Escrito por: Newton
Las ciudades no se crean, se las produce como quien confecciona chips y en este nivel, como dice lapidariamente Alfred Prokesch: “es un hecho histórico que no hay ni ha habido jamás una planificación urbana que haya tenido éxito”. Esto quiere decir que las ciudades se formaron y seguirán haciéndolo de manera indómita, a pesar de la excesiva pero inútil política de planificación urbana.
Estas ciudades de espíritu rebelde eran ya conocidas en otros tiempos como Biotopos, es decir, un lugar en el cual la vida, en su forma más diversa, llega a un equilibrio y se mantiene en él. Claro esta, esto tiene algunas variables especificas que configuran las “circunstancias dadas” que solo el investigador psicohistorico es capaz de identificar, explorando las huellas que el vivir en sociedad ha dejado en el carácter y de cómo influye en la espontaneidad anímica que ese entorno logra sobre el individuo y sus grupos sociales cercanos. Es quizás la psicotopia del “objeto” proporcionado en su forma y permanente en su afecto…
Es así como se construyen las imágenes “utópicas” de la ciudad. Esos pensamientos colectivos que auguran ingenuamente una “ciudad mejor” (si se llevasen a cabalidad estos planes imaginarios, demostrarían ser una incongruencia peor de la que hoy habitamos) y los supuestos “visionarios” que con sus teorías anticipatorias de ribetes publicitarios, solo logran falsear conceptos bajo la premisa de que la anticipación prepara al mundo para su transformación.
Todo esto configura una tremenda “flojera mental”, pues no hay porque esperar que la ciudad del futuro siga cumpliendo por si sola su función (una función que al principio no se persiguió de una modo intencionado): La de ser un lugar en la auto liberación del hombre. La ciudad se convierte así en un espacio para la “rebelión del pensamiento”, a veces en formas tan novedosas que se hace preciso tratar de identificarlas. Una de ellas es la soledad.
Aunque esta no es una patología urbana nueva, es una buena imagen que configura lo que significa la adaptabilidad a espacios hostiles bajo la figura del aislamiento físico, visto este como una “racionalizacion” donde el argumento ha sido conciente dentro de un dilema situacional al creerse uno mismo que la soledad ha sido buscada voluntariamente. Asomarse a la ventana de cualquier vivienda alquilada en sumas horrendas o comprada a precios dolarizados, es una simple demostración de que verdaderamente si estamos solos…
Esta hostilidad a los vecinos anónimos, solo es explicable en la esfera de lo subliminal a través de la tendencia cada vez mas generalizada en evitar el contacto como una exquisita particularidad del habitante citadino. No es una actitud que el mismo haya racionalizado, no es una decisión voluntaria. Es algo así como lo que sucede con Microsoft: un pattern se superpone a otro para solucionar los errores de programación, un parcho sobre otro…
Estos patrones, evidentemente, son aprovechados por los especialistas de la publicidad, para dirigir a este incauto e ingenuo habitante hacia paisajes ficticios donde el esparcimiento se convierte en algo fatigoso y complicado, logrando que el hombre de ciudad regrese desorientado porque sencillamente nunca se le dio la oportunidad de conocer las cosas mas sencillas de su paisaje interior.
En estas supuestas aperturas del conocimiento que ofrece la ciudad, es la ilustración iconográfica la que logra que estas muchedumbres de esperanzas irracionales (conocidas como pueblo) siempre estén condenadas al fracaso. La metrópolis se ordena así misma a través de la confluencia irreflexiva de fantasías con aires de redención en hombres ávidos de movilidad, donde la personalidad momentánea va del contacto agresivo a la soledad inhóspita…
Realmente es como si el aire de la ciudad hubiese inspirado a los hombres a ser libres…aunque sea por 15 minutos.
Escrito por: Newton
El otro día hablando con unos panas, estos me hicieron una reflexión que me puso cabezón... Los muchachos en cuestión tenia fuertes razones (con sus consabidas diferencias) para pensar que la mala o buena disposición emocional, espiritual o física de vivir en una metrópolis estaba asociada a la belleza; no solo de sus monumentos arquitectónicos de valor histórico, ni de su ordenación urbanística, ni siquiera de la vida nocturna que en ella se pudiese desarrollar, sino precisamente de esa belleza física que caracteriza a sus habitantes. En el calor de la conversación, a mi se me ocurrió plantearle una teoría: en las ciudades, específicamente en mi querida y no tan bien ponderada Caracas, el mal humor imperante (y no digo el buen humor porque esto depende de una manera muy particular de sentir, en cambio el mal humor es mas común a todos por una serie de variables externas: contaminación (visual (propaganda desmedida en vallas y anuncios), material (falta de servicios públicos eficientes en la recolección de la basura, descuido de la ciudad), auditiva (buhoneros), policías matraqueros, delincuencia incontrolable, etc. ))era una constante que afectaba con mas fuerza a los seres humanos del genero femenino mas que a los del lado masculino... ¿por que?
Precisamente, porque (a mi se me ocurre en el caso de las que no tienen compromisos sentimentales) no es fácil vivir en una ciudad siendo el blanco de las miradas y piropos babosos de algunos colegas del genero masculino, caminando o manejando entre basura y calles con malos olores, acoso sexual machista en el trabajo, etc., y de paso no tener ni un solo ejemplar del sexo opuesto el cual sea digno de admirarse...ya sea por unas buenas y proporcionadas formas, ya sea por unas buenos y declarados sentimientos...
Contrario el caso de los hombres en este país, que saludan con extrema alegría que vivamos en un país donde casi todas las mujeres son hermosas (trabajadoras, responsables y sumamente cariñosas) es justamente lo que hace que tengamos, (en la cara de cada macho venezolano) una sonrisa de satisfacción entre la cerveza bien fría y la emoción trepidante de las carreras de caballos, un motivo mas para decir que en Venezuela puede haber crisis pero no en materia de mujeres.
Al final de la conversación (borrachos y stoned) llegamos a la conclusión de que vivir en una ciudad sin mujeres bellas es como vivir sin emborracharnos, lo que nos llevo a una reflexión final: ¿Cual será el país con las mujeres más feas?, ¿Existirá...?
Ninguno de nosotros quiso averiguarlo...
Escrito por: Newton
El día se abre en una luz siempre lacerante sobre el asfalto. Veo mi rueda girar en una infinita felicidad mientras esquivo colillas de cigarrillos y escupitajos lanzados por las ventanillas de sórdidos vehículos. Un fiscal, vestido cual nucita o tamarindo, me intenta detener pero los lentes negros me indican que no hay semáforo. Pedaleo con más ímpetu…
El Rock & Roll suena en mis auriculares, el ritmo se estabiliza en una constante aceleración. Salto un indigente atropellado ante una multitud atónita y expectante, un policía me echa un tiro sin importarle los gritos, una vez más esquivo la vida. Sigo como flecha impetuosa hacia mi destino…
Suelto mis manos del volante y elevo mis ojos hacia el cielo buscando el Zeppelín, pero lo único que veo es humo lisérgico saliendo de mi cabeza, más feliz que muñeco hecho con tubos de escape. Definitivamente, estoy llegando sin saber a dónde voy…