Lo inaudito es el mejor indicador de un estado de ánimo delicado. Este año he llegado a hablar por teléfono con mi madre de mi vida personal, que es algo así como una señal del fin de los tiempos. Y llevo unos días escuchando rock en español. Viejas canciones escogidas de Loquillo y los Trogloditas, Extremoduro y Héroes del Silencio. Nunca escucho música en español. Siempre he tenido un gusto por lo raro y lo extraño: Música tradicional de Pakistán o Finlandia. Música electrónica de Japón o Islandia. La clase de música que hace a la gente poner caras raras cuando la escucho.
Me gustaba Loquillo cuando tenía 15 años, y tengo algún que otro CD o canciones sueltas de cantautores latinoamericanos (Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Víctor Jara y Santiago Feliú). Y un día, de pronto, cuando lo mío con Bz. iba de cráneo la segunda vez que fuimos pareja, empecé a canturrear canciones en español. Las busqué en Internet y llegué a tostar un CD con ellas. Terapia de rock.
Escuchar a Loquillo tiene algo de nostalgia, y una sensación extraña además. Como si después de tantos y tantos años nada hubiera cambiado, y las misma viejas canciones de siempre me siguieran diciendo algo. Y volver a escuchar a Loquillo es como reencontrar a un viejo amigo al que le habías perdido la pista, y te lo encuentras una noche de invierno fría en la que termináis en un pub, decorado en madera y con luz tenue, compartiendo cervezaz y confidencias hasta la madrugada.
El mundo se derrumba y ella sin saber.
Cerré la puerta de mi habitación.
Juré no volverla a ver.
No, no, no... No volverla a ver.
No hay nada que hacer.
Cuando lo escucho miro a los altavoces y digo en voz alta.
-Tú sí que me entiendes, colega.-.
Así que el miércoles quedé con Bz. Estaba en un bar con dos amigas con las que había ido al Festival Sudoeste en Portugal. No llevaba ni cinco minutos en el bar cuando le sonó el móvil. Un SMS de un chico. Las dos amigas se pusieron a chillar de alegría haciendo de broma el papel de quinceañeras, mientras a ella se le iba cambiando la cara mientras terminaba de leer el mensaje. El tío con el que se había enrollado en Portugal la mandaba a paseo finamente. Me contó además que no sabría cómo cuadrar el tiempo que pasaría en Madrid. Quería quedar con dos chicos más, uno un viejo amigo que vive ahora en Albacete y con el que se enrolló en un viaje, y otro alguien de quien nunca me había hablado pero que no había ser muy listo para intuir que era otra de sus aventuras. De hacer planes para pasar varios días juntos y hacer un viaje corto fuera de Madrid, todo había quedado en comernos un helado y dar una vuelta. Como siempre, asumí que si había guardado alguna expectativa ante su visita era problema mío, pero que no obstante tenía que estar a su entera disposición. Me dijo de venir a almorzar a mi casa ("para que cocines para mí") y de paso ver qué música tenía y le grabara todo lo que le pareciera interesante. Tiene incluso gracia recordar que cuando le conté mi intención de mudarme a un piso más cutre y económico ella dijera que le hacía ilusión que me quedara aquí para poder disfrutar de las comodidades de mi piso cuando viniera a visitarme.
Y dejemos los besos para los enamorados
y pensemos en lo nuestro que por eso te he pagado
aunque esta noche seas sólo mercancía para mí.
Paseamos por Madrid mientras en esa forma tan típica de ella de hablar, como una ametralladora mostrándose indignada por algo, me contó sus deventuras en Portugal y sus conflictos, más propios de una adolescente, con sus padres. Nos despedimos por la noche en una estación de metro, donde teníamos que coger la misma línea pero en direcciones contrarias. Se supone que nos ibamos a volver a ver.
Pasó el jueves y no supe nada de ella. Por la noche, ya era la madrugada del viernes le mandé un SMS diciendo que no se agobiara en buscarme un hueco, que ya la vería en mis vacaciones en casa. Caí en la cuenta que tal día como el viernes hace tres años fue cuando me dejó ella a mí en nuestra primera relación. Qué ironía. Se acabó.
Y perdí la cuenta de las veces que te amé.
Desquicié tu vida por ponerla junto a mí.
Vomite mi alma en cada verso que te di. ¿Qué te di?
Olvidé me quedan tantas cosas que decir. ¿Qué decir?
¿Y por qué ahora? Tendría que explicar tantas cosas. Pasaría días contando anécdotas, batallitas y reflexiones justificándome. Alguien que lee este blog pensaba que yo todavía estaba colgado por ella. Hace mucho tiempo comprendí que aunque ella se diera un golpe contra una farola y a partir de aquel momento quisiera mantener un relación monógama y estable conmigo la cosa no funcionaría. Y ahí está la clave de todo. No quiero que alguien que no se merece nada de lo que pueda darle tenga esa capacidad de alterar mi ánimo. Quizás podría haber entrado en el juego de alguien que volara de flor en flor, sabiendo las reglas de antemano. Pero con ella es un déjà vu que hiere demasiado mi orgullo.
¿Quién hubiera dicho que las cosas iban a terminar así a principios del verano? Para que luego yo mismo diga que las decisiones las tomo de forma reflexionada y después de haberlas meditado mucho.
...
(c) 1993 "Hoy he vuelto a beber" de Loquillo y los Trogloditas.
(c) 1994 "Con nombre de guerra" de Héroes del Silencio
(c) 1994 "Jesucristo García" de Extremoduro
Hola, leí en su día tu historia con ella, y la verdad, no entiendo cómo aún puedes mantener el "contacto", por llamar de alguna manera a todo eso que ella te dice para que te hagas falsas ilusiones.
No sé si la cosa con ella va tan bien como para que al escuchar cosas como «para que cocines para mí» y «para disfrutar de las comodidades cuando venga a visitarte», pero desde luego tal y como lo cuentas yo no le seguiría más el juego.
Hay personas que no merecen ni la más mínima atención, lo van demostrando día a día. Yo que tú (y de nuevo repito, que según lo que dices, no sé si habrá otras circunstancias) pasaría a la fase de "paso de ti igual que tú de mí: si quieres algo me avisas". Me da la impresión de que te está toreando de una forma brutal, no deberías consentirlo.
Y eso, que si quiere quedar contigo para 'X', no hace falta que tú le digas nada: ya te llamará ella. Tú a lo tuyo, que dicen que el peor desprecio hacia una persona (que se lo merece) es no tener ningún aprecio.
Un saludín
Escrito por filete a las Agosto 16, 2004 12:42 PMPues me declaro un incompetente para llevar a cabo ciertos comentarios de dejar de leer este blog...
Sinceramente, cuando mi ex me comentó que estaba en Sevilla con su nuevo novio (un par de semanas después de dejarme), me derrumbé y decidí perder el contacto con ella. Como ya sabes, las soluciones son diferentes para cada momento y persona, así que, de entre los millones de combinaciones que debe haber... ninguna parece buena.
Supongo que esta conversación estaría mejor enmarcada en el típico bar donde fluyen las rondas :), con el camarero mirando de soslayo y todo dicho entre risas (mitad fingidas y mitad reales)... pero demasiadas decisiones no las tomamos nosotros (por mucho que meditemos)... factores aleatorios :)
Hola, es agradable sabe que no se esta solo, quisiera saber si puedo linkear tu blog a mi pagina web, estoy tratando de ver cuantos “lobos” hay por la red a ver si formamos una comunidad, espero tu respuesta
Escrito por El Lobo Estepario a las Agosto 16, 2004 06:21 PMLobo nº2, presente!
Escrito por Lobo (el de houseofwere.com) a las Agosto 16, 2004 11:30 PM