Diciembre 30, 2004

LA5P (reprise)

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Cap. 3
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Escrito por: Newton

El taxi corría velozmente a través de la moderna y ya vencida autopista, construida bajo el régimen de un militar que gozo sus días también en modernas casas, bajo un sol tropical siempre revitalizante. Al llegar a la entrada del clínico, otrora Hospital Universitario, los vigilantes internos de la universidad no dejaron pasar al taxista porque esté no tenia la calcomanía de acceso al recinto. Esta situación genero una discusión que se convirtió en una atajaperro entre los Guachimanes y el asustado conductor, momento que aproveche para escurrirme del sitio, internándome en unos matorrales aledaños a la facultad de farmacia. Al saberse de mi fuga, los vigilantes echaron unos tiros a pegarme pero ya la distancia entre ellos y yo estaba mas que salvada.
La ciudad universitaria se había erigido como uno de los iconos de la Modernidad arquitectónica a través de un no menos vivaz arquitecto que siempre tuvo la “casualidad” de estar en los momentos en que se requirieron sus diseños; diseños traídos en paquetes y puestos en funcionamiento por un aparataje burocrático-militar para reafirmar su monumentalidad en el uso ó abuso del poder.
Bajo el cómplice techo de nubes, que esa noche amparaba a tantas parejas realizando impúdicos actos sexuales en el campus universitario, localicé el edificio en donde sabia que funcionaba la nefasta y oscura organización. Subí al piso 7 por las escaleras, ocultándome de varios vigilantes que ante la alerta de que un loco estaba suelto habían redoblado el patrullaje, hasta que logre llegar a un ancho pasillo con una no muy buena iluminación. Fui revisando cada una de las puertas y cuando ya casi temía haberme equivocado de piso, logre divisar el símbolo de la serpiente enrocada sobre si misma, tal impresión de una ofidio comiéndose a si mismo, hizo que mi estomago crujiera de hambre y antes que el ruido de mis tripas me delatara, pensé que no tenia nada mas que buscar por el resto de la noche después de tanta acción. Así que decidí venir por la mañana y buscar a los responsables de tan bajos crímenes. Debía saber quienes realmente eran aquellos maestros del horror…

El despertador no sonó a la hora señalada pues esa noche se había ido la luz y por supuesto, después de lo ocurrido + el cansancio, no tuve tiempo de percatarme de ese detalle. Pero lo que si me despertó fue el timbre del teléfono de rueda, el cual nunca lo había podido cambiar por lo modernos videófonos gracias a que la compañía telefonica KANTV se hacia la vista gorda ante las peticiones de los ciudadanos que no eran económicamente solventes. Además, cuando finalmente decidían instalarlo, los empleados encargados para tal fin siempre pedían un pequeño “aguinaldo” en efectivo.
En fracciones de segundo, salte como un cunaguaro de la cama al viejo aparato y pude escuchar la voz del comisario Rausseo:
- Necesito que vengas a la delegación, flojo de mierda. Son las 11 de la mañana y se te paga para que estés aquí a las 7. ¿Qué carazos estuviste haciendo anoche?

- No sea pendejo, que usted no me paga de su bolsillo. Además, anoche recogí datos claves para el caso y lo mejor será que nos veamos a las 3 pm en “Las Americas”

Colgué de manera furiosa y pude sentir como del otro lado de la línea, el comisario se mordía la cola de la arrechera. Me desnude y ajuste la cápsula de limpieza para darme un baño micro vaporizado. Al sentir las pequeñas gotas relajantes sobre mi maltrecho cuerpo, pensé: ¿Qué ser tan depravado y maléfico tendría una organización en medio de un recinto universitario?, sobretodo porque era un lugar del cual nadie sospecharía, ¿Qué motivaba aquellos crímenes…?
La ración de 5 min. de agua se corto bruscamente en la mitad de mis mas profundos pensamientos y solo logre maldecir la sobrepoblación de Caracas, que para ese momento alcanzaba las 20 millones de personas. Al salir a la calle, el calor hacia estragos entre los miles de buhoneros que cubrían toda la acera, haciendo que las personas caminaran por la calle y los carros por encima de los desafortunados transeúntes.
Di varios saltos felinos entre un perrocalentero, un vendedor de raspados y un indiecito que ofrecía calcetines a 10 x 5000 Bs., todos apiñados en los 2 mts. cuadrados de la pequeña entrada del edificio “pastiche” donde yo residía. Tome el Metro en su peor hora del día y, después de ver una docena de arrebatotes de teléfonos móviles y otra docena de agarrones de nalgas dentro del vagón, salte al andén de la estación Ciudad Universitaria. El ambiente universitario reinante a medida que avanzaba hacia la salida me tranquilizo, pero también me hizo pensar que todo seria por muy poco tiempo, pues estaba decidido a saber quien o quienes estaban detrás de aquellos crímenes…
Al salir de la estación, otro grupo de buhoneros ofrecía su mercancía de CDs piratas que iban desde música hasta programas informáticos, pasando por películas, y hasta ofrecían asesoria y reparación de computadoras. Acelere el paso pensando en los millones de dólares que la industria de la computación estaba perdiendo con estas ventas de discos “quemados” pero en el fondo sabia que se lo merecían, crucé el arco parabólico que demarcaba el paso de autos y peatones, disfrutando de aquel espectáculo que ofrecían las miles de jóvenes mujeres que a esa hora transitaban por la universidad. Convenientemente, me había dispuesto sendos bigotes de pelo de chivo color castaño oscuro, por si acaso algún vigilante trasnochado de la noche anterior pudiese reconocerme y me encamine hacia el edificio rojo donde residía la funesta organización.
Al llegar a la planta acceso, note que había una cola descomunal y los mas extraño era que esta se componía casi toda de mujeres bellamente ataviadas, salvo por la cara de algún empleado administrativo o alguna señora de la limpieza. Haciéndome el loco, hice un recorrido por la cola para ver si conocía a alguien y por causalidad, encontré a una antigua compañera, de mi época de estudiante de arquitectura, que le decían Mina. Enseguida logre colearme.
- Mina, años sin verte. ¿Qué haces aquí?

- Hola, buscando trabajo, ¿y tú?

Pensé rápido…

- También vine por el trabajo

- Pero si es un casting solo para mujeres

Rápidamente algo me dijo que esto estaba relacionado con la organización…

- Yo voy al piso 9

- ¡Ah, no chico!, tu debes ir por lo de la biblioteca, ¿no es así? Yo vine para la selección de las chicas que irán al Miss Venezuela. Hoy se esta realizando a nivel nacional un casting para elegir a las 21 participantes…

En ese momento se abrió el único ascensor que funcionaba desde hace 20 años y logre entrar ante el tumulto que se agolpo en la puerta. La pobre Mina se quedo asombrada ante mi salto y no me quedo más que darle un resignado saludo mientras se cerraba el ascensor. Una vez arriba, la puerta se abrió y salí despedido como un corcho directo al pasillo donde el calor era peor y la multitud más grande. Logre abrirme paso hasta la oficina y sin mediar palabra, me volví a colear entre los murmullos de desaprobación de las chicas que estaban mas cerca de la puerta. Lo que sucedía aquí era algo realmente increíble…

En el proximo capitulo: La S.S.S. (Cap. #4)

Escrito por vampirata a las Diciembre 30, 2004 10:06 PM
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