Marzo 01, 2004

Pasaje al olvido

Escrito por: Rafael Matthey

A veces tengo la ligera sospecha de sufrir amnesia ya que de vez en cuando no recuerdo las cosas que hice y, les confieso, hasta he llegado a dudar de mi real nombre y existencia.
Desconozco si la edad tenga algo que ver; pero debe haber alguna explicación lógica, que responda satisfactoriamente a esta suspensión temporal de la memoria.
Me sorprende mucho cuando la gente que creo conocer, me dice: -¡Qué obra de arte exhibiste el otro día!-, cuando ni soy capaz de pintar un dibujo infantil, ya saben, esos de la casita con la familia feliz saludando.

Mi sorpresa fue aún mayor cuando halle debajo de la mesa una extraño escrito que citaba textualmente:

“Me encontraba en una habitación – supuse que sería un refugio-. No recuerdo cuanta gente se encontraba dentro, sólo evoco dos extrañas figuras humanas, que por la destreza superior con la que asumían el mando, les llamé líderes.
Un hombre, de apariencia lúgubre y enfermiza: alto, cabello medio largo, una extraña piel blanca, ojos vidriosos y amarillentos... lo más cercano a lo que llaman “miseria humana”. Y una mujer, que por el contrario, me resultaba menos desagradable; de cabello negro, largo y ondulado, su piel blanca, y de un “humor” muy raro. Ambos vestían de negro y atuendo distintivo.
Mi instinto prudencial me impidió preguntarles dónde y por qué me encontraba en aquel lugar, sólo recordaba que horas o minutos mas tarde, permanecía en mi dormitorio dispuesto a tomar un breve y descanso.
De repente, el hombre de mirada vidriosa comenzó a dar órdenes; sin saber por qué, me veía incluido en semejante situación desagradable; peor aún, todos sabían mi nombre y parecían conocerme desde hace tiempo.
Hablaban de cierto signo perdido hace millones de años, incluso antes que el hombre habitara la Tierra.
No prestaba mucho cuidado y, menos aún, me interesaba. ¿Para qué podría servir un signo tan antiguo? ,total, estaba perdido. Lo que sí me inquietaba era cierto objeto en el bolsillo derecho de mi pantalón y, tan evidente fue mi preocupación, que todos empezaron a sospechar de mí; pensarían que yo sabría algo de su perdido signo.¿Cómo podría ser? Ni siquiera entendía el motivo de mi presencia..
Empecé a sospechar que todos estaban locos. Sin embargo, lo que presencié minutos después, me hizo dudar. Espero ser más descriptivo en este pasaje que, a duras penas, recuerdo oníricamente
El aspecto de la habitación era húmedo, lo que me llevo a mi primera conclusión: estabamos cerca del apreciado líquido H2O. El ruido grave y ensordecedor (parecido a los que producen ciertos autobuses y camiones en mal estado) y ciertos temblores de las paredes, piso y techo me condujeron a mi segunda conclusión –quizás no tan profunda como la primera-: estábamos bajo el mar.
Una de las puertas se encontraba abierta y lo que se veía detrás de ella, era una corriente malévola que abarcaba todo la entrada y que a su vez desafiaba las leyes de la física –en particular la de que todo líquido ocupa el volumen del espacio necesario donde se encuentra.
No encontré una respuesta definida a ese fenómeno, supuse que existía una barrera invisible que separara la habitación del mar, pero la idea de pensar en semejante insensatez me produjo deficiencia mental, que no dejaba de impresionarme. Poco después el espectáculo llegó a su clímax.
El hombre, con mirada intensa, se acercó a la puerta y, levantando la mano derecha, logró sellar la entrada con una extraña sustancia viscosa y de morfología marina, que salió aparentemente de la nada, y lo último que se logró ver detrás de la puerta fue, a grandes rasgos cadáveres, quienes en vida no corrieron con mi misma suerte de estar al otro lado.
Me dormí en una esquina entre escombros húmedos y de olores putrefactos, no recuerdo haber soñado con algo específico, solo sé que al cabo de un rato desperté.
Ya no me encontraba en el refugio y menos aún bajo el mar. Estaba en un lugar cálido cuyas paredes, piso y techo eran alcolchonados y, pude ver a través de la ventana enrejada un enorme letrero que decía: Reclusorio psiquiátrico.
Sin saber por qué, sentí alivio. A diferencia de otros que experimentan el don de la inconsciencia en situaciones de peligro, me concedieron la mejor de todas la locura. Por supuesto, mis amigos siguen buscando su símbolo extraviado –siguen dudando de mí-.
No me puedo quejar. Aquí soy feliz. Tengo comida y, en ocasiones, me visita mi familia, aunque no por mucho tiempo. Entiendo que deben trabajar, de otra forma no podrían pagar mi estadía en este “hotel de lujo”. Y mientras yo, me encargo de hacer creer a los doctores que estoy loco.
La locura es mi mejor pretexto para evadir la verdad y, la mía, mi verdad, es demasiado aterradora. A veces, en mis sueños, la mujer me dice que todo es verdad. No quisiera -o no debo- decirles como hace para convencerme, pero lo logra. Y ...¡como desearía estar loco de verdad! Pero... no puedo. En el bolsillo derecho de mi pantalón se halla el signo que, aún ignoro el motivo, ellos tanto buscan...”

Ese fue el escrito que encontré, sin ninguna explicación, debajo de la mesa.
Mi amada esposa me dice que en los últimos días del mes sufrí de extrañas pesadillas y que aquel escrito era un cuento que se suponía llevaba días de trasnocho escribiéndolo en la biblioteca y que tenía que ver con sueños, locura o algo por el estilo –para ella, siempre extrañas pesadillas producto de mi mente oscura y malsana.
Simplemente, lo olvidé. A veces tengo la extraña sensación de ser observado y lo único que viene y reaparece en mi mente es esa mirada fría e insípida de color amarillo enfermo, que me hace recordar tanto a mi difunto padre. ¿Acaso sería mi prudencial instinto que me ayuda a no recordar?
Y por fin supe lo que se hallaba en mi bolsillo. No era más que una cápsula de Fenobarbital: barbitúrico que los doctores clasifican como medicamento antidepresivo para concebir el sueño; yo prefiero llamarlo remedio para la consciencia y el recuerdo. Por supuesto, me la llevé a mi gran puta boca y dormí como siempre quise: sin recuerdos, sin sueños; un simple y exquisito vacío, lo más cercano a una muerte cerebral y no se para que ya dije que sufro pérdida de la memoria y que nunca me acuerdo de nada.

Escrito por Parafrenia a las Marzo 1, 2004 10:11 PM
Comentarios

veo que pudiste subir el cromo de zonalibre, me alegro cualquier duda que tengas avisame
saludos
PD:fumar mucho porro tambien trae amnesia, el otro día no me acordaba cuantos años tengo! por suerte o por desgracia pude recordarlo

Escrito por cocuza a las Marzo 1, 2004 10:45 PM

Hay un cueto infantil (y que no lo es tanto) que se llama: "el niño que olvido su nombre"... no recuerdo el autor, pero si recuerdo la desesperacion que aun me produce olvidarme de mi misma... lo demas, puede dejarse guardado en el cajon del olvido. Lo demas, lo que no es uno, esta fuera de alcance.
Un besin.

Escrito por Gabriela a las Marzo 2, 2004 02:05 AM
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?