Abril 07, 2004

Servef o Centro Social

Hoy he estado en el Servef para actualizar mis datos y que se me reconozca como un diplomado en paro.

Lo primero es quejarme porque he llegado a las 9:50, he tomado turno (el 65, y el turno iba por el 22) y me han atendido a las 13:00, que parece increíble pero es cierto. Y lo segundo es el verdadero motivo de este post. Las relaciones que se establecen entre los presentes en una cola después de estar esperando más de una hora.

Así pues, hoy he podido observar diversos comportamientos de mis compañeros de espera que me han llamado la atención y que no puedo dejar de pensar que es lo que pensaría de ellos si fuese psicológo. La primera acción que me ha llamado la atención a sido la de una mujer, que aseguraba estar desde las 7:45 allí y que por culpa de un error se había visto obligada a cambiar su turno, el 5, por el 68. Increíble, por que si el Servef abre a las 9:00 y ella ha sido atendida en la quinta posición y al tener que irse ha cogido número... ¿Cuánta gente estaba en la puerta desde las 7:45 esperando?Esta mujer se ha autoimpuesto el cargo de Vigiladora De Turnos y el de Azote De Funcionarios Tardones, ha discutido con varios de ellos y al final cantaba los números del turno como si estubiesemos en el bingo. Al final, la han atendido y seguían faltándole papeles, con lo cual, mañana irá dispuesta a todo.
El estar esperando te hace más amigable, y ciertamente unes lazos con los que te rodean. Yo por ejemplo he acabado jugando con un chavalín a los coches y he conversado con varias personas de diversos y muy variados temas, pero el individuo al que me refiero a continuación a intentado ir más allá y directamente ha estado ligando con cualquier femina que estubiese por allí. Sin duda lo mejor de la mañana, puesto que las frases que soltaba eran cuanto menos, graciosas.
Por último estaba una señora que habiendo llegado media hora más tarde que yo, hubiese salido mucho antes si no fuese por la mirada atenta de los que estaban antes y el buen hacer de los funcionarios que comprobaban los turnos, y especialmente el de la señora, que debía ser vieja conocida. Ha intentado en no menos de 5 ocasiones ocupar el turno de alguien que harto de esperar había decidido ir por una soga y colgarse de una farola. Lo más interesante es que después de la segunda vez ya nadie creía que tubiese el turno y ella, erre que erre.

Definitivamente la conducta de la gente ante la prisa y la impaciencia es cuanto menos curiosa. Supongo que un chaval que no paraba de salir y entrar, que ha cambiado muchas veces de asiento y que ha estado sentado en el suelo jugando a Fernando Alonso con un niño de 5 años también habrá causado estos pensamientos... o no.

Escrito por Mamm a las Abril 7, 2004 02:58 PM
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