Mayo 06, 2004

Primeras impresiones de Lord Dunsanny

Por fin puedo traer de casa las cosas que he estado escribiendo alli (recuerdo a los lectores que no tengo conexion, y que subo posts desde un ordenador público)

Nueva inmersión en el jurásico de la literatura de género. Los títulos que reseño, por si os sirve de algo, son ‘Los Dioses de Pegana’, ‘El Tiempo y los Dioses’ y ‘La Espada de Welleran’. Lo primero está entre cuento largo y novela corta, y las otras dos son colecciones de relatos. En definitiva, para la reseña, todo esto está agrupado en un volumen: ‘En el País del Tiempo’, editado por Siruela.

¿Quién era Lord Dunsanny? Seguramente el tipo al que leían Tolkien y Lovecraft cuando eran pequeños. Del primero lo supongo por la época y la temática, del segundo lo sé positivamente, porque es una influencia reconocida. Estos libros se editaron allá por 1900, y son bastante desconcertantes. Empiezo por el principio:

Los Dioses de Pegana es una historia sagrada, así como suena. La creación del mundo, una teodicea, la historia de los profetas... Tomado desde un punto de vista etnológico los dioses que viven en esa ‘Pegana’, algo así como un monte Olimpo, un paraíso, no son muy verosímiles. Para Lord Dunsanny las potencias que merecen ser representadas por divinidades son cosas bastante obsesivas, parciales, un tanto filosóficas, pero eso queda relegado ante el hecho de que consigue encontrar el tono bíblico, teológico, asombrosamente creíble. En esta enumeración existe un dios superior, creador de los demás dioses, MANA YOOD SUSHAI, que una vez acabada su obra se echó a dormir a los sones del tambor del dios Skarl, que no tiene otro fin que ese, tocar mientras su creador duerme. Todo lo que existe, empezando por la luz y la oscuridad y acabando por los mundos y los hombres, lo crearon los dioses como niños que juegan, y al despertar el dios superior les pedirá explicaciones por su travesura, luego lo barrerá todo, incluidos sus dioses, y todo comenzará de nuevo. Si habéis leído las rimas y leyendas de Becquer, puede que la idea os resulte familiar. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina, leyó Dunsanny a Bécquer o ambos leyeron la misma historia? No lo sé, seguramente lo segundo, aunque lo primero también es factible.

Mientras dure el sueño de ese dios superior, al que no se puede rezar ni rendir culto, el mundo seguirá existiendo. Una vez despierte, vendrá el fin. Acto seguido describe a los dioses, y creo que sería interesante enumerarlos, así tendreis una idea del estilo. Citas literales entre paréntesis:
Kib, sendero de la vida de todos los mundos (Y dijo Kib: Mana Yood Sushai estará solo, porque así está escrito ¡creedlo! Pues, ¿acaso no está escrito, o acaso sois mas grandes que Kib? Kib es Kib.)
Sish, el destructor de las horas (El Tiempo es el perro sabueso de Sish.)
Slid, cuya alma está en el mar.
Mung, señor de todas las muertes entre Pegana y el Borde (Y dijo Mung: ‘¿Acaso te fueron insoportables los cuarenta millones de años anteriores a tu venida?’ Y dijo Mung: ‘No menos soportables te van a ser los cuarenta millones de años que vendrán después!’ E hizo Mung el signo de Mung contra él y la vida del hombre dejó de estar atada de pies y manos.)
Limpan-Tung, dios del júbilo y de los músicos melodiosos. (‘¡Pronuncia tu plegaria! Quizá tenga efecto, aunque hayan fracasado esos diez mil millares. Limpan Tung está por debajo de los dioses y no comprende.’)
Yoharnet Lahai, dios de los pequeños sueños y fantasías.
Roon, dios de la andadura (Roon envía todas las aguas al mar, y todos los ríos al alma de Slid. Hace Roon el signo de Roon a las aguas, y estas abandonan las montañas; y Roon ha hablado al viento del norte al oido para que no permanezca quieto nunca más.)
Dorozhand, cuyos ojos observan el final (Aquel a quien han mirado los ojos de Dorozhand camina hacia el final sin que nada le pueda detener: se convierte en una saeta lanzada por el arco de Dorozhand a una diana que no ve... La diana de Dorozhand.)

Además de éstos hay un respetable número de dioses menores y algunos personajes como Hoodrazai, el Dios que sabe, que permanece solo en Pegana y no habla con nadie, porque conoce lo que está oculto a los dioses; o Trogool, que no es dios ni bestia, que vive solo en el desierto y pasa las hojas del libro de los días, o Zodrak, un hombre al que los dioses llamaron a su presencia para burlarse de él, pero que al haber estado entre los dioses es más que un hombre y no puede morir. Es en definitiva, una mitología totalmente ficticia pero interesante, muy completa. Otra cosa sería empezar a buscar pegas, como que ninguna cultura politeista concedería tanta importancia al tiempo y el destino y dejaría de lado cosas como la luz, el cielo, el amor, etc... O simplemente la presencia femenina, que por cierto no es que brille por su ausencia, es que simplemente no existe. Pero eso son ganas de quejarse. Lord Dunsanny quería escribir sobre dioses y lo logró, lo suyo no son frases, son versículos. Si tengo que ponerle un adjetivo, yo diría fascinante.

Ahora bien, a pesar de que los relatos que componen ‘El Tiempo y los Dioses’ (por cierto, el título de la recopilación es el de uno de los relatos) sean continuación de la idea de ‘Los Dioses de Pegana‘, el adjetivo que me sugieren es ‘obsesivo’, sino ‘pesado’. Lord Dunsanny está obsesionado de mala manera con el paso del tiempo, la decrepitud, la vejez, la podredumbre. Dos o tres de los relatos son básicamente eso, un lamento por el tiempo perdido, la destrucción de los paisajes de la infancia, la decrepitud. Parece que el autor sea incapaz de creer que el paso del tiempo pueda ser bueno para algo. Es casi como si en su opinión los niños no crecieran, solo llega un momento en que se hinchan y se pudren. No hay ciclos, la vida es una cosa lineal, que tuvo su principio y se acabará, todo lo que vino antes es mejor que lo que hay ahora y nada de lo que pueda venir será otra cosa que peor. Llega a saturar. Estuve a punto de dejar de lado el libro por esto, y me alegro de no haberlo hecho antes de acabar el apartado de los dioses y empezar el de los espectros. Entramos en la sección de ‘La Espada de Welleran‘, recopilación que agrupa una cantidad de relatos de los que, hasta la fecha, el peor es el que da título al grupo, y dado que es francamente bueno os hareis una idea de cómo es lo demás. Sigue siendo un tanto pesimista, pero aparece el sabor irlandés en las historias, el amor a los paisajes y lo mágico, y la prosa del Lord alcanza el grado de poesía. ‘El Bandido’ es uno de mis favoritos. Aunque el tema es bastante macabro e incluso desagradable (el relato es corto, no puedo destriparlo, pero si os hhe dicho que todos los relatos tratan de la muerte y los espíritus, podeis haceros una idea) está escrito de una manera francamente bella, lírica. Mamá, yo de mayor quiero escribir así.

Ya conocía la existencia de éste autor, incluidas sus incursiones novelescas en el topicazo (‘Don Rodriguez‘, novela de magia y brujería situada en un lugar de tan obvio exotismo como este país, que no se dice este país, se dice Apañña. Leer es llorar, que decía... ¿quién, Unamuno?) pero nunca había encontrado la oportunidad de leerlo. Por suerte he empezado con lo mejor de su producción a decir de los críticos, los relatos cortos, que da la casualidad que son también una de mis debilidades (sobre todo en la ciencia ficción. No entiendo la manía de algunos de escribir enormes novelas a base de engordar con retórica tramas que serían perfectas si se las dejase tamaño relato. Bueno, si lo entiendo, los relatos no venden, y hay que ganarse las lentejas, pero hay algunos que parece que les pagan los libros al peso...) En todo caso, si en el futuro sigo leyendole, que va a ser que sí, no olvidaré hacer la reseña.

Escrito por Aranluc a las Mayo 6, 2004 12:32 PM
Comentarios

"E hizo Mung el signo de Mung contra él"

O sea, que le hizo butifarra. [1]

"No entiendo la manía de algunos de escribir enormes novelas a base de engordar con retórica tramas que serían perfectas si se las dejase tamaño relato."

¿Hyperion?

Oye, que te he mentado un par de veces en la bitácora y no has dicho ni muuuu. Y eso que me he puesto a hablar de 28 días después y todo.

[1] Nota para madrileños que no se acuerdan de Giovanni: hacer butifarra = hacer palanca con un brazo en el antecodo del otro mientras éste sube y baja = signo de jódete.

Escrito por Lord Vetinari II a las Mayo 6, 2004 04:21 PM

Also known as corte de mangas. Jódete es alzar el dedo medio mostrando el dorso de la mano al oponente con premeditación y alevosía, muchas veces acompañando el gesto de un movimiento oscilatorio de recochineo o frases del tipo 'sientate aqui y pedalea', muy elegantes desde todo punto de vista.

Escrito por Aranluc a las Mayo 11, 2004 12:23 PM
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