Junio 04, 2004

cap VI

Los días pasan y él no me habla. No me dice nada. Estoy preocupada y triste. Alberto es el primer hombre con el que se puede decir que tenga una relación de confianza y ahora ya no sé qué decirle si hablarle o no, si acercarme o alejarme ya no sé nada. Estoy confusa sobre todo. Yo durante estos días he seguido viéndole porque no me parece malo es algo que tiene que aprender: puede que algún día alguien se enamore de mí o que simplemente se sienta atraída o algo parecido. Todos cometemos errores pero esto no ha sido ninguna equivocación. Ha pasado, y él, lo debe entender.
Alberto se va y se aleja cada vez más de mi lado. Sin embargo no sé que puede que haga para hacerle ver.

El tiempo pasa y Alberto no vuelve a sacar el tema a pesar de que no es el mismo.

Entra por la puerta. Es sábado y me dice que si comemos fuera yo acepto. Tengo que reconocer que no esperaba nada de lo que iba a comentar.
Nos sentamos en el restaurante, un italiano. Me encanta. Me cede el asiento. Lleva esos pantalones que le regalé el último verano. Está muy guapo. Yo simplemente llevo una falda y unas sandalias, hace mucho calor. La luna brilla y está llena. Es todo muy perfecto. Yo diría que demasiado. Comenzamos a cenar. Pedimos unos espaguetis a la carbonara y un vino tinto para acompañar. Nos hemos sentado en una mesa al fondo, en un lugar muy íntimo, con dos velas iluminando la pared. Nuestras sombras reflejan como un espejo las aventuras de amantes. Después de comer lo espaguetis cuando estamos con el postre, él me dice que tiene algo muy importante que decirme. Yo no sé de qué puede tratarse. Sí, me dice que ya es hora de que realmente sepamos lo que siente el uno por el otro, con lo que me propone formar dos tríos: uno con ellos dos el chico que conoció y otro con una chica que él había conocido, por cierto muy interesante. Ella se queda anonadada y no sabe qué responder. Nunca se había planteado un trío, aunque tampoco lo había descartado. Alberto le da unos días para asegurar la respuesta entre los tres. Ella no niega la curiosidad y por hacer algo diferente, una experiencia nueva en temas sexuales siempre está bien y ayuda para la relación de pareja.
La mañana siguiente llamé a José. Así era cómo se llamaba el chico que últimamente no dejaba de intrigarme y de agobiarme con esas proposiciones de irse conmigo a recorrer el mundo. José no puso ninguna excusa él estaba encantado, sin embargo la cuestión de que se hiciera un trío con el hombre que estaba con la mujer a la que él amaba. Alberto por su lado intentaría conocer si la chica que conocía y en la que había pensado estaría interesada en el asunto y en la proposición. No vaya a ser que julia, ese era su nombre se lo tomara mal y rompiera la amistad que acababa de surgir entre ellos dos.
Lo acordamos todo para la tarde del sábado siguiente. Yo estaba muy nerviosa. Alberto estaba decidido. Estaba segura de que era una experiencia que nunca olvidaría.

Escrito por lluna a las Junio 4, 2004 12:26 AM
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