Abril 16, 2004

Imprudentes al volante

Las normas son algo necesario, pensadas para regular o prevenir, y plasmadas con el objetivo de ser cumplidas. Y generalmente solemos hacerlo, pero, como en todo, hay una (peligrosa) excepción: las normas de tráfico.
Y es que día a día alucino con lo que algunos conductores hacen, poniendo en peligro su propia vida y la de los que tenemos la mala suerte de zambullirnos en el tráfico urbano día a día. Lo que hacen (y lo que no hacen) por comodidad, por negiglencia o simplemente por desinformación.

Cuando estudiaba la normativa me hacía gracia esa regla que impone a los conductores de vehículos dejar pasar a los peatones en un paso señalado para tal fin. Me hacía gracia porque el 90% de los conductores que me he encontrado hasta la fecha no es que no se paren para dejarte pasar, es que en muchos casos aceleran al ver que te acercas al paso de cebra, incluso cuando ya estás dentro. Si tuviera siete vidas, habría gastado una sólo para ver cómo a alguno de estos maníacos del volante lo encarcelaban por atropello. Pero como sólo tengo una, hago lo que todo el mundo: quitarme de enmedio rápidamente, ya sea avanzando o (la mayoría de las veces) retrocediendo.

Pero lo que más que impresiona es que los conductores profesionales, los que se supone que deberían observar con mayor atención las reglas que regulan el tráfico, hacen caso omiso de muchas de ellas por simple comodidad. Y hablo de los conductores de autobuses porque es el medio de transporte que utilizo a diario. Ya estoy harta de ver a los conductores hablando por móvil como si tal cosa, parando el autobús en mitad de la calle para intercambiar impresiones con el conductor del autobús de al lado, y conducir con una mano en el volante y otra en la ventanilla. Cuando llevas mucho tiempo usando el transporte urbano te das cuenta de lo importante que es el que el conductor vaya atento y con ambas manos en el volante, porque en cualquier momento se te puede poner un imprudente (peatón o vehículo) delante, obligándote a frenar bruscamente o desviarte a un lado. Lo sé por experiencia.

Lo mejor es que algunos pasan totalmente de las normas. Ni ponen intermitentes, ni respetan a los peatones, ni los límites de velocidad, ni observan la prioridad. Triste ejemplo lo tenemos en el caso de ese señor al que llaman Farruquito, al que encima sus compañeros de oficio apoyan incondicionalmente ("pobrecito, eso nos puede pasar a todos" a todos no, sólo a los imprudentes). Me gusta, aunque he oído poco sobre ella, la idea del carné por puntos. Cualquier cosa con tal de frenar esta serie de imprudencias en la carretera. Que se lo digan a una de mis tías políticas, a la que un coche arrolló (literalmente) cuando estaba en compañía de una amiga suya, en las inmediaciones de la Facultad de Medicina de Granada, situadas en la acera y esperando para cruzar. A ella la arrastró el coche y perdió parte de una pierna, pero tuvo suerte: su amiga murió. Un imprudente puede destrozar una vida en pocos segundos, y estaría bien que nos concienciáramos de ello y pusiéramos medios para evitarlo a toda costa.

Escrito por Narux a las Abril 16, 2004 01:01 AM
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