más hacia el Norte de sus casas se oían pequeñas lejanas voces de auxilio, y una voz mucho más grave y tenebrosa que se reía - JA JA JA !!! JA JA JA!!! Atravesaron el bosque lo más rápido que pudieron, pero no conseguían seguir la voz grave que se alejaba con verdadera rapidez. Giraron a la derecha, luego a la izquierda, ya apenas diferenciaban el paisaje que tantos años les había servido de escondite para sus juegos infantiles, cuando sin más Emais, que iba a la cabeza de la persecución desmayó. Su compañero, no dudó en auxiliarla. Antes de que se cayera al suelo, consiguió cogerla en brazos y le apoyó la cabeza en una alfombra de musgo. Ella tardó unos minutos en recuperar la consciencia. Despertó y su nerviosismo al ver que no estaban siguiéndoles era tal que en cualquier momento parecía que se volvería a desmayar. Lasón la consiguió calmar y decidieron echarse una siesta y después, una vez descansados, continuarían la búsqueda.
Durmieron un par de horas. Lasón despertó a Emais con un diente de león, haciéndole cosquillas en la cara. ¿Ahora qué? ¿Donde vamos? ¿A quién seguiremos? Esas preguntas rondaban sus cabezas. Ella comenzó a pensar y pensar y un árbol que les escucho les dijo: ¿Estáis buscando al hombre que se ha ido hace un rato con dos sacos? Ellos asintieron. El árbol se quedó pensativo y cuando volvió a reaccionar les dijo: Hola, ¿queréis algo? Ellos no entendían nada y le dijeron al árbol ¿tú no nos ibas a decir por dónde se fue el humano?
El árbol entonces se presentó y les contó que lo lamentaba pero para los árboles el tiempo va mucho más lento que para el resto de seres y un minuto se corresponde para ellos como una hora. Ellos entendieron la situación y de todas maneras le pidieron ayuda. El árbol ante todo, un ser muy educado les dijo su nombre. Se llamaba Boso. Vivía allí desde que fue plantado hace más de seiscientos años. Era alto y con un tronco muy grueso aunque sus hojas ya no son lo que eran.
Boso tuvo una idea: llamar a todos los seres del bosque para encontrar al hombre. Con un sonido que Emais y Lasón no entendieron aparecieron pequeños animales del todo el bosque que estaban dispuestos a ayudarles. Así la historia continúa con la ayuda de todos. Una gota no hace milagros, pero muchas mueven montañas.


Hasta pronto desde el bosque encantado

Escrito por lluna a las Mayo 18, 2004 12:49 PM
Comentarios

Me gusta tu cuento y me gusta la forma que tienes de escribir.

Tengo la sensación que cuando escribes aquí te olvidas por un momento del resto de lo que sucede ahí fuera. Y eso está bien.

Chao

Escrito por khardaia a las Mayo 20, 2004 10:38 AM
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